Capítulo 2

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Aquello tenía que ser una pesadilla. Esa era la única posibilidad mínimamente realista. Porque el hecho de que en ese momento todos los vengadores fugados se encontraran en el salón del nuevo complejo, con él incluido en el pack, no podría plantearse ni en la mayor de las locuras.

Definitivamente, Fury disfrutaba jugando a las cartas con él. El universo entero parecía hacerlo. Tony suspiró, más agotado de lo que se había sentido nunca, sintiéndose un saco de huesos demasiado apaleado para mantener una pose erguida. Se masajeó el entrecejo, luchando por relajarse. Sabía que nunca debería haberle pedido consejo a ese condenado pirata de mal agüero.

El que él tuviera que estar plantado en aquel despacho, preparándose para encontrarse cara a cara con el bando del Capitán América por primera vez desde la Guerra Civil no formaba parte del plan. Sí, vale que era su nombre el que estaba en la cúspide de la pirámide directiva de Los Vengadores de cara al panorama internacional, lo que supondría que él tendría que ser la capa y la espada de la iniciativa de cara al mundo para que el equipo pudiera hacer su trabajo, pero eso no incluía que él tuviera que estar allí.

Tony se sentía más tenso de lo que se había sentido jamás. Y vaya que había tenido momentos de presión con los que lidiar a lo largo de toda su vida...

Él mismo había movido todos los hilos para que ese encuentro sucediera, pero eso no significaba que le gustara el resultado. La necesidad era lo que realmente había movido sus hilos internos. Nada más.

El ingeniero se levantó de su asiento de cuero y se encaminó hacia el espejo de su nuevo y sorprendentemente austero despacho, cogiendo la corbata plateada de encima de la mesa. Se pasó la suave tela por encima del cuello de la camisa blanca y procedió a anudarla. Observando su reflejo, el cuidado traje negro, su pelo cuidadosamente despeinado, la molesta palidez de su rostro y las ojeras que había intentado disimular con corrector infructuosamente; maldijo a Fury una vez más.

La idea de pedirle ayuda había sido para que él intercediera entre el equipo y él. Pero, al final, había acabado en un lío mucho peor. A partir de ese momento, no solo tenía que dar la cara ante ellos, sino que tenía que vivir con ellos. Era increíble cómo se las había apañado el maldito cuervo para engañarlo dos veces con lo mismo.

Al menos había tenido la inteligencia de crear un nuevo complejo. No quería a ninguno de ellos en la Torre Stark. Su preciado bebé era su santuario, y nadie que no fuera íntimo para él tenía acceso a las plantas personales del edificio.

Tocaron el cristal de las enormes puertas correderas a su espalda, las que daban a la terraza privada, sobresaltándole. Se giró, encontrándose con Visión. El androide atravesó las ventanas flotando y se acercó a él.

—Me alegro de que estés cogiendo el hábito de tocar la puerta antes de entrar, pero creo que lo has hecho con la puerta equivocada —comentó Tony con humor.

—¿No son todas las puertas iguales? Era la que más cerca quedaba de mi posición para llegar a usted.

Tony iba a responder, pero cerró su boca antes de decir ninguna palabra. Visión era así, tan inocente... Y parte de él deseaba que siempre fuera así. No pudo evitar sentirse como un padre que se niega a ver a sus hijos crecer.

—Señor Stark, el resto de integrantes del equipo acaba de llegar —le informó Visión, entendiendo que no iba a tener respuesta a su pregunta—. Deberíamos ir a darles la bienvenida.

—¿Ya los viste?

—No, pero sentí su presencia.

Tony observó a Visión con los ojos entrecerrados, analizándolo. Algo en esa frase le había sonado extraño, quizás porque el monótono tono de voz de Visión se alteró. Antes de darse cuenta, la bombilla en su cabeza se encendió.

Only a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora