CAPÍTULO 46

470 18 0
                                    

- Ey, qué haces? - pregunté a modo de chiste cuando llevó sus manos al borde de la remera que me había prestado.

- Ahora arrugás? - murmuró posando sus manos en mis piernas para atraerme más hacia él, a medida que su cara se aproximaba a la mía.

Negué con la cabeza en el instante en que capturó mi labio inferior entre los suyos. Lo fue soltando de a poco hasta que no aguanté más y lo sostuve de la nuca para profundizar el beso.

Llevó nuevamente sus manos a la remera y comenzó a levantarla con una lentitud desesperante, acariciando mi espalda a su paso, erizándome la piel por completo. Era realmente una tortura. Liberó por un instante mi boca y aproveché a levantar los brazos para apurarlo y ayudarlo a quitarla.

Besó desesperádamente mi cuello y perdí el control de todo. Cerré los ojos, ladeé la cabeza y me dejé llevar, sintiendo cómo recorría cada centímetro de mi piel con besos y caricias. Era todo lo que había estado necesitando.

- Todavía estoy enojado - murmuró con la voz entrecortada y reí con las pocas fuerzas que me quedaban.

Estaba recostada sobre su cuerpo, con la cabeza apoyada en su pecho mientras me hacía suaves caricias en el pelo.

- Sí, claro.

- En Bariloche vas a tomar como ayer? - preguntó luego de un largo silencio, arruinando completamente el momento.

- Obvio que no. Anoche estaba así por tu culpa, a ver si te haces cargo nene.

- Y yo qué tengo que ver?

- Ah me vas a decir que no te diste cuenta que todo lo que hacía era para llamar tu atención? - largué y levantó ambas cejas, sorprendido.

Apoyé mis manos en su pecho para levantar un poco la cabeza y poder mirarlo.

- A ver si dejas un poco el orgullo de lado y empezás a confiar en mí - prácticamente supliqué.

- Confío en vos - dijo sin dudarlo - No confío en los demás, porque veo lo que generás sin ni siquiera darte cuenta. Mirate. Tuviste una noche de mierda, estás toda despeinada, desarreglada, y aún así me volvés completamente loco.

- Exagerás - reí con vergüenza - Me gusta que seas un poco celoso, pero por qué tanta inseguridad? Qué importan los demás? Si los dos sabemos que estoy enamorada de vos.

Creo que nunca antes en mi vida había sido tan directa.

- O lo dudas? - pregunté al ver que lo había dejado sin palabras.

Negó con la cabeza y me impulsé un poco para alcanzar a besarlo.

- Eso te deja más tranquilo? - susurré sobre sus labios y asintió.

- Te amo - mordió suavemente mi labio inferior y se me escapó una sonrisa - Perdón por lo de ayer, soy muy boludo cuando me pongo celoso, no tenía que agarrármela con vos.

- No te preocupes gordo, ya pasó - dejé un beso en su cuello antes de salir de encima de él y acomodarme a su lado.

Nos quedamos un largo rato acostados, con poca intención de movernos de ahí por el resto del día. Pero por supuesto que nada era tranquilidad en este maldito departamento. Al poco rato se empezaron a escuchar las voces y risas de nuestros amigos.

- Ah bue, pone los fideos que estamos todos - murmuró malhumorado y reí fuerte.

- Relajate gordito - dije entre risas, mientras con mis dedos masajeaba su ceño fruncido.

Me bajé de la cama y le rogué que me alcanzara su remera que había quedado en el piso, de su lado. A pesar de la confianza que teníamos aún me daba un poco de vergüenza que me viera solo en ropa interior, aunque él se lo tomara con tanta naturalidad. Me tapé enseguida cuando me la tiró y me encerré en el baño. Sí, todo mi cuerpo pedía a gritos una ducha después de la noche de anoche y la reciente reconciliación.

Reí inconscientemente cuando me miré al espejo y noté las marcas que recorrían mi cuello hasta el pecho. Estaba totalmente loco y eso me gustaba tanto. Miré algo confusa el conjunto cara y pelo, analizando lo que me había dicho hace solo unos minutos. De verdad podía generar en los demás algo que no fuera pena y vergüenza ajena? De verdad lo volvía loco... esto? Negué con la cabeza y me metí en la ducha para no seguir pensando.

Cuando salí lo lo encontré poniéndose un jean mientras su pelo mojado dejaba caer una serie de gotas que recorrían su torso desnudo. Babosa ante todo.

- Pensé que me ibas a invitar a bañarme con vos - dijo y reí - Tuve que ir al otro baño, solo - agregó haciendo puchero.

Corrí hasta donde él estaba y me colgué de su espalda, dejando un par de besos en su cuello mojado.

- Queda pendiente la invitación - susurré en su oído y se mordió el labio.

- Vestite si no querés que sea ahora - dijo y reí, qué tan desesperado podía estar? - Y vestite en serio, ni sueñes que vas a salir del cuarto con esa remera que te agachas y se te ve el culo, está Agustín!

Era real lo que estaba escuchando? Lo hice dar vuelta para enredar mis brazos en su cuello y besarlo hasta que se calmara un poco. Y sí, se calmó hasta que empezó a bajar sus manos por mis caderas y no pude evitar reír.

- Basta - advertí y bufó - Controlá tus malditas hormonas.

Rió antes de dejar un beso más tierno en mis labios. 

Maldito Destino-Orian- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora