Capítulo 27

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Tony se palpó la cicatriz, confuso, observando la vacía playa a sus espaldas. La piel marcada de su cuello le cosquilleaba y a Tony le costaba creer que realmente no hubiera nadie allí. Había sentido esa mirada penetrante clavada en sus huesos, tirando de él en la dirección del intruso. Quizás se estaba volviendo paranoico, pero el olor que había captado con su nariz...

—¿No había alguien...? —preguntó Tony con voz queda, obviando que Bruce lo miraba con el ceño fruncido. Miraba cómo sus dedos palpaban su cuello con esa preocupación amable tan característica suya.

Bruce inspiró hondo, captando el perfume ligeramente ácido del mar y la humedad profunda de la vegetación próxima a la playa. Sus sentidos de beta no pudieron percibir nada más, aunque algo dentro de él se removió incómodo, sintiendo que había algo que estaba pasando por alto.

—¿Has visto a alguien por aquí? —preguntó Bruce, poniéndose frente a Tony en un ademán protector, estudiando con detenimiento todo el entorno en busca de cualquier indicio sospechoso.

Tony se sacudió un estremecimiento, y según el cosquilleo de la marca desaparecía, se aseguró a sí mismo que solo habían sido imaginaciones suyas provocadas por una noche de insomnio.

—Solo han sido cosas mías —dijo Tony, palmeando el hombro de Bruce y haciendo que volviera la mirada a él—. El juego de luces de buena mañana me hace ver cosas donde no las hay.

La marca dejó de enviarle calambrazos por el cuerpo y Tony dejó de rozarla con la punta de los dedos. Pero Bruce no podía dejar de alternar la mirada entre la visible cicatriz y su rostro forzosamente tranquilo.

Tony suspiró profundamente, mirando el amanecer. Caminó hacia la orilla, dejando que sus pies desnudos se mojaran con las primeras olas de la mañana. Hacían una ligera espuma al estrellarse contra sus pies, dándole a Tony ganas de enterrar los dedos en la arena. Bruce caminó a su lado, permaneciendo en silencio contemplando el espectáculo hasta que el sol dio sus presentaciones a un nuevo día con claridad. Los tonos rosas y violetas del cielo comenzaron a desaparecer con la facilidad con que se deshacían las olas contra sus pies.

—Bien, supongo que ha llegado el momento —dijo Tony, rompiendo el momento de paz.

—¿El momento para qué?

—Para hacer los preparativos y seguir con el plan de viaje.

—¿Cómo que plan de viaje? ¿Tus planes no implicaban buscarme únicamente a mí? ¿Qué estás maquinando con esa mente traviesa, Tony?

Tony se encogió de hombros.

—Solo ser un buen amigo. Los Vengadores están dándole la lata a T'Challa, llorándole porque no saben dónde estoy. Organizaremos las cosas para que me vean con él en un entorno controlado. Quizás así, y con el testimonio de T'Challa, desistan de su búsqueda.

Tony esperaba que así fuera. No había tenido tiempo la noche anterior para ver todo el trabajo que Viernes había hecho con los audios bloqueados en el complejo, apenas una vista superficial a través del informe final que la IA le había hecho, pero era obvio que se estaban moviendo para encontrarle. Tenía que intentar pararles, aún no se sentía preparado para encontrarse cara a cara con Steve.

—Le ordené a Viernes anoche que se comunicara con T'Challa para hablarle de la visita. Y como ya tenemos su consentimiento, ¿para qué esperar más? Si viajamos ahora con los poderes de Loki, estaremos en Wakanda antes del almuerzo, así que será mejor que no desayunes.

Al ver que los planes incluían al refunfuñón dios nórdico, Bruce enarcó una ceja. No hacía falta tener el don de la clarividencia para saber que se avecinaban problemas. Y no erró, pues Loki casi congeló a Tony en el sofá para impedir que se moviera del sitio.

Only a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora