Only a dream

Capítulo 10

El descubrimiento de la marca en su cuello resultó sobrecogedor. Sentía el contacto de la piel cicatrizada ardiente, casi febril. El hilo de la unión que lo emparejaba con Steve le resultaba tan real que era casi tangible. Pero su mente no se sentía capaz de procesar algo así. Solo podía susurrar quedos "solo fue un sueño..." mientras las lágrimas seguían deslizándose por su rostro.

—Tony, necesito que me digas qué te ocurre. ¿Tengo que llamar a los médicos? —preguntó Rhodes, sujetando su rostro por la barbilla y buscando su mirada—. ¿Por qué te agarras así el cuello? ¿Te duele?

Rhodes se acercó, buscando cualquier dolencia que pudiera haber pasado por alto, y Tony estaba demasiado sumergido en la impresión para molestarse por ello. Rhodes jadeó de la impresión al ver la cicatriz de la marca bajo los dedos de Tony. Era un semicírculo perfecto y fino.

—¿Pero qué...? ¡¿Cómo es posible?! —Rhodes apretó el agarre en su mentón, tratando de llamar la atención de Tony.

Tony lo miró, cayendo lentamente en la cuenta de que aquello realmente era real. La mirada preocupada de Rhodes no podía significar otra cosa. Se abrazó a Rhodes, casi de forma instintiva, rezando por no sucumbir a un ataque de pánico. Aunque el dolor de sus pulmones decía otra cosa.

Rhodes, acostumbrado a tratar con Tony en esas situaciones tras lo que había vivido en el agujero de gusano, giró a Tony sobre sí mismo, haciendo que su pecho tuviera contacto con su espalda y las vías respiratorias libres. Diciéndole palabras tranquilizadoras, fue guiando los movimientos respiratorios de Tony con los suyos propios. Tony no tardó en obligarse a sí mismo a imitarle y a seguir un patrón de respiración tranquilo.

Estuvieron largos minutos así, las lágrimas se secaron sobre la piel de Tony sin que él las apartara, pero al final logró relajarse lo suficiente para volver en sí mismo. Tony se irguió, separándose lentamente de él y regresando a la posición que había mantenido antes.

—Tony, me puedes explicar en qué momento...

Tony suspiró.

—Fue durante el sueño. No sé cómo cojones puede haber pasado esto. ¡Era un sueño! ¡UN SUEÑO!

—¿Qué dices de un sueño, Tony? Llevas un rato repitiendo eso, pero no te entiendo. Decías que tu mente se había engañado a sí misma para saciar tu celo, ¿¡pero esto!?

—Tiene que ser eso, el alfa. Él me marcó.

Rhodes lo miró de hito en hito, sin parpadear, tratando de procesar lo que su amigo acababa de decir.

—Perdona, ¿qué?

—No te hagas el sordo. ¿Acaso alguien ha entrado en mi habitación mientras dormía, para poder darle otra explicación?

—¡Por supuesto que no, ya te lo he dicho! He estado cuidándote todo el tiempo, no he salido de este cuarto. Y cuando me quedaba dormido era Visión quien tomaba el relevo. No te hemos dejado solo en ningún momento.

No hacía falta preguntar si alguno de los dos lo había hecho mientras él estaba inconsciente. Más allá de que era impensable por la confianza que se tenían, era biológicamente imposible. Un beta como Rhodes no podía marcar a un omega y un gamma, como lo había bautizado Tony, como Visión, tampoco.

—¿Entonces? Si no ha sido el alfa del sueño y nadie ha entrado aquí, ¿cómo me explicas esto?

Rhodes frunció el ceño, no sabía qué responderle. La teoría que Tony antes había defendido de que su prodigiosa mente se había engañado a sí misma para poder aliviar su celo ya no tenía sentido. No con la marca grabada en su cuello. Eso era algo que solo podía hacer la saliva de un alfa al mezclarse con la sangre omega.