La primera vez que Tony se despertó con náuseas, estúpidamente se sorprendió. No fue hasta que vació todo lo poco que tenía en el estómago, que asoció las náuseas y los vómitos al embarazo.
Tony había esperado que su embarazo fuera uno de esos tranquilos que no tienen náuseas de por medio. Tony bien podía lidiar con la somnolencia, con la fluctuación hormonal, incluso con el estreñimiento, con tal de no vomitar. Después de todo, con sus ritmos erráticos de sueño y su mala alimentación, dos de ellas casi habían formado parte de su rutina. Y con la cantidad de medicamentos que había tomado para ocultarse, sus hormonas habían vivido una auténtica montaña rusa desde hacía años. Pero incluso cuando bebía hasta perder el conocimiento, jamás había vomitado. Era un borracho digno que odiaba la sensación de las náuseas y el ardor de los vómitos. El mero recuerdo de la sensación pegajosa y agria que se le quedaba en el paladar y en la garganta bastaba para resultarle desagradable.
Durante esas seis semanas había sufrido mucho por el estrés que su posición le producía, la ansiedad por estar varado en medio de ninguna parte con Steve, el agotamiento por su cuerpo enfermo... Pero el embarazo en sí mismo había sido tranquilo, hasta el momento.
Se sorprendió al ver que, apareciendo de la nada, Visión le tendió una toalla. Tony alzó la mirada, observando la mullida toalla color crema que Visión le ofreció. Tony la aceptó con un quedo gracias que la toalla silencio. Pero Visión le escuchó e hizo un gesto mudo de entendimiento. Esperó a que Tony terminara de limpiarse y lo ayudó a levantarse y a lavarse en el lavamanos.
—¿Necesita algo? —preguntó Visión, una vez lo hubo acompañado a la cama—. ¿El desayuno, quizás?
Tony arrugó la nariz en señal de desagrado, ante lo que Visión asintió. En silencio, se marchó de la habitación dejando que Tony volviera a descansar. A Tony le agobiaba estar tanto tiempo acostado, más si estaba consciente, pero sabía que todos los que estaban en la casa lo atarían a la cama si se le ocurría levantarse incluso para ir a la nevera a buscar agua.
—Viernes, querida —llamó a la IA, ajustándose el reloj que llevaba en su muñeca—. Enséñame los últimos movimientos en el complejo.
De su reloj se desplegó una pantalla holográfica. Había tenido que guerrear para que le permitieran ponérselo, después de que le arrebataran las gafas y las tablets; todo en un intento de que se relajara y se olvidara de la ansiedad del trabajo y el equipo hasta que se hubiera recuperado. La única razón por la que le habían dejado el reloj era porque le monitorizaba al completo, algo que despertó el interés de Strange. Era bueno que no supieran que esa era solo una de sus funciones más básicas, aunque sospechaba que Bruce también lo había pensado.
Tampoco podían pedirle mucho más, estaba haciendo un esfuerzo por mantenerse quieto, después de estar todo un día en cama, dormitando como un oso en su cueva. Alejarle más de todo era acorralarle contra las cuerdas.
—No ha habido actividad destacada en el complejo durante las últimas veinticuatro horas, señor. Los últimos datos registrados muestran que todo el equipo residente se marchó en dos furgonetas del complejo y no regresó hasta hace una hora y veintidós minutos.
—¿Regresaron todos? —preguntó Tony, pensando en si habían salido para hacer una misión de búsqueda, su búsqueda.
—No, señor. En este momento solo se encuentran en el complejo el capitán Rogers, los agentes Romanoff y Barton, y Wanda Maximoff.
—Estupendo... —susurró Tony, pensando en lo poco que le gustaba que Barnes estuviera fuera del complejo, más si, estaba seguro, estaba tras él—. Por una vez me gustaría que se quedara pegado al culo de Steve.
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Only a dream
FanfictionLa guerra destrozó al equipo, pero el planeta no entendía de eso. El mundo solo sabía que necesitaba a los Vengadores. Así que, tragándose el orgullo, ambos bandos decidieron reencontrarse. Loki decidió que necesitaba al equipo unido para sobrevivi...