Los latidos incesantes de su corazón le taladraban los oídos, haciéndole imposible escuchar nada más que el bombeo apurado de sangre en sus venas. Si no hubiera sido así, se habría dado cuenta de cómo el tenso mutismo regresó a la habitación con su marcha; de los suspiros de derrota; de las calmadas palmadas en la espalda de un amigo a otro, intentando dar consuelo; del arrastrar de una silla y unos pasos que imitaron su mismo camino. Pero él estaba demasiado centrado en regresar a su refugio como para poder ser consciente de nada más que de la manera en que cada latido de su corazón parecía ser capaz de hacer vibrar todo su cuerpo.
Tecleó el panel de seguridad que daba acceso al pasillo de su ala personal y corrió hasta llegar a su habitación. Casi desesperado, sintiendo los comienzos del calor surgir de su vientre y extenderse por sus venas como si se tratara de fuego. No llegó a la cómoda en la que guardaba todos los supresores e inhibidores, incluso aquellos inyectables de altas dosis usados para emergencias. Cayó en el suelo de su habitación, de rodillas, sujetándose el vientre y sintiendo que no podía respirar. Jadeó, pero el aire parecía no llegar a sus pulmones. Se sentía caliente y nervioso; tenía miedo. Un incómodo pitido apareció en sus oídos según se ovillaba, abrazándose el vientre con las manos. Su cuerpo parecía buscar algo, clamar por algo, pero sentía la mente tan aturdida por su estado febril que no era capaz de pensar en qué. No fue consciente de la persona que entró corriendo a su habitación. Apenas cuando pudo ver sus piernas aparecer frente a él, sus ojos se cerraron y fue incapaz de abrirlos otra vez. Se vio sumido en las tinieblas sin posibilidad de huir de ellas.
Lo que pareció una eternidad después, sumido en aquella bruma oscura, se desintegró cuando la luz del sol se filtró por sus párpados y su calor bañó su piel. No era un calor desagradable como el que había sufrido antes. Era dulce, muy cálido. Se sentía acunado por las caras almohadas de plumas y el cómodo colchón. Y aunque la luz de buena mañana le había despertado, no tenía ningún deseo de levantarse de la cama. El dolor padecido parecía esfumarse en el recuerdo ante semejante comodidad.
Se movió en la cama, colocándose de lado, cuando chocó contra algo. Recorrió la barrera con los dedos, descubriendo que no se trataba de una pared ni del cabecero de la cama —había dormido en posturas más raras después de todo— al descubrir los huecos y cumbres que solo podían ser resultado de un torso de hombre duramente ejercitado. También supo que no era ninguna estatua cuando sintió los tranquilos movimientos de su respiración y la tibieza de su piel. Paseó los dedos por su pecho, maravillándose por los agradables escalofríos que le proporcionaban sentir su contacto. El hombre a su lado pareció sentir lo mismo porque sintió cómo se contraían los músculos ante su roce.
La proximidad le resultó agradable, cómoda, e instintivamente acortó aun más la distancia esperando disfrutar del cobijo cálido del cuerpo junto a él. Como si sus pensamientos estuvieran conectados, el hombre junto a él lo rodeó entre sus brazos en un gesto protector que casi podía ser catalogado de mimoso. Y Tony se dejó mimar, disfrutando del primer momento de verdadera paz que había tenido en años.
No recordaba cómo había llegado allí, sus últimos recuerdos eran borrosos y estaban dispersos en su mente a causa de su mente febril. A saber lo que había hecho luego de caer inconsciente contra el suelo, quizás había estado sumido días en el estado de calor de su celo que tanto había intentado reprimir. Al final, los medicamentos le habían fallado. Pero su mente adormilada solo pudo pensar en que, si aquel momento de dolor le había llevado a estar en aquellos brazos, bien había merecido la pena. Había sufrido tantas veces en su vida sin recibir más que una pena tras otra que tener un instante de paz era agradable para variar.
Mientras sentía como, para su desgracia, sus atontados sentidos se iban despertando poco a poco, se replanteó cómo era que ya no sentía el ardor del celo. ¿Se debía al hombre que estaba a su lado? ¿Habían mantenido relaciones y no las recordaba? No sentía ningún cambio producto de una productiva sesión de sexo que diera a entender eso. Durante los últimos días su celo se había mostrado irregular, a punto de salir a flote pero sin lograr hacerlo al final. ¿Había sucedido eso, quizás? Después de la dolorosa oleada, su cuerpo había logrado calmarse antes de volver a arremeter. ¿Ese hombre había venido a paliar eso?
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Only a dream
FanfictionLa guerra destrozó al equipo, pero el planeta no entendía de eso. El mundo solo sabía que necesitaba a los Vengadores. Así que, tragándose el orgullo, ambos bandos decidieron reencontrarse. Loki decidió que necesitaba al equipo unido para sobrevivi...