Capítulo 42

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Tony, más por obligación que por cualquier otro motivo, se mantuvo recostado en su cama. Aunque a él le gustaba dormir a las horas más extrañas, la siesta nunca había sido lo suyo, menos cuando tenía mil y una ideas bullendo en su cabeza.

Strange, haciendo alarde de sus títulos de medicina, lo había examinado nada más conseguir el instrumental necesario de parte de T'Challa y lo había obligado a recostarse. Él se había sentido atontado por el sueño y había dado el visto bueno cuando recién llegaron a Wakanda, pero ahora se sentía frustrado porque, pese al cansancio, no podía dormir. Y tampoco podía salir de la habitación, a riesgo de que todos, que habían estado plenamente de acuerdo en que debía descansar, lo ataran a la cama. Eran capaces de usar las esposas de última tecnología de Wakanda, algo que a Tony, en ese momento, no le apetecía nada probar. Antes prefería la magia de Loki, aunque tampoco es que le sedujera mucho la idea.

Ahora que sabía el peligro que se avecinaba, no podía reencontrase con Steve. Y por primera vez, la espera lo estaba matando. Después de ver a escondidas las grabaciones de la mansión de la isla, el hecho de no poder estar frente a frente en ese mismo momento con Steve lo estaba destrozando por dentro. Quería verle y decirle tantas cosas... El ansia le arañaba la garganta, invitándole a gritar. Solo el sentido común le impedía hacerlo.

Pero no podía reencontrarse con él, estaba el riesgo de que tuvieran una discusión rencorosa y horrible. La forma en que había reaccionado Steve, las preguntas que se había hecho y compartido con Clint... Tony sabía que bastaría una mera chispa entre los dos, que aún tenían los nervios alterados con todo lo que estaba pasando, para que todo se fuera a la basura más inmunda.

Tony mismo había comprobado lo vulnerable que se encontraba tras su confrontación con Strange. Era un riesgo que no podía asumir. Y aunque lograran tener un encuentro tranquilo, Tony lo conocía bien. Sin importar lo extrañas que estuvieran las cosas entre los dos, lo protegería del mundo bajo siete llaves y se convertiría en un escudo humano para protegerles a él y al bebé. Sin importar lo torcidas que estuvieran las cosas y los peligros que él pudiera enfrentar. Se imaginó la afilada hoja del hacha de la valquiria clavada profundamente en el pecho de Steve. La imagen fue tan fuerte que incluso imaginó el olor apestoso de la sangre. El estómago se le retorció del puro terror.

Él no podía permitirse eso. Sabiendo todo lo que sucedía, tenía que hacer algo. Al menos lo suficiente para cambiar el funesto destino al que parecían dirigirse sin freno.

Necesitaban ayuda y Tony estaba seguro de que Spider-Woman, esa chica, era importante. Ella sería la llave en todo ese problema.

Igual que lo era Doctor Strange. Su nombre había estado en sus ficheros desde que habían caído en sus manos al asumir la dirección de Los Vengadores. Era uno de los perfiles de reclutamiento que había analizado con mayor interés; el más extraño y plagado de rumores con diferencia. Estaba repleto de fotografías distorsionadas que habían destapado su curiosidad. Aunque después de semejante colisión, se negaba a decírselo. Jamás le había dicho a Steve lo que le había emocionado encontrarse con él en persona, el héroe de su infancia, después del desastre que fue su primer enfrentamiento, no iba a ser diferente con Strange.

Había otros nombres en su mente, muchos de ellos registrados en los anticuados ficheros de cartón y papel que Fury le había hecho llegar antes de desaparecer como una sombra. Pero otros estaban solo en su cabeza, como Spider-Woman.

—Steve... —susurró, recordando cómo había rasgado la sábana para llevarse un pedazo con él.

Tony le envidió. Deseó tener algo de Steve que le permitiera captar su grandioso olor a vainilla. Sentirse arropado por aquel perfume dulce... Eran unos deseos conflictivos y egoístas, pero le era difícil no tenerlos.

Only a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora