Capítulo final

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Verónica salió del instituto con algo de pesar en el pecho. Habían pasado ya cinco días desde que había tenido lugar el intercambio y aún no sabía nada de David. Le mataba el no saber nada y era incapaz de centrarse en los exámenes que estaba teniendo. Se pasaba las tardes con su hermano Víctor, y usaba el amor que sentía hacía él como escudo para el resto del mundo. Su padre estaba actuando de una manera muy extraña y era como si hubiese tratado de no estar a la defensiva con ella. Pedro pasaba gran parte del día fuera y eso hacía que Verónica tuviese el corazón en un puño. Sabía que su padre aprovecharía cualquier oportunidad para ir a por David y hacerle daño, con la intención de alejarlo de ella. Aquello le dolía profundamente en el alma. Eran dos de los hombres de su vida y sería como un sueño que se llevasen bien. Aunque también era algo imposible. Verónica se despidió de Paloma en la entrada. Seguía sin hacer amigas ya que consideraba a la gran mayoría de chicas que había en ese centro demasiado snobs para su gusto. Tratando de calmarse y de disfrutar el paseo hasta su casa, no se dio cuenta de que todas las alumnas, madres y familiares femeninas, además de las profesoras, miraban a un chico de cabello castaño y ojos grises que parecía buscar a alguien.

Verónica siguió caminando ajena a todo el revuelo que la sola presencia de David causaba en la mayoría de mujeres. Algunas incluso se pararon para mirarlo. Varios grupos de alumnas cuchicheaban mirándolo y observando su imponente físico. David tenía las manos metidas en los bolsillos, en un gesto relajado al mismo tiempo que atractivo. La seguridad que tenía en sí mismo era palpable en el ambiente, al igual que el morbo que despertaba su mera presencia en todas las chicas de aquel centro. Su cara aún estaba cubierta por moratones, pero apenas eran apreciables y las peores heridas las tenía por debajo de la ropa.

Girando la cabeza buscando a Verónica, la vio caminar distraída y sintió que el corazón se le paró al verla. Era tan bonita que dolía. Era algo que son todas las mujeres de este mundo. Era arte. Y lo que ella le trasmitía en ese momento era algo imposible de describir con palabras.

La miró con ojos alegres y comenzó a acercarse a ella. Aún estaba demasiado dolorido como para correr, pero el verla alejarse de él le hizo apresurar el paso todo lo que pudo. Rozó el hombro de una chica, en concreto una del grupo de las populares y la chica comenzó a chillar en voz baja emocionada porque ese chico tan atractivo la había tocado. Consciente del efecto que causaba en algunas mujeres, David se mantuvo impasible y siguió acercándose al eje central de su vida. Cuando la tuvo lo suficientemente cerca para no tener que gritar su nombre, no pudo evitar pararse y contemplarla de nuevo.

-Eres mas preciosa de lo que recordaba.

Su voz la atravesó por completo y el mundo pareció pararse. Verónica se tensó y se giró rápidamente. Cuando sus ojos se posaron en David, los ojos se le llenaron de lágrimas y echó a correr hacia él. El chico acortó las distancias todo lo que pudo y la recibió en sus fuertes brazos. Su olor a melocotón lo inundaba todo, y el olor de David hacía lo mismo con todos los sentidos de Verónica. Ambos se dieron cuenta en ese momento del increíble aroma que desprendían sus cuerpos al unirse. Y también de la forma en la que sus pieles reaccionaban, sus sentidos se activaban y sus corazones se saludaban. Verónica se hundió en el hueco de su hombro y aspiró de su olor. ¡Cuánto lo había extrañado! ¡Cuanto lo quería!

David era la seguridad y la protección en persona y no dudó en abrazarla con fuerza a pesar de que se hizo daño al hacerlo. ¡La adoraba! No tenía otra palabra para describir lo que sentía por ella en ese momento. Su corazón estaba lleno y repleto de felicidad. Estaban juntos, y nada mas importaba.

CIUDAD DE BARRO© |TERMINADA| (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora