Capítulo 4

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Las cosas no podían estar más tensas en el complejo de Los Vengadores. Tony era más que consciente de ello, observando a partir del ojo de Viernes cada uno de los sucesos acontecidos en el lugar día a día.

Tony había esperado que, una vez pasado el pánico inicial, las cosas regresaran lentamente a su cauce natural, a la manada que habían intentado ser en el pasado. Tony había puesto todo su esfuerzo para que eso fuera así, para que el plan funcionara. Había diseñado una nueva residencia que estuviera totalmente limpia de los espectros del pasado, un lugar para empezar de cero. Diseñado nuevos trajes y armas especializadas a cada uno de ellos para hacerlos sentir bienvenidos como individuos, no solo como grupo. Porque una manada se componía por el valor de los que la formaban. Y había evitado estar en compañía del equipo en todo momento porque él se consideraba a sí mismo el origen y fuente de todos los males de aquella extravagante familia. Y pensando en el bien común, había decidido apartarse. Sin embargo, se equivocaba.

Por su estado de salud, Rhodes aún no podía participar en los entrenamientos, así que se pasaba la mayor parte del tiempo encerrado en el gimnasio del ala médica o en el laboratorio de Tony. Sin embargo, las pocas veces que se encontraba en las zonas comunes con los demás, Rhodes se mostraba frío e irascible, acción que hacía hundir en la miseria a más de uno de sus compañeros, entre ellos Sam.

Visión en cambio, aunque sí participaba en cada uno de los entrenamientos, se mostraba tan apático, casi carente de emociones, que distaba mucho del amable androide que todos conocían. Y rehuía cualquier mínimo contacto con Wanda, prefiriendo pasar tiempo con, para sorpresa de muchos, Scott. Cuando Tony se dio cuenta, prefirió no preguntárselo, pero se planteó si, quizás, Visión prefería estar con el hombre hormiga por los nulos lazos que habían tenido antes de la guerra y por su interés por la ciencia, lo que le debía hacer una compañía mucho más amena que otros compañeros.

Scott se sentía entre la espada y la pared. Wanda, quien era la más joven de su equipo, le recordaba tremendamente a su hija. No era más que una niña. Verla sufrir por la indiferencia de Visión era descorazonador. Pero Visión, con su comportamiento inocente, le parecía tan vulnerable que lo último que quería era hacerle daño... Y era obvio que la proximidad de Wanda se lo hacía. Ver a Visión sufrir era como ver a un bebé llorar silenciosamente: le rompía el corazón. Se sentía como el tío Scott, dividido entre sus dos sobrinos favoritos.

A Tony le habría divertido ver a Scott frustrado y con deseos de destrozar el suelo a base de pisotones si no fuera porque él tenía unas preocupaciones semejantes. Le dolía ver cómo todos permanecían cual piezas sueltas, con los bordes filosos y astillados, incapaces de volver a unirse y formar un todo. Y por ello Tony se paró al ver a los dos hombres que había mandado llamar entrar por la puerta de su despacho.

—¿Cómo han ido las cosas hoy, chicos? —La sonrisa de Tony era tirante, estaba tenso de la cabeza a los pies.

—Progresando adecuadamente —resopló Rhodes, poniendo los ojos en blanco—. Me siento como un crío en el colegio.

—Nosotros también progresamos adecuadamente, señor Stark —dijo Visión, aunque su expresión no acompañaba con lo que se suponía era una buena noticia—. Poco a poco somos más conscientes de las aptitudes y actitudes en combate de cada uno de nosotros.

Tony lo observó, enarcando una ceja.

—¿En serio Visión? Porque esa no ha sido la impresión que me ha dado al ver las grabaciones.

Visión se mantuvo impasible y a Tony le dio lástima verle tan tenso. Le apenaba no ver a Visión con su sutil e inocente sonrisa atravesando las paredes y las puertas del complejo.

—Me he dado cuenta de que te has estado llevando muy bien con Scott —preguntó Tony en un amago de tranquilizarle y llevar la conversación con suavidad.

Only a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora