Capítulo 10

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El interior del piso era pequeño, pero muy cálido. Tenían la calefacción puesta y la lluvia ni tan siquiera se escuchaba a través de las paredes. Sin embargo, un rayo cruzó el cielo e iluminó una de las ventanas. David se quedó mirándolo una milésima de segundo y luego se irguió. Él era alguien importante, y eso era lo que tenía que demostrar en aquella reunión.

Entró en la sala donde la anciana le señalaba con la mano y avanzó seguro de si mismo por ella. Había una mesa y unos cinco hombres en la sala. Cuatro de ellos, cada uno en una de las esquinas de la rectangular habitación, con armas que harían salir corriendo al mas valiente de los hombres. Querían tenerlos controlados, y desde luego que iban a lograrlo. David dirigió una rápida mirada a todos los hombres de las esquinas y uno de ellos le devolvió una mirada que parecía iracunda, como si le molestase su presencia o como si estuviese molesto por algo y no le importase que se le notase. Otro de los hombres elevó la cabeza en señal de suficiencia cuando David lo observó. Los cuatro eran altos, fuertes, y el que parecía enfadado aparentaba tener unos cincuenta años. Ninguno de ellos era novato y David podía apreciarlo simplemente por la fuerza que transmitían. 


Había dos hombres sentados en un sofá, conversando con una botella de vino acabada de abrir. Las copas del vino rojizo reposaban en la mesa, y todas las miradas se centraron en David. El chico sabía que había mas personas en la casa. Siempre las había. Por si acaso las cosas se ponían mal y debían de matar a alguien. Aunque una sola persona fuese suficiente para matar a alguien, ellos estaban prevenidos. David sabía que al menos habría diez personas en aquel lugar. Era como si las intuyese. Como si tuviese un sexto sentido para eso. Caminó imponente, sin mediar palabra y se sentó con el sofá de en frente a los dos hombres sentados. Se sentó con las piernas abiertas y colocando los dos brazos en los reposa brazos. Esperó unos segundos, contándolos mentalmente. Nunca más de diez, y habló, con una voz tan segura de sí misma que dejó ver a los cinco hombres de aquella sala que no hablaban con ningún principiante.

-Bien, no creo que tengan ganas de perder el tiempo, ni mucho menos de hacérmelo perder a mi. Maek ya se ha puesto en contacto con ustedes, y por lo que he sido informado van a necesitar de mis servicios.- y haciendo una pausa pero sin dejarles tiempo para contestar, añadió.- Estoy seguro de que ya habrán oído en más de una ocasión mi nombre. Ahora pueden ponerle cara. Soy Cobra.

Y ahí fue cuando sucedió. La mirada de los dos hombres que estaban sentados en el sofá se congeló. Reconocían ese nombre. Todos en aquella maldita estancia lo habían reconocido. David dejó asentar la información y luego dirigió una mano hacia Marco, señalándolo. El chico rubio estaba detrás de él, como si estuviese temeroso por algo.

-Ese de ahí es Marco, será mi mano derecha durante el tiempo que necesiten de nuestros servicios. Les aseguro que controlaré hasta el más mínimo detalle de todo lo que tenga que ver con su cuenta, señores.

Cuentas. Así era como llamaban a los clientes. David esperó de todo corazón que Marco no hablase, y así lo hizo, simplemente se limitó a asentir levemente con la cabeza a modo de saludo a los demás hombres. Los dos hombres del sofá, ambos de cabellera negra y ojos oscuros, uno marrones y el otro negros, se quedaron mirando interesados a David.

-¿Y qué es lo que propone Maek para que esté tan seguro de que lo escogeremos a él? Cuando hablé por teléfono tan sólo le mostré mi interés, pero en ningún momento le dije que aceptaba sus condiciones. Fue él quien quiso que os dedicase mi preciado tiempo.

David le sonrió complaciente. Se esperaba aquello y se había preparado para darles la respuesta que buscaban.

-Dinero. Más del que jamás puedan ni tan siquiera llegar a imaginar. No hay mano en esta ciudad mas poderosa que la de Maek. Hasta el mismo Zorro se queda detrás de él cuando se trata del tráfico de armas. Vengo a proponeros algo, y estoy totalmente convencido de que sabrán apreciarlo. Además de eso, les daremos clientes, cuentas seguras donde el beneficio es enorme.

No se le ocurrió pronunciar la palabra riesgo. Esa era una de la clase de palabras que había que evitar decir a toda costa en momentos como aquel. David desconocía quien era el otro hombre sentado al lado de Relf, es más, ni tan siquiera sabía cual de los dos era ese hombre, pero ambos lo miraron de buena gana, como si les hubiese gustado su forma de hablar o lo que les había propuesto.

-¿Qué hay del riesgo? - en esta ocasión habló el otro hombre, mencionando la palabra que David se había negado a usar.

Llevaba un cuello alto de color negro que remarcaba aún más sus oscuros ojos. Sus facciones eran rudas, y escrutaba con la mirada a David.

-Mentiría si dijese que no hay.

David le mantuvo la mirada con tanta determinación que el otro hombre se vio obligado a levantar el mentón, en señal de superioridad.

-No obstante, también mentiría si no les dijese que casi todo el riesgo corre de nuestra cuenta.

Podría haberles dicho que hasta ese momento todos sus clientes estaban satisfechos con su trabajo, pero eso sería como cavar un hoyo y dejar que lo enterrasen. Bajo ningún concepto debía de hablar de otros clientes, eso para la mafia era signo de debilidad y de poca lealtad. Nadie debía de saber para quien trabajaba quien. Los secretos y la habilidad para mantenerlos eran algo crucial en ese mundo.

Ambos hombres intercambiaron una mirada, pero David supo ver la desconfianza en ella incluso antes de que ellos lo supieran.

-Nuestro trato es seguro.-prosiguió David.- Dentro de cuatro noches tendrán cientos de armas a su disposición. Marco y yo nos aseguraremos personalmente de cumplir todas las órdenes de Maek en relación a su caso.

Los dos hombres intercambiaron una mirada. No acababan de confiar en lo que el chico les decía y David lo sabía. La anciana se acercó entonces a ellos, sentándose en el brazo del sofá con lentitud.

-He trabajado antes con este joven. Se que es de fiar.-dijo como si estuviese defendiendo a un ser querido.-

David se quedó muy quieto y perdió su mirada en aquellos ojos celestes que lo taladraron. No entendía el porqué aquella anciana estaba allí, ni mucho menos el porqué había intervenido a su favor, pero no pensaba desaprovecharlo.

-Es cierto, y en todas las ocasiones que hemos trabajado juntos nuestros planes han salido mejor que bien.

Ella asintió con la cabeza y David pensó que tal vez no fuese tan mala como la recordaba. Los otros dos hombres se quedaron mirando a la anciana.

-¿Estás segura de que es de fiar?

La anciana posó una arrugada mano encima del hombro del hombre mas cercano a ella y le dedicó una sonrisa.

-Por supuesto que sí, Relf.

David por fin le puso cara a cual de aquellos dos hombres era Relf, el de los ojos negros, nariz aguileña y cabello algo mas corto. La anciana volvió a levantarse y salió de la habitación.

Después de eso hablaron de varias condiciones, y poco a poco, David fue convenciéndoles de cada una de ellas. Uno de los hombres se levantó y comenzó a andar por la habitación.

-Dile a Maek que acepto nuestra alianza, pero que si algo sale mal, sea lo que sea, iré a por él personalmente.

David se levantó rapidamente del asiento.

-Nos aseguraremos de que no tenga que recurrir a eso. Maek es uno de los mayores traficantes de toda España. Tiene fama de cumplir siempre lo que promete, así que puedo darle mi palabra de que tendrá lo que pide dentro de cuatro noches. Confío tanto en él y él confía tanto en que esto saldrá bien que ha aceptado que el pago se efectúe en el mismo momento en que os entreguemos las armas. Pronto nos pondremos en contacto con usted y os diremos lugar y hora. 

Gracias por leerme. ¿Os gustó? Un abrazo y gracias por leer. Besos y feliz jueves. 

Instagram: itssarahmey

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CIUDAD DE BARRO© |TERMINADA| (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora