Capítulo 45

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Tony se despertó con la mente despejada y los sentidos espabilados. Le recorrió un escalofrío al sentir un frío incómodo y extraño en el pecho. Le resultó extraño, porque sentía el cuello y las orejas extrañamente cálidas. Abrió los ojos, esforzándose por enfocar la mirada en aquella habitación en penumbras, apenas iluminada por las pequeñas rendijas de las persianas metálicas que bloqueaban la salida al balcón.

Descubrió que, en silencio, Strange estaba auscultándole el pecho descubierto y tomando notas en una carpeta que tenía sobre sus rodillas. Sus ojos brillaban con un matiz dorado que, pese a lo extraño que era y que parecía sacado de una película de terror, a Tony le pareció hermoso. Se preguntó si se trataría de alguna clase de hechizo de visión nocturna.

Mientras, la capa mágica abrazaba su cuello dándole calor en la nuca; incluso sentía como acariciaba su pelo húmedo por el sudor del sueño en aquel ambiente caluroso en un intento de peinarlo.

Strange se dio cuenta rápidamente del momento en que Tony se despertó, pero no desvió la mirada de su pecho.

—Tranquilo, no te muevas —le pidió, trasladando la campana del fonendoscopio de las costillas al esternón.

Tony trató de mantenerse relajado, aunque la repentina visión de Strange nada más despertarse había logrado sorprenderle. Bien podía imaginarse a Bruce o a Visión velando su sueño, incluso a Loki, pero no a Strange. Se obligó a sí mismo a recobrar la postura cómoda sobre la cama y a mostrarse tranquilo; se negó a desviar la mirada de Strange para evitar despertar cualquier sentimiento de superioridad en el alfa.

Tony, a causa de la experiencia, había decidido medir todos esos pequeños contactos con alfas problemáticos para evitar que le pasaran por encima. Y Strange ya había dado muestras de tener una opinión para todo y de sentirse superior a los demás. Y Tony antes se ponía a dar brincos en el bosque vistiendo solo una tiara de flores y bailando con dos ramas de árbol en las manos antes de bajar la cabeza.

Tan pronto como Strange terminó con el procedimiento y tomó las últimas notas, devolvió la mirada a Tony.

—Tienes mejor aspecto —valoró Strange, sin comentarle nada de lo que había apuntado.

Para su consternación, Tony se dio cuenta de que tenía razón. No podía verse pero, después de dormir del tirón, efectivamente se sentía mucho mejor. Odiaba darle la razón a los demás, que habían estado dando vueltas a su alrededor como abejas zumbantes durante los últimos días insistiendo en que descansara.

—Ahí vamos, aunque un café me vendría de perlas.

—Deberías irte despidiendo de eso, al menos por el tiempo de embarazo que te queda.

Tony emitió un gruñido bajo.

—Es lo mejor para el bebé —atajó Strange, logrando que Tony suspirara cansinamente—, no recomiendo más que un café descafeinado, más en tu estado actual.

Tony tuvo deseos de agriar la cara, pero consiguió contenerse. Odiaba el café descafeinado. No solo le sabía a polvo, sino que le quitaba toda la gracia a beberlo. ¿Para qué tomar café si no podía sentir el torrente de la cafeína en las venas? Pero sabía que acabaría sucumbiendo, aunque fuera por la rutina de tomar un café cada vez que estuviera con un problema aparentemente irresoluble rondándole la cabeza.

—Eso es mejor que nada.

Tony intuía lo que le seguiría. Adiós a las rosquillas. No le hacía falta preguntarle a Strange para saber que eso iba a ser una negativa inmediata. Si había sido malo para él antes, como bien le había sermoneado Steve una y otra vez cuando convivían en la Torre Stark, durante el embarazo no valía la pena ni mentarlo. Se aproximaban meses de dieta sana y deporte sosegado. La simple idea fue tan deprimente como para que tuviera deseos de dormirse de nuevo, pese a que ya no tenía nada de sueño.

Only a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora