Capítulo 58

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-¡David! ¡David!-la chica comenzó a gritar y a correr detrás de él cuando lo vio comenzar a desaparecer escaleras abajo.

Se había quedado anonadada mirando la expresión de rabia del rostro de David. ¿Cómo había podido pasar de adorarla a sentir eso? Por su parte, mientras bajaba las escaleras a toda prisa, David seguía dándole vueltas a su relación con Verónica y a que no tenía ni la mas remota idea de como actuar con ella. No iba a hacerle daño. Sería incapaz de hacerle ni el más mínimo rasguño y la mera idea de tocarla para causarle daño le repugnaba. Jamás pensaría ni tan siquiera tal cosa.

-¡David! ¡David por favor!

Ella seguía gritando y sollozando pero David no quería escucharla. No podía. Escucharla sólo era hacerse más daño cuando creía que ya había tocado fondo. El chico soltó un alarido de dolor y de rabia al llegar al final del segundo piso y se giró hacia ella.

-Déjame en paz. ¡Ya has hecho bastante!

David vio como el rostro de Verónica se convulsionaba en una mueca antes de echarse a llorar y taparse la cara. David sintió un deseo profundo de correr hacia ella y abrazarla, incluso de disculparse por gritarle, pero su orgullo no se lo permitió. Ella era quien había actuado mal, aunque él hubiese dicho esas palabras sin ni tan siquiera pensarlas. Solo era capaz de pensar que Verónica, su Verónica, su dulce Verónica, su amore, sus ojos azules, lo había traicionado. Temblaba de pura rabia y tenía unas ganas incontrolables de matar a Rubén y de llorar al mismo tiempo. Él y llorar. Llevaba años que no se permitía llorar como quería por nadie. Ni tan siquiera por él y por lo que era su vida. Ni por esa etapa de luz en la que Verónica había estado en ella haciéndolo el hombre más feliz. Todo aquello era mentira si era capaz de besar a otro chico. En ese momento era como si ni tan siquiera fuese consciente de lo que estaba haciendo, como si la situación lo sobrepasase de una forma en la que no era capaz de aguantar, pero acababa de darse cuenta de que había pensado en Verónica en pasado. Ella había estado en su vida. Pasado. La mejor etapa de su vida, la compañera de su vida, formaba parte de su pasado. Jo-der. Le ardía el pecho de tanta angustia.

Cuando tocó el pomo de la puerta que daba a la calle, en la planta baja, los sollozos de Verónica que lo habían seguido y que a cada paso que él se alejaba había sentido que le arrancaban el corazón, lograron hacer que se quedase muy quieto. No podía. Una parte de él no podía. No podía dejarla así. No quería dejarla así. No a ella. Daba igual que no se lo mereciese y que estuviese hecho polvo, era ella. ELLA.

Odiándose a si mismo y sintiendo como tenía los ojos húmedos posó la mirada en ella. Al ver la humedad en sus ojos la chica hizo un mohín con los labios, y detuvo su llanto al tiempo que congelaba su rostro en un estado de pena y remordimiento. Jamás había visto así esos ojos grises. No tan llenos de angustia y enfado, y nunca tan húmedos.

-¿Te gusta?

La voz de David se quebró dos veces en solo dos palabras. Jamás lo había escuchado hablar con ese hilo de voz que parecía romperse y romperla aún más a ella. Aquella pregunta hizo que todo el interior de Verónica ardiese, de miedo y rabia. A él, el chico capaz de codearse con los mas altos miembros de la mafia, se le había quebrado la voz al preguntarle aquello.

-¡No! ¡Por supuesto que no!

Una sombra de alivio cruzó el rostro de David, pero seguía sin mirarla y sintiendo un remolino de sentimientos en su interior. El chico tenía los ojos llorosos cuando ella dejó de hablar. No había llorado, pero el brillo de dolor estaba ahí, y ella sabía que era la causa.

Un silencio sumamente incómodo los envolvió a ambos.

-Dime algo, por favor...Lo siento...yo no...no...

David cerró los ojos otra vez y una lágrima se deslizó por sus mejillas. ¿Quién iba a decirle a él, que trabajaba para Maek y para El Zorro, y que había sobrevivido a todo el daño que le hizo Sasha que otra chica iba a volver a hacerlo sentir así? ¿Pero qué pensaba? Lo que le hizo sentir Sasha era como la picadura de un mosquito en comparación con esto. Cuando abrió los ojos vio como Verónica se había acercado y dudaba entre enjugarle la lágrima o no, antes que secarse las mejillas de ella que estaban totalmente mojadas. La parte mas intima de David, quiso correr y huir de todo aquello. Llorarla todo lo que tuviese que llorarla y seguir con su vida, pero sabía que la vida jamás sería igual sin ella. No obstante, lo había traicionado. Eso no tenía perdón. No debía de tenerlo. Nunca iba a poder volver a confiar en ella, y fue al darse cuenta de eso, que soltó un gemido y se llevó una mano a la cara dándole la espalda.

Verónica se rompió ante ese sonido. Le nublo la razón y la hizo querer morirse.

-Te quiero con toda mi alma.-sollozó ella entonces, cuando él estaba a punto de salir por la puerta y de no volver a verla nunca mas.

David sintió un profundo calor invadirle el abdomen y recorrerle luego todo su sistema sanguíneo. No lo quería. Si lo hubiese hecho, jamás se habría besado con Rubén. Tan sólo le había hecho creer que lo quería, pero no lo hacía. Todo eso estaba en su cabeza, y golpeaba tan fuerte que le hacía desvanecerse con fuerza y convertirse en nada. Así se sentía en ese momento, nada, nadie, un ser vacío y gravemente herido. Casi mortalmente. No podía irse sin saber el porqué. Jamás lo superaría si no sabía el porqué.

-Explícate.-le pidió.

Y echó mano de toda su fuerza de voluntad para quedarse con ella y no ir a partirle la cara a Ruben. Así era como actuaría Cobra. Y él quería dejar a Cobra atrás. Por él mismo pero también por Verónica. David nunca había estado así, y tardó unos minutos más en darse cuenta de que aparte de herido, rabioso, furioso, enfadado, y más sentimientos contradictorios, se sentía muy celoso. Jamás había tenido ese sentimiento, pero supo reconocerlo. Lo había reconocido en el tejado cuando tuvo que mirar a Verónica y pensar a otro hombre saboreando sus labios. La mera idea de imaginarse a otro hombre tocandola le producía arcadas y despertaba su instinto asesino.

David se le quedó mirando, esperando a que ella hablase, pero el chico pudo ver como ella tenía problemas para hablar debido al llanto. Paciente, y con el alma dolida por verla así, le indicó que saliesen al aire libre. Ella asintió, casi en automático y ambos salieron fuera del piso cuando un vecino abrió la puerta preocupado por los gritos que acababa de oír.

La noche los recibió y David se alejó de aquel lugar a paso rápido. Verónica lo siguió mientras comenzaba a contarle absolutamente todo, parando varias veces incapaz de reprimir las lágrimas. En una de esas veces David le tendió un pañuelo, y en ese momento ella supo que no estaba todo perdido. Siguió contándole y explicándole todo lo que pudo, aunque en realidad ella sabía que no había excusa alguna para besar a otro chico y estaba enfadada consigo misma porque apenas había podido decir tres frases. El dolor por imaginar que iba a perder a David no la dejaba hablar. Tan sólo fue capaz de decirle que esperaba encontrarse en el cine con Eva y Paloma a que Rubén la engañó y estaban los dos solos.


¿Os gustaron? Entre mañana y pasado tenéis nueva actualización. Reconozco que se me saltaron las lagrimitas con estos capítulos. Muchos besos. 

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CIUDAD DE BARRO© |TERMINADA| (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora