Epílogo

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Jessica le manchó la nariz de crema, logrando que brotara de sus labios una sonora carcajada. Los demás rieron con él, era imposible no hacerlo. Peter tenía esa clase de risa dulce y contagiosa que hacía que todo el mundo empatizara con él.

Sentado sobre el regazo de Steve, Peter reía y aplaudía ante la tarta de zanahoria adornada con velas de cumpleaños recién apagadas. Aquello era una pequeña trampa, la única forma de colarle un poco de zanahorias a un bribón que las detestaba.

—No seas ruin con tu hermano —amonestó Rhodey, aunque sus palabras perdieron fuerza con la sonrisa que tenía en los labios.

—Pero si se divierte —contestó Jessica.

—Tanto como tú —dijo Tony, tomando un poco de crema y manchándole la mejilla a Jessica.

Ella, que aún tenía un poco de crema en los dedos, aprovechó para contratacar.

—Dejad de jugar con la comida —regañó Steve, limpiándole la nariz a Peter.

Peter abrió y cerró las manos con ademán torpe, queriendo agarrar la tarta.

—Sois un ejemplo terrible —dijo Pepper, tomándolo de brazos de Steve para que él pudiera ponerse a cortar el pastel antes de que el más pequeño de la familia se hiciera con ella un castillo de bizcocho.

—Nos quieres igual —dijeron Tony y Jessica a la vez.

—Buenos se fueron a juntar —dijo Clint.

—Clint, cariño, no eres quien para hablar —apuntó Laura, ganándose una mirada malhumorada de Clint.

El salón principal del Complejo de los Vengadores estaba lleno de vida. Los pequeños Barton jugaban con Cassie Lang, haciendo que todos los demás se convirtieran en obstáculos a sortear durante sus carreras. Todos habían venido a celebrar el primer cumpleaños del bebé que había puesto de cabeza a los ahí presentes. Había globos flotando en el aire y nubes de algodón colgando del techo, juegos para los pequeños y no tan pequeños, una tarta de zanahoria que el mismo Steve había hecho y un montón de aperitivos con formas de estrellas, planetas, animales y corazones que a Peter le encantaban. Aunque Tony estaba seguro de que a Peter no era el único porque la mitad de la comida había desaparecido una hora después de empezar la fiesta.

Tony se inclinó sobre Peter, que seguía en brazos de Pepper, y le dio un beso en la coronilla. Peter giró el rostro en su dirección, riendo y estirando las manos hacia él.

—Creo que le toca a papá —dijo Pepper, tendiéndoselo.

Tony lo tomó entre sus brazos, incapaz de retener la sonrisa cada vez que esos expresivos ojos castaños lo miraban. Peter tenía ese efecto en todos, lo había comprobado al verle pasar de mano en mano para saludarle y llenarle de mimos. Incluso había visto a Fury hacerle carantoñas junto a Maria, aunque el hombre se negara a admitirlo. Ese era su encanto, era un niño dulce y encantador más allá de que también fuera un Omega Prime.

El ambiente, que ya era pacífico y armonioso, se volvió aún más dulce. Todos le lanzaron automáticamente miradas a Tony. Era un gesto inevitable cada vez que Tony y Peter estaban juntos, riendo como tontos.

—¿Quién tiene ganas de volar? —preguntó Tony, agarrando bien a Peter y poniéndolo sobre su cabeza. Como si Peter fuera un avión, caminó a grandes pasos por el salón haciendo que el pequeño jugara con los globos y las nubes al pasar a su lado.

Los demás reían al verlos a los dos hacer el payaso y gritaban cosas como "¡Ahí está Súper Peter!" para la diversión del bebé. Su risa fue aún mayor cuando escuchó el apodo con el que le llamaba su hermana cuando jugaba con él: "¡Spider-Man!", gritó Deadpool aplaudiendo.

Only a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora