Capítulo 12

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Aunque no se lo admitiría a nadie, cuando la puerta se cerró tras él, dejando al resto del equipo atrás, sintió un extraño nerviosismo recorrerle la espina dorsal. Sin embargo, recordó que era de Tony de quien estaban hablando, así que se dejó de pensamientos estúpidos y siguió adelante.

Pasó por delante de algunos de los pasillos que daban al área central, eficientemente bloqueados a partir de puertas de cristal blindado y cerrojos de seguridad diseñados por el propio Tony.

Al llegar al despacho, la puerta ya estaba abierta. Antes de adentrarse en la habitación, ya pudo ver que Tony estaba esperándole. Lejos del ambiente serio y regio que había mantenido con ellos desde que la iniciativa se restauró y él se convirtió en el director, Tony estaba informalmente sentado sobre la mesa, con los pies balanceándose tenuemente en el aire.

Clint se dio cuenta de que lucía mucho más saludable que la última vez que lo había visto, y no era porque tuviera maquillaje encima como sucedió en el reencuentro. Había ganado algo de peso y un poco color en las mejillas. Aunque para Clint seguía estando demasiado delgado y pálido.

—Hola —saludó Clint, atravesando el umbral.

—Hola —respondió Tony con una sonrisa tensa.

Durante un segundo, Clint observó a su alrededor, sin saber bien qué hacer ni qué decir ahora que había llegado allí. ¿Debía romper el hielo sutilmente o abordarlo todo directamente? No se quitaba de la cabeza la idea de que estaba metido en un pantano y no sabía dónde estaban las arenas movedizas. Inspiró hondo y el aroma de sándalo y canela de Tony le inundó completamente los pulmones. Se sorprendió al sentirse ligero de repente, pero era una sensación tranquilizadora. Tony siempre aportaba una extraña confianza con su mera presencia, pero era la primera vez que la sentía de una forma tan agradable.

Al final, eso fue el empujón que necesitó. Sabiendo que la sutileza y la etiqueta no eran lo suyo, se acercó a Tony y se sentó a su lado, en la mesa. Suspiró, sintiéndose mucho más cómodo en su estilo, aunque no pudiera manejar el terreno.

—Respecto a lo que pasó durante la guerra, yo, Tony, lo siento...

—Olvídalo. Durante el conflicto, todos cometimos errores, yo el primero. Todos nos pusimos nerviosos y las cosas se fueron volviendo más y más caóticas sin poder remediarlo, fue como una bola de nieve, Era imposible que las cosas no se nos fueran de las manos...

Esa afirmación desconcertó a Clint, que lo observó con el ceño fruncido. Eso le quitaba un motivo a Tony para recelar del equipo, para aislarse. Si Tony pensaba así, ¿realmente no tenía ningún mal sentimiento con los otros? ¿Por qué se mantenía aislado?

La repentina y sutil risa de Tony, ligeramente ácida, sacó a Clint de las meditaciones.

—¿Qué?

—Nada, solo que puedo escuchar tus pensamientos desde aquí, Barton. Y eso que no soy Wanda.

—Necesito que me expliques entonces, ¿por qué? ¿por qué este aislamiento? Desde el principio...

Tony se mesó la barba con gesto cansado.

—Clint, tú eres tan consciente como yo que los recelos son mutuos. Hace tiempo, Rhodes me hizo una pregunta..., similar a la tuya. Y lo que le respondí fue que el otro bando sigue demasiado enfadado por los hechos de la guerra, por lo que les hice, como para estar cerca de mí sin herirme. Y, aunque yo soy capaz de ver que todos hemos cometido errores, aún estoy demasiado dolido por lo ocurrido para permitir que se me acerquen en ese estado. Ninguno estamos preparados para tener una sincera actitud conciliadora, algo que permita estabilizar todo esto... Y así están las cosas.

Only a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora