CAPÍTULO 47

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  Encontré un jean y una remera que había dejado en su ropero y por encima me puse un buzo suyo. Amaba vestirme con su ropa, sentir su perfume y que me quedara todo exageradamente grande. Supuse que estaba lo suficientemente tapada como para que se quedara tranquilo, así que salí de una vez por todas del cuarto en dirección a la cocina.

Serví un vaso de agua mientras saludaba a los chicos que milagrosamente estaban preparando la comida, y me senté en una de las banquetas del otro lado de la barra que separaba la cocina del comedor. Me hubiera tomado un litro entero de agua si fuera por mi.

- Qué vamos a comer? - preguntó Julian cual nene chico mientras me abrazaba por detrás y posaba su cabeza en mi hombro.

- Panchos - respondió muy orgulloso Agustín y escupí toda el agua.

- No te rías gorda, es todo un logro, creeme que no sabe hacer ni un huevo frito.

- Ah bueno, mira quien habla - se defendió y Jenny lo abrazó con fuerza.

- No lo molesten más!

No era un gran chef pero al menos había encontrado su especialidad, no estaban nada mal. Claramente fui el tema de conversación del almuerzo. Me tuve que bancar las mil burlas y gastadas de los chicos por lo ocurrido la noche anterior pero por lo menos Julian no participó en tal humillación, solo acompañaba con risas.

- Igual chicos, no tomo más - aclaré.

- Sí, por hoy, chanta - largó Julian y reí.

- Callate vos, tarado - dije mientras me sentaba en su falda y le apretaba los cachetes con fuerza - Les contaste? - pregunté casi en un susurro y me miró confundido - Lo de novios - especifiqué y se le escapó una sonrisa.

- Hace falta?

- No, pero... Bueno, en realidad sí.

- Y a tus viejos? - preguntó nervioso y reí.

- No le podes tener miedo a papá, Julian!

- Vos viste lo que es? - dijo inflando el pecho y levantando los brazos.

No tenía que reírme porque me hablaba en serio, pero se me hacía casi imposible.

- Sabes que te adora - dejé un beso en su mejilla y suspiró.

- Hasta que sepa que me estoy comiendo a la nena.

Bien, ahora sí largué la risa.

- Sos un estúpido - le pegué en el hombro y me levanté casi sin pensarlo.

Guardé las llaves y el celular en mi bolsillo mientras los tres me miraban extrañados.

- Vamos gordo.

- A dónde? - preguntó siguiéndome.

- A casa - dije relajada y él tragó saliva.

- Es un chiste?

- No, te voy a presentar finalmente como mi novio. No vamos a poder ocultárselos mucho tiempo más.

Omití las caras de impacto de nuestros amigos que aparentemente también se tenían que enterar por mí y agarré su mano para que me siguiera ya que estaba petrificado.

Manejó tenso y en silencio hasta mi casa, rogándome cada cinco minutos que volviéramos al departamento. Nunca lo había visto tan nervioso y preocupado y eso solo me causaba muchísima ternura.

- Estás segura? - preguntó una vez estacionado el auto.

- No es tan grave, relajate mi amor.

Me dedicó una media sonrisa y aproveché a dejar un corto beso en sus labios antes de bajarnos del auto. Agarró con fuerza mi mano mientras caminábamos hacia la entrada y la soltó en cuanto abrí la puerta.

Maldito Destino-Orian- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora