Capítulo 28

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Steve se despertó en su cama, totalmente desconcertado y con las manos apretadas en puños, con la sábana arrebujada entre sus dedos, como si hubiera deseado agarrar algo y se hubiera tenido que conformar con la tela tibia. Como si hubiera querido estirar la mano hacia Tony... Steve emitió un suspiro exasperado, desesperado por la intensidad de aquel encuentro con Tony. El recuerdo estaba tan fresco en su memoria que le bastaba cerrar los párpados para verle otra vez. Para escuchar su risa de nuevo y ver su rostro, por primera vez en mucho tiempo, lleno de alegría. La última vez que había tenido la oportunidad de ver las mejillas sonrojadas de Tony y ese brillo en sus ojos había sido en aquel sueño... Quizás estaba destinado a soñar con su sonrisa, a perseguirla como un explorador sediento en medio del desierto, sabiendo que no tendría oportunidad de verla en la vida real.

La lógica le dictaba que esa era la verdad, que su cerebro estaba fantaseando con meras quimeras, que únicamente se trataba de otro vivido sueño... Pero el penetrante aroma a canela que se mantenía en su nariz decía lo contrario. Y la sensación de llamada tardó demasiado en desaparecer de su cuerpo como para no darle vueltas a esa posibilidad.

Uno se podía permitir soñar, ¿verdad?

Cuando al fin se levantó, diciéndose a sí mismo que era hora de hacer algo de provecho, lo primero que hizo después de prepararse fue ir a la cocina. Antes de entrar, lo recibió el olor ácido del jugo de naranja y las tostadas francesas que solía preparar Wanda cuando se despertaba de buen humor. El perfume a canela caliente le dieron ganas de gruñir, pero pudo contenerse mordiéndose la lengua.

—Vaya, vaya, mira por dónde... El bello durmiente se ha dignado a levantarse —lo saludó Bucky con una sonrisa lobuna, antes de meterse una cucharada de cereales de chocolate en la boca.

—Eso capi, ¿qué pasó? ¿Se te estropeó el despertador? —bromeó Scott.

—Dejadle en paz. Le viene bien levantarse tarde de vez en cuando —dijo Sam.

—Tampoco es que tengamos misiones ultra urgentes últimamente, supongo que Tony se estará ocupando de eso —dijo Wanda desde la cocina, pasando por alto cómo se produjo una tensión general ante su comentario—. ¿Una tostada francesa, Steve?

Wanda lo miró con una expresión dulce y enigmática que llamó la atención de Steve. Parecía que estuviera riéndose de un chiste privado, pero no tenía muy en claro la razón.

—Sí, claro —dijo Steve, logrando que la sonrisa de Wanda se hiciera aún más grande.

Steve no tenía por costumbre tomar desayunos tan llenos de azúcar, pero después de ver esa sonrisa en una cara que llevaba semanas mostrando un semblante tan triste, se alegró de hacerlo. Además, después de haber soñado tan insistentemente con Tony, hincarle el diente a las tostadas francesas llenas de canela parecía la forma más próxima que tenía de saciar el hambre.

—Enseguida. Ve y siéntate, hoy me toca a mí servirte el desayuno, que tú siempre me mimas.

Steve no tenía intención de mimarla, pero siempre le salía la vena protectora con ella. Probablemente a todos en el equipo. Igual que había pasado con Visión... Era difícil resistirse a su inocencia.

En la habitación estaba casi todo el equipo que residía en el complejo. Scott y Sam estaban sentados juntos y frente a ellos estaban Natasha y Bucky. El espacio que solía usar Clint estaba vacío, pero sabía que la noche anterior había estado haciendo prácticas de tiro nocturnas así que lo más probable era que estuviera durmiendo. Y Rhodes... Por mucha tristeza que ese hecho le diera, Rhodes solía tener horarios que se oponían por definición a los suyos. Apenas pasaba tiempo en las zonas comunes y cuando lo hacía, apenas hablaba. Aunque para Steve aún era un rayo de esperanza que él permaneciera en el complejo.

Only a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora