Capítulo 59

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Scott comenzó a vaporizar un aerosol a su alrededor con rabia, llenando la habitación de un fuerte olor a desinfectante que hizo a Sam estornudar.

—¿Pero se puede saber qué estás haciendo? —preguntó Sam, tratando de alejar el olor abanicándolo lejos con un cojín.

—Ya he visto lo que está pasando y no pienso caer también —respondió Scott.

—¿Y qué es? Si se puede saber —preguntó Bucky.

—No sé qué clase de hormona o angelito con alas está deambulando por el Complejo, ¡pero no pienso caer! No pienso formar parte de otra parejita ñoña, que con mi suerte acabaría encoñado de..., no sé, de Clint.

—Ya te gustaría a ti tener este cuerpazo serrano a tu disposición —respondió Clint, alzando ligeramente la cabeza con ofensa.

—Deja tu cuerpo serrano para quien tenga hambre.

—Parad los dos, ahora —dijo Natasha, previendo otra de sus estúpidas discusiones—. Y tú, para con eso si no quieres que te rocíe insecticida.

—Sí, señora.

Rápidamente, Scott dejó el aerosol en la mesa de café y se sentó, aunque no paraba de lanzar miraditas a su alrededor a la espera de que algo apareciera y le hiciera encapricharse de forma estúpida. La mera idea lo hizo estremecer.

—Hablando de las parejitas, ¿dónde están todos? —preguntó Sam.

—Wanda ha ido a acompañar a Visión en su guardia —contestó Scott.

—La arañita y el chico zombie siguen en el ala médica, se supone que ya está recuperada, pero Tony no le permite salir todavía —dijo Natasha—, aunque no estoy muy segura de que sean pareja en realidad.

—Tony y Steve están con Strange —explicó Bucky—. Están evaluando a Tony.

—Y Thor y Loki... —comenzó a decir Clint—, después de su desastrosa reconciliación, han estado medio aislados de todo. Supongo que seguirán así hasta que haya noticias sobre las valquirias.

—Y es preferible que así sea —apuntó Natasha—, esos dos tienen mucho que contarse y, francamente, con lo caprichoso que es Loki y lo impetuoso de Thor... No quiero que estén en público en este momento.

Clint soltó un gruñido y le lanzó a Natasha un cojín que esquivó fácilmente y terminó golpeando a Scott.

—¡Eh!

—No instales esas imágenes en mi cabeza —gruñó Clint, haciendo omiso al reclamo de Scott.

—Bueno, dudo mucho que hayan estado días encerrados jugando a las damas.

—¡Nat!



Steve trató infructuosamente de contener la emoción ante lo que estaba viendo en la pantalla. No solo podía verlo, ayudado por las serenas explicaciones de Strange, sino que podía oírlo. Podía escuchar los rápidos latidos de su corazón con claridad.

Tony, que permanecía tendido en la camilla, tomó la mano de Steve y le dio un apretón. Durante un momento, Steve le devolvió la mirada y se sintió sobrecogido por la hermosa sonrisa de Tony. Ambos regresaron la mirada a la pantalla, sin soltarse, y Steve soltó un sollozo de felicidad.

—Como vemos, todo está en orden. El feto está mostrando y un correcto desarrollo y los resultados indican que te estás recuperando perfectamente; aunque tenemos que hacer algo con el hierro, lo tienes un poco bajo —dijo Strange, imprimiendo una fotografía de la ecografía y guardando el archivo de vídeo como Tony lo había programado.

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