Capítulo 39

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En aquella habitación, los relojes dejaron de ser el instrumento idóneo para medir el tiempo. En su lugar, las respiraciones de Tony se convirtieron en tortuosas unidades de medida y, cada pocas inspiraciones, Strange tomaba nuevamente el pulso de Tony palpando su cuello.

Durante sus últimos años como médico, Strange jamás se había sentido así de ansioso, así de nervioso por la evolución de un paciente. Jamás había deseado tanto que alguien abriera los ojos. Aquello le recordaba, de forma casi dolorosa, a sus años como residente.

Tony abrió torpemente los ojos, con la cabeza embotada y el cuerpo tenso. Aunque ya no sentía aquel espantoso dolor, su cuerpo se estremecía como si el fantasma del recuerdo estuviera adherido molestamente a sus nervios. Aún sentía una presión extraña, ajena e incomprensible, en el vientre; aunque no tenía nada que ver con la pesadilla que había vivido antes.

—¿Tony? —lo llamó una voz preocupada, una voz que jamás lo había llamado de esa forma.

Lentamente, haciendo un esfuerzo por enfocar la mirada, se encontró con el semblante de Loki. Estaba pálido, casi traslúcido. Sus labios habían perdido el color y pudo apreciar ligeras manchas azules bajo sus ojos y su cuello. Estaba inclinado sobre él, sin saber qué hacer. Brynhildr estaba tras él, arrodillada en el suelo y sirviéndole de apoyo. Tenía la cabeza apoyada en su hombro y el trenzado cabello rubio le rozó la cara. Tenía un suave olor a sal y abedul que le devolvieron las ganas de dormir. Sus expresiones preocupadas fueron el único motivo por el que no volvió a cerrar los ojos.

—¿Puedes respirar bien? —preguntó Strange, llamando su atención.

Sentado a su lado, con el rictus serio y la frente perlada en sudor, Tony creyó ver un ápice de preocupación. Eso no le quitaba acidez a sus palabras, pero estaba demasiado agotado para guardarle rencor. Quizás en otro momento.

—¿Stark? —lo llamó de nuevo, poniendo una mano con cuidado sobre su pecho—. ¿Tienes dificultad para respirar?

—Estoy bien —dijo Tony, aunque la voz le salió ronca por la tensión que aún tenía en la garganta.

—Prueba a seguir el movimiento de mi mano —dijo, levantando suavemente su mano hasta dejarla a un centímetro de él.

Tony iba a intentar sentarse, haciendo caso omiso de su petición, pero Brynhildr mantuvo el agarre sobre él. Ni siquiera pudo hacer un aspaviento ante la soberbia fuerza de la valquiria y eso le planteó la duda de si él se había vuelto tan tremendamente débil o se trataba de que la valquiria era soberanamente poderosa. Prefirió considerar esa segunda opción.

Malhumorado y desganado, acabó siguiendo el movimiento de la mano de Strange, que ascendía y descendía con lentitud al ritmo de cada inspiración y espiración, estando siempre en contacto con él. Después de repetir ese ejercicio un par de veces, Tony sintió que los músculos se le relajaban y su cabeza comenzaba a despejarse. Strange, al ver cómo regresaba el color a su rostro, se percató y apartó la mano.

—¿Cómo te encuentras?

—Mejor —admitió Tony—, aunque un poco raro.

—¿Raro? —preguntó Loki, que había logrado calmarse lo suficiente para regresar a su acostumbrada expresión ladina. No quedaba rastro alguno de las manchas azules en su piel.

—Sí —dijo Tony—, aquí—Se llevó la palma al vientre y sintió una extraña corriente. Parecía más una paranoia suya que una sensación real, de tan ínfima que era, de tan sutil, pero Tony estaba seguro de que algo era diferente. Se sentía cálido y seguro.

—Se trata de un hechizo protector —admitió Strange—, dos en realidad. Servirá de barrera y os protegerá a ti y a tu bebé durante un tiempo. Os dará salud y fortaleza.

Only a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora