Capítulo 64

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Quizás en otro momento Steve se habría dejado encantar por la hermosa edificación en la que se encontraban. Aunque era especialmente adepto a la pintura, disfrutaba de contemplar todo tipo de expresiones de arte. Aquel lugar, con sus grandes ventanales adornados con marcos de oro y manivelas de plata, los suelos de obsidiana pulida y la orfebrería plateada en el techo eran perfectos para que pudiera quedarse horas observándolos. Él era de esa clase de personas que podía olvidarse del tiempo en un museo, sentado frente a una pieza de arte, hasta que sentía que cada trazado, cada pincelada, cada forma o cada bloque le habían movido las entrañas. El techo de aquella habitación prometía alterarle cada una de las células de su cuerpo. Era hermosa la forma en que los dragones parecían cobrar vida sobre sus cabezas, pese a ser solo adornos del techo.

No obstante, guiándose por instintos y prioridades superiores, Steve apenas le dedicó a su entorno una fugaz mirada apreciativa, más relacionada con examinar las salidas y posibles puntos débiles que su belleza. Quien realmente era la protagonista era la mujer que se erguía frente a ellos en el centro de aquella sala circular, con el trono de plata y cubierto de pieles a sus espaldas.

Después de transportarse a un pequeño planeta que orbitaba lejos de Asgard gracias a la magia de la propia Freyja quien, a palabras de Thor, había encadenado cientos de estrellas con sus rayos para mantenerlo estable; Brynhildr los había guiado con rapidez a través de los pasillos del palacio. El instinto de Steve le gritaba que su visita era más que esperada.

Sus sospechas se vieron confirmadas cuando se encontraron con aquellos ojos azules tan fríos como el hielo que había golpeado su nave hacía tantos años. Los fulminaba con un odio doloroso y letal; ni siquiera pestañeaba, haciendo el sentimiento una constante.

Steve cuadró los hombros y le dedicó una mirada fugaz a Thor. Era ridículo lo parecidos que eran. Igual de altos, con aquella rizada melena rubia que parecía hecha con rayos de sol y los poderosos ojos azules. Al verlos juntos era difícil no sentirse levemente deslumbrado, pero para Steve la belleza de Freyja terminaba ahí. El rostro de Thor, siempre impregnado de aquella innata bondad que parecía ser la clave de su corazón, jamás había destilado el odio y el desprecio que podía ver en Freyja.

—Realmente habéis venido —dijo Freyja.

La habitación estaba saturada con el aroma de Freyja, que lo había exudado para marcar territorio. Olía a almendras y miel. Jamás un olor tan dulce le había producido tanta repulsión y desconfianza a Steve.

Sin necesitar palabras, Brynhildr automáticamente se colocó al lado de ella.

—Ya sabías que vendríamos —dijo Thor.

El conocía el sonido de los truenos, la fuerza de los relámpagos. Sabía reconocer perfectamente cuando eran provocados por una intrusa.

—Eso no hace que vuestra visita sea más deseada. Los dos que despreciaron a mi bellos omegas, los que no supieron protegerlos.

—Deja de hablar de ellos como si fueran unos inútiles —reprendió Thor—. Si tan bien los conocieras, sabrías que no existen personas más valientes que Loki y Tony. Antes se llenan de luz y flores los terrenos de Hela a que ellos se mantengan esperando que alguien los rescate.

—¿Incluso un omega embarazado? —preguntó Freyja, lanzándole una venenosa mirada a Steve—. ¿O uno al que le acaban de hacer la marca?

—Los dos necesitan ayuda —dijo Steve—, y el equipo está para eso. Les ayudaremos porque somos su familia, pero no les restes mérito. Tony y Loki son tan testarudos como luchadores. Esta es una lucha que libraremos con ellos, no por ellos.

—Valientes palabras para el estúpido alfa que lo abandonó y luchó contra él.

—Creo que estás malentendiendo algo —dijo Steve, irritado. Estaba claro que aquella mujer no pretendía escucharles. Aunque en otro momento habría aceptado el ataque, comprendiendo su odio, ahora no tenía tiempo que perder en una retahíla de insultos ponzoñosos que parecían ir en círculos—. No hemos venido aquí por tu consentimiento. Si Tony ha decidido que me perdona, si ha decidido que soy bueno para él, que es feliz conmigo, tu opinión sobre mí no va a aplacarme.

Only a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora