«El rey Acab contestó: —Hay otro profeta, Micaías hijo de Imlá, pero lo detesto porque cuando él habla de parte del Señor nunca me dice nada agradable. Siempre dice lo que no me gusta. Josafat le dijo: —El rey no debería hablar así» (1 Reyes 22:8).
LECCIÓN.
Año 848 a.C., Acab reina en Israel y Josafat en Judá. Este último fue a visitar a Acab. En Israel se proponen re-conquistar Ramot de Galaad una antigua ciudad israelita en poder de los sirios. Ambos reyes consultan a Dios para saber si les iría bien en esta campaña, para eso recurren a los "profetas de la corte", unos 400 hombres. Todos ellos le auguraron éxito a Acab ––como era de esperarse de quienes viven a expensas del Palacio––, pero Josafat no quedó convencido por eso le pide a su colega consultar a otro profeta, alguien diferente, imparcial, íntegro..., y ahí entra en escena Micaías a quien Acab detesta porque "siempre le dice lo que no le gusta".
Al leer toda la historia vemos que efectivamente Micaías le profetizó al rey que la batalla para recuperar Ramot la perdería ¡y así fue! Producto de este vaticinio lo metieron a la cárcel. ¿Qué aprendemos? Profetiza, enseña, predica, declara, asesora, aconseja lo que no quieren escuchar. Es fácil decirles lo que quieren oír, así siempre los tendrás contentos y recibirás muchos beneficios ––aplausos, aprobación, dinero, puestos, promoción––, pero decir la verdad es un acto para valientes, es una consigna que sólo los más arrojados estarán dispuestos a hacer; hazlo incluso si eso significa perder la cobertura del rey.
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DE MADRUGADA CON DIOS
EspiritualEn esta obra --en construcción-- agrupo las reflexiones que a diario publico en mis cuentas sociales a primera hora de la mañana, por lo general en las madrugadas, de ahí el nombre del libro. He venido subiendo estas reflexiones desde hace meses en...
