CAPÍTULO 16

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- Vamos un rato afuera? Hace mucho calor acá - sugirió mientras se desabrochaba un botón más de la camisa y reí ante esa imagen, para luego solo asentir y salir tras él.

Era un apartado para fumadores, donde, solo por ser un lugar abierto, corría más aire que en las pistas de adentro. Nos paramos en un rincón donde no había mucha gente y él se apoyó sobre una baranda que había atrás. Yo estaba en silencio y no hacía más que mirarlo, mientras la botella de cerveza bajaba notoriamente.

Luego de un suspiro sacó una caja de cigarrillos y se llevó rápidamente uno a la boca. Apretó los labios para sostenerlo mientras guardaba la caja y con la otra mano se tocaba desesperadamente los bolsillos del pantalón. Contuve la risa ante su cara de susto y admiraba cada movimiento que hacía, cada detalle. Finalmente se relajó cuando sacó el encendedor del bolsillo trasero, y prendió el cigarro mientras con la otra mano se cubría para que el viento no arruinara el momento. No podía más, realmente era la cosa más perfecta que había visto en años. Cerró los ojos, largó el humo y a mi casi se me corta la respiración.

- Te molesta? - preguntó enseguida, preocupado, y negué con una sonrisa.

Cómo le explicaba que le quedaba perfectamente bien?

- No sabía que fumabas - dije minutos más tarde, después de observarlo atentamente - Va, igual lo supuse el otro día porque apareciste con un olor tremendo - reí al recordarlo, pero a él no le causo mucha gracia.

- Hay muchas cosas que no sabes de mí - contestó serio y asentí, tenía razón - Si, fumo de vez en cuando. Cuando salgo fumo mucho más, o si estoy nervioso, ansioso, no se - explicó.

- Entiendo, lo necesitas - dije y asintió, volviendo a largar el humo hacia un costado, intentando que no me llegara.

- Por qué estas un día bien y al otro mal? - pregunté de la nada y frunció el ceño - Conmigo digo...

- No empieces.

- Boludo quiero saber - dije desesperada - Yo te juro que ya no se como tratarte, me la haces muy difícil - tragué saliva - Un día me querés, al otro día me ignoras, a la noche me besas, después te despertás y es como si no hubiera pasado nada - agregué mientras él miraba un punto fijo a lo lejos, completamente serio.

- No se como manejarlo, es eso - dijo para luego conectar su mirada con la mía - No se tratar bien a las personas que de verdad me importan, tengo miedo de terminar enganchándome, y más con vos.

- Por qué? Qué tengo yo? - pregunté conteniendo la infinidad de lágrimas que había en mis ojos.

- Sos más chica, Ori, sos la hija de la familia que me está hospedando, sabés cómo se puede llegar a poner tu viejo si se entera? - me encogí de hombros - Los dos sabemos que en un mes o como mucho dos me tengo que volver a mi ciudad, y eso nos dolería a los dos. Y porque sos la clase de mina que me vuela la cabeza, y por nada en el mundo quiero enamorarme.

- O sea que pretendés que me olvide de todo - afirmé mientras un par de lágrimas caían por mis mejillas.

- No se si olvidarte, pero evitar que vuelva a pasar.

- Bueno lo lamento entonces, porque no me pienso olvidar, y voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para que vuelva a pasar. Porque no me importa ese miedo estúpido que tenés de enamorarte, me parece lo más cobarde que escuché en mi vida, sos un cagón Julian - él me miraba atento, sin poder creer las cosas que le decía - Y te vas a tener que hacer cargo porque yo ya me enganché, y no voy a ser tan cobarde como vos, yo me la pienso jugar.

Después de semejante confesión no pensaba quedarme a presenciar su indiferencia, así que simplemente me di vuelta para abandonar ese lugar. No pude dar ni dos pasos que una mano en mi brazo me hizo girar, torpemente. No me dio tiempo a reaccionar que ya lo tenía sobre mí, atacando mis labios con torpeza y necesidad, mientras sus manos se enredaban en mi pelo, agarrando mi cabeza con fuerza. No hice más que dejarme llevar, era lo que estaba esperando desde la noche anterior, era lo que necesitaba. Así que apoyé mis manos en la parte baja de su espalda y lo pegué más a mi cuerpo, mientras mi lengua jugaba con la suya desesperadamente, como si nuestras vidas dependieran de ello.

Nos separamos por falta de aire y él mantuvo sus manos con firmeza en mi cabeza, mientras me miraba a los ojos detenidamente. No podía hablar, al menos hasta que mi respiración se normalizara.

- No vuelvas a decir que soy un cagón - largó, con la voz entrecortada.

- Es lo que sos - dije y rió con ironía - Ahora me besas para demostrar qué? Que no sos cagón?

Me soltó y llevó ambas manos a su cabeza, despeinándose por completo.

- No me juzgues si no me conocés, si no sabes por qué soy así.

- No lo se porque vos no me querés contar - dije ya con poca paciencia.

- Querés saber? - preguntó y asentí rápidamente - Ok, vamos a casa y te cuento.

Wow. Creí que nunca iba a llegar este momento. Agarró mi mano con fuerza y me llevó hasta la salida del boliche. Una vez dentro del auto respiró hondo y pareció calmarse un poco.

- Dejame avisarle a Jenny, no los vamos a dejar tirados - dije y asintió.

"Estamos en el auto, ya nos vamos. Vienen?"

"No, no se preocupen, nos tomamos un taxi más tarde. CUIDATE, usen forro!"

Reí al leer su respuesta y luego de putearla, volví a guardar el celular en mi bolsillo.

- No vienen - dije y enseguida arrancó el auto.

Qué tan ansioso estaba por llegar y contarme qué era lo que le pasaba?

El camino fue puro silencio. Solo se escuchaban suspiros y cada uno enfocaba su mirada lejos de la del otro. En pocos minutos llegamos, y entramos procurando hacer el mínimo ruido posible.

- Vení, acá vamos a estar tranquilos - susurré, abriendo la puerta de mi cuarto.

Me miró algo dudoso pero finalmente entró y cerré la puerta tras él. Me acomodé en mi cama luego de sacarme los zapatos y apoyé mi espalda sobre el respaldo de madera. Le indiqué que hiciera lo mismo a mi lado. Estaba tenso, nervioso, y se notaba. Finalmente se sentó, pegado a mí, y giró su cabeza para quedar enfrentados, tan cerca y tan lejos a la vez. Sus ojos se conectaron con los míos al instante y tomé su mano con fuerza para darle seguridad.

- Te escucho - murmuré y él tomó aire para por fin comenzar a hablar.

Maldito Destino-Orian- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora