- Nunca me hablaste de ella - dije entre dientes cuando por fin estuvimos solos.
- Nunca me preguntaste - se defendió y rodé los ojos.
- Voy al baño, me dieron ganas de vomitar - murmuré irónica.
- Oriana - gritó pero fui lo suficientemente rápida como para escabullirme entre la multitud sin que pudiera seguirme.
Entré al baño y me sostuve de la mesada mientras me miraba en el espejo, aunque en realidad no se ni en qué pensaba, estaba ida. Unas cuantas mujeres circulaban a mi alrededor pero no tenía intenciones de moverme de donde estaba.
- Oriana, cierto? - escuchar nuevamente esa voz fue como un baldazo de agua fría.
La miré a través del espejo y asentí sin ganas, ella sonrió.
- Emma, cierto? - la imité con una pizca de ironía en la voz.
- Estás bien? - preguntó y le sonreí falsamente.
- Mejor que nunca.
- Bueno, no tuvimos la oportunidad de hablar antes así que aprovecho para felicitarte, hacen muy linda pareja.
- Gracias - respondí cortante.
- Se la tenía bien guardada Julian, nunca dijo que estaba de novio - largó divertida - No te preocupes igual, se porta muy bien.
- No lo dudo. Y si no te molesta, mi novio me está esperando.
Ella asintió y no demoré en desaparecer de allí, no podría soportar ni un segundo más al lado de esa mujer. Dejé de lado mi inmenso orgullo para acercarme nuevamente a él. Me miró con preocupación y a mí no me pareció necesario arruinar una noche tan importante para él con mis planteos así que dejé un suave beso en sus labios y me aparté con una pequeña sonrisa.
- Hablamos cuando termine todo esto - susurré y asintió, bastante animado.
Las horas no parecían pasar, y yo sólo deseaba volver a casa, estar solos y sacarme toda esta inseguridad de encima. Le di un poco de aire para que pudiera presentarse con la cantidad de gente importante que había en aquella fiesta y también para que se divirtiera un rato con sus compañeros.
- Podes dejar de pensar que pasó algo con Emma? - largó luego de unos cuantos minutos de silencio durante el viaje de vuelta.
Lo miré sorprendida, definitivamente no me esperaba que dijera algo acerca de eso, es más, creía que iba a evitar el tema.
- No pasó nada ni va a pasar, si es lo que te preocupa - finalizó.
- Ya lo sé - admití con pena.
- Entonces por qué te pusiste así?
- No sé, noté algo raro en la forma en que te miraba - expliqué y negó con la cabeza - supongo que me puse demasiado celosa como para pensar fríamente.
Sonrió solo un poco.
- Por qué no dijiste que tenías novia? - indagué, el me miró confundido - Ella me lo dijo.
- Supongo que porque no se dio, voy a trabajar no a hablar de mí.
Hice una mueca y él apretó su mano en mi pierna. Me tuve que contener para no perder el control del volante.
- Podemos dejar de hablar de ella? - preguntó cerca de mi oído y asentí, seria.
Dejó un suave beso en mi hombro antes de relajarse en el asiento, tirando la cabeza hacia atrás hasta que estuvimos en el estacionamiento de mi edificio.
- Por qué estás tan callada? - preguntó cuando me senté en una banqueta de la cocina a tomar un vaso de agua.
Me había descalzado por fin y al pasar por el baño me había lavado la cara y atado el pelo en una colita. Estaba agotada, esa era la única verdad.
- Ningún rollo, solo estoy cansada - admití y él apoyó sus húmedos labios en mi nuca.
Me estremecí, y él aprovechó mi debilidad para rodear mi cintura por detrás y dar un suave mordisco sobre la piel descubierta de mi cuello. No habían dudas de que este chico quería matarme, y como siempre, lo conseguía.
- Qué haces Julian? - solté junto con una pequeña risa.
Cuando quise acordar ya se encontraba parado entre mis piernas y el vestido había volado por los aires. Reímos con complicidad y me prendí a sus labios con deseo, mientras desabrochaba desesperadamente los botones de su camisa para arrancarla finalmente de su cuerpo.
- Feliz estreno - susurró en mi oído con la voz entrecortada, haciéndome reír una vez más.
Enterré mis dedos en su espalda desnuda y sólo me dejé llevar.
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Maldito Destino-Orian-
FanfictionNovela Orian - "Julian Serrano y Oriana Sabatini" Prólogo ♡ No puedo dejar de admirarlo mientras conduce. El viento que entra por la ventana peina naturalmente su flequillo hacia arriba. Su mirada tan fija en la carretera, y su mano derecha con tan...