«Pero Esaú corrió a su encuentro y lo abrazó. Le lanzó sus brazos alrededor del cuello y lo besó. Los dos lloraron» (Génesis 33:4).
Este versículo es conmovedor, se trata de la reconciliación de dos hermanos que estaban peleados y que por muchos años no se veían y que ahora, "por conspiración divina" se volvían a reunir. Nótese cómo el hermano que por derecho estaba enojado, Esaú, fue el que corrió al encuentro de Jacob quien lo había engañado dos veces: Quitándole sus privilegios de primogenitura y robándole la bendición paterna. Jacob merecía todo el enojo de Esaú y más aún la muerte, ¡se la tenía bien merecida! Pero los años, el distanciamiento y el desierto habían trabajado en Esaú, ya no era un "camello salvaje e indómito", ahora era el Jefe Patriarcal de un clan tan grande como el de Jacob, ¡Dios también lo había bendecido a él! Ya no había rencor en Esaú, sólo quería recuperar a su hermano menor.LECCIÓN: Si confías en Dios y le entregas "esa situación" él se encargará de arreglar todas las cosas, incluso aquellas que parecen no tener remedio. Y cuando veas que todo se está alineando sonríe, es la gracia del Señor que está actuando a tu favor..., ¡Esaú correrá a ti y te abrazará!
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DE MADRUGADA CON DIOS
Tâm linhEn esta obra --en construcción-- agrupo las reflexiones que a diario publico en mis cuentas sociales a primera hora de la mañana, por lo general en las madrugadas, de ahí el nombre del libro. He venido subiendo estas reflexiones desde hace meses en...