«Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Mira, haré llover alimento del cielo para ustedes. Cada día la gente podrá salir a recoger todo el alimento necesario para ese día. Con esto los pondré a prueba para ver si siguen o no mis instrucciones» (Éxodo 16:4).
Los israelitas llevaban un mes y medio de haber salido de Egipto, sus jornadas de marcha los habían conducido hasta el desierto del Sinaí lugar donde le reclamaron a Moisés la falta de alimentos: «¡Si tan solo el Señor nos hubiera matado en Egipto! —protestaban—. Allá nos sentábamos junto a las ollas llenas de carne y comíamos todo el pan que se nos antojaba; pero ahora tú nos has traído a este desierto para matarnos de hambre» (v. 3). Y sus odiosos reclamos llegaron a oídos de Dios quien les proveyó de comida (carne y pan), no sin antes ponerles una condición pues ya había perdido la paciencia con ellos: "Para ver si siguen o no mis instrucciones".
Lo que trato de enseñarte hoy es simple: Así como reclamas, criticas, te quejas y despotricas contra Dios cada vez que te falta algo, así mismo debes saber que Él no quedará en deuda contigo ––te proveerá, sanará, cuidará y guiará––, pero te hará llegar la factura por el reclamo emitido. Lo mejor entonces es "pedirle con humildad" y no exigirle como si Él estuviese obligado a cumplir tus demandas. Reclamar y pedir son dos verbos diferentes, los resultados de los mismos también.
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DE MADRUGADA CON DIOS
SpiritualEn esta obra --en construcción-- agrupo las reflexiones que a diario publico en mis cuentas sociales a primera hora de la mañana, por lo general en las madrugadas, de ahí el nombre del libro. He venido subiendo estas reflexiones desde hace meses en...