«Pero el centurión respondió y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; mas solamente di la palabra y mi criado quedará sano» (Mateo 8:8).
Cuando leo las palabras pronunciadas por este jefe militar ––centurión–– mi corazón se estremece porque comprendo lo pequeñito que soy en cuestiones de fe. Muchas veces me he desanimado cuando no veo el milagro, cuando mi oración no ha sido contestada o cuando las cosas no resultan como yo quiero. Reconozco que carezco de la fe de este hombre quien fue capaz de creer ciegamente en Jesús a tal punto de decir: DI LA PALABRA Y SERÁ HECHO. Para él no era necesario que el Maestro fuese a su casa, no quiso molestarlo, simplemente le bastaba la palabra de sanidad para que su empleado recobrara la salud..., ¡y así fue como ocurrió!
Hoy le pido al Señor que me ayude a "creer primero para comprender después y no tratar de entender para luego creer". Amén, que pueda decir al igual que ese soldado, ¡DÍA LA PALABRA SEÑOR Y RECIBIRÉ TU DON!
ESTÁS LEYENDO
DE MADRUGADA CON DIOS
SpiritualEn esta obra --en construcción-- agrupo las reflexiones que a diario publico en mis cuentas sociales a primera hora de la mañana, por lo general en las madrugadas, de ahí el nombre del libro. He venido subiendo estas reflexiones desde hace meses en...