Capítulo 60

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—Está despertando —susurró Engla al observar como la valquiria más joven y pequeña de la unidad comenzaba a abrir los ojos.

—Menos mal, pensamos que jamás lo harías —dijo Gür, levantándose de su sitio y caminando hacia ella—. ¿Cómo te encuentras, Kaira?

—Mejor ahora —contestó, separándose de la pared acristalada y haciendo crujir su espalda. Con el movimiento, mechones de su blanquecina trenza deshecha le cayeron molestamente sobre los ojos, comenzó a rehacerla con un bufido atontado y malhumorado—. Me golpearon más fuerte de lo que esperaba.

—A todas nos tomó por sorpresa, no tienes que tomártelo como algo personal —dijo Engla pacíficamente.

La fornida valquiria que no había desistido de patear la pared que las encerraba, empezó a golpear con más fuerza.

—Gelda, déjalo de una vez, acabarás rompiéndote la pierna.

—Esta estupidez midgardiana no será suficiente para mí —gruñó Gelda. Apretó la mandíbula tan fuerte que sus dientes sonaron.

—Bueno, si la prepararon para esa enorme mole verde, te aseguro que no será de juguete —dijo Engla.

—Dejémonos de esto —ordenó Gür—Kaira, necesito saber si te encuentras lo suficientemente recuperada para una misión. Nosotras no podemos hacer mucho aquí por el momento, pero tú sí.

—¿Qué necesitas?

—¿Recuerdas nuestra segunda opción? —preguntó Gür—. ¿Lo que íbamos a hacer si nos atrapaban?

Kaira asintió.

—Tú eres la única con las capacidades para poder seguir el plan y buscar el respaldo de Göll y Sigrún.

—Me descubrirán si lo hago sin más, no tendré tiempo siquiera de alejarme de este lugar.

En su interior, Kaira se preguntó siquiera si tendría las capacidades suficientes para lograrlo. Pese a ser pequeña y delgada, era ágil y tenaz. Sabía usar los elementos a su favor para dominar cualquier pelea y no tenía reparo alguno en utilizar cualquier tipo de arma. Pero aquello aún era nuevo para ella y le costaba dominarlo.

—Entonces solo necesitamos algo que los entretenga —susurró Gür tan bajo que solo Kaira pudo escucharla.

—¿Puedes parar con eso de una vez? —le pidió Helga a Gelda—. Detente o acabaré rompiéndote yo la pierna.

—Hazlo y terminarás sin brazo.

—¡Basta las dos! —ordenó Gür—. Vamos a seguir la idea de Gelda.

—¿¡Qué!? —exclamaron las valquirias renegadas a la vez.

Gelda, acostumbrada a que sus ideas no se llevaran a cabo por ser demasiado toscas y rudimentarias, la miró como si estuviera loca.

—Ya viste lo que pasó antes. Da igual cuánto peleamos contra esta maldita jaula, no valió de nada.

—Pero esta vez lo haremos todas a la vez, y con todas nuestras fuerzas —dijo, lanzándole una elocuente mirada a Kaira.

A su orden, todas las valquirias empezaron a chocar y a empujar las paredes con todas sus fuerzas, muchas de ellas empezaron a tomar carrerilla para poder chocar con aún más ímpetu, dando a la pequeña celda una claustrofóbica sensación de jaula. Kaira no necesitó más para aprovechar la ocasión, reunir con esfuerzo todos los poderes en su interior y desaparecer de aquel lugar como una desapercibida sombra.

Steve y Tony se separaron, sobresaltados ante la señal de alarma emitida por Viernes en todo el Complejo. Respiraban acalorados y en ese momento se dieron cuenta de las arrugas dejadas en sus camisas, del pelo despeinado y los labios hinchados y enrojecidos.

Only a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora