Capítulo 61

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Tony hizo a un lado su camisa y se enganchó el reactor ARC sobre la camiseta estampada que llevaba debajo. El artefacto brilló con un latido azul que le resultó reconfortante.

Había comenzado con el desarrollo del Mark 50 desde que tuvo en sus manos las últimas investigaciones en microtecnología y se había sentido incapaz de no llevarlas a su terreno. Había ido tomando forma a pasos erráticos mientras peleaba con deshacer los Acuerdos de Sokovia, siendo el blanco perfecto para destinar su frustración al encontrarse con callejones sin salida y sentimientos heridos.

Había imaginado que la primera misión que tuviera con todo el equipo sería la fecha de estreno para aquel experimento, pero al parecer sus planes no iban a salir como esperaban. Pensaba que lo portaría para defender a otros, no para protegerse a sí mismo. Las pantallas acristaladas del taller le dieron un borroso reflejo. El reactor brillaba suavemente y le recordó que, sin importar dónde estuviera o en qué condiciones, él seguía siendo Iron Man.

—Señor, una llamada del Coronel —le notificó Viernes.

—Ponme con él —ordenó Tony, dando paso a la llamada.

—¿Tony? ¿Estás bien? —preguntó Pepper con voz ansiosa.

—Así que me abandonaste por ella, ¿eh, Rhods?

—No seas idiota, Tony —chistó Rhodey—. Viernes nos ha notificado de que hay problemas en el Complejo, ¿qué ocurre?

—Pues en este momento no hay mucho que pueda contarte. Estoy encerrado en mi taller bajo siete llaves bajo las estrictas órdenes del Capi y solo Viernes puede mantenerme al tanto.

—Finalmente ha recobrado el buen juicio —suspiró Rhodey—, llevaba un tiempo haciendo cosas bastante idiotas.

—¡Rhod! —exclamó Pepper, aunque dejó escapar una risa tensa—. ¿Todo está bajo control?

—Conocen mi sistema de seguridad, Viernes las fulminará con los lasers antes de que puedan acercarse a mí —Tony trató de tranquilizarlos, aunque algo en su interior no dejaba de incomodarle y de advertirle que algo iba mal—. Además llevo el nuevo Mark encima por si las moscas.

—Sigo pensando que tengo que ir para allá —susurró Rhodey a Pepper y Tony sospechó que él estaba sintiendo el mismo presentimiento—. Por un día en que te dejo solo y pasan estas cosas.

—Es que eres mi amuleto de la buena suerte, Rhods —bromeó Tony.

—Imbécil.

—Antes de que Tony necesite usar todo su arsenal, tendrán que pasar por encima del equipo. Dudo mucho que Steve se los ponga fácil sabiendo que tiene que protegeros —apuntó Pepper—. De todas formas, vamos de camino.

—Preferiría que no estuvieras en la zona de fuego, Pepper.

—Cállate, me meteré por los túneles de seguridad de ser necesario, pero si puedo hacer algo para que no te toquen ni un pelo, lo haré.

La llamada se cortó y Tony posó su mano sobre el reactor, dispuesto a activarlo en cualquier momento. Atravesando todos los controles de seguridad como si se tratara de un espectro, Loki se personificó ante él.

—Así no hay quien tenga un sistema de seguridad decente —apuntó Tony con una mueca burlona. Aunque para sus adentros, no había motivos para reírse.

La retorcida idea de que alguna de las valquirias podía contar con algún poder similar al de Loki, uno que no estuviera en su mano frenar, le apretó la boca del estómago hasta provocarle dolorosas punzadas. Sabía que no todos los asgardianos contaban con los mismos dones, o con poderes mágicos en general. Thor era capaz de convocar rayos y contaba con la fuerza y la vitalidad de Hércules; no obstante, no tenía los poderes de transformación y teletransportación de Loki. Tony había visto a las valquirias renegadas luchar y ninguna parecía tener un poder parecido, pero y si...

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