Capítulo 55

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-¿Qué te ocurre ojos azules? ¿Creías que no sabía moverme?-le sonrió jactancioso.

Maldito David. Verónica echó la cabeza hacia atrás y su pelo rozo su espalda. En ese momento creyó que jamás había sido mas feliz. David seguía meciéndola con suavidad, como si bailar lentamente fuese algo que hiciese todos los días y lo hiciese con la misma naturalidad que un bailarín profesional. Verónica se sentía como una dama del siglo XVII cuando alguien la sacaba a bailar y danzaban en un baile suave y delicado. Jamás se podía haber imaginado que David bailase ese tipo de baile.

-La verdad es que eso era lo que pensaba.-dijo ella, viendo que no tenía sentido decir otra cosa.

David la fulminó con la mirada, haciéndose el molesto.

-Esta noche no voy a poder dormir pensando en lo que acabas de decirme.-bromeó con una perversa diversión.

Él apretó su mano en la cintura de ella, acercando su cuerpo al suyo con decisión.

-Creo que esta noche vas a dormir poco.-le susurró ella muy cerca de sus labios.

Peligrosamente cerca. Sus bocas se encontraron en otro baile totalmente diferente al que mantenían sus cuerpos, y sus lenguas comenzaron a acariciarse suavemente al principio, y luego con mas pasión. David puso sus manos sobre las nalgas de ella y las apretó con fuerza, e imitándolo, ella hizo lo mismo con las de él. El chico se separó de ella divertido y con una ceja enarcada.

-¿Este es tu concepto del karma? ¿Me devuelves lo que te doy?

Ella rió dulcemente. Él no pudo apartar los ojos de su sonrisa pero se separó un poco de ella para observarla. Le parecía increíblemente hermosa en todos los sentidos de la palabra y la hizo dar una vuelta completa para él agarrando su mano con suavidad.

-Creo que para devolverte todo lo que me has dado necesitaría unos veinte años.

El se pasó la lengua por los labios, pensativo y besó su mano con una sonrisa lobuna y atractiva.

-Me basta con que te quedes conmigo todo ese tiempo y un poquito mas. Lo que quiera que dure nuestra vida.-le sonrió él.

Ella se quedó sin palabras con esa frase y quiso acercarse más a él para besarle. Tal vez demasiado pronto, porque su cuerpo no respondió cuando su cerebro le ordenó que se moviese para acercarse aún más a él e hizo un movimiento rápido en el que sus dos pies se tropezaron. O tal vez fuese la tela del traje, que se había enroscado un poco sobre sus piernas tras dar alguna que otra vuelta y al dar pasos de baile pequeños no se había dado cuenta de que la tela estaba algo reliada en sus piernas.

David trató de cogerla cuando ella se cayó al suelo, pero se sorprendió tanto de que se cayese que no llegó a agarrarla a tiempo y ella chocó sus rodillas contra el suelo. Por si eso fuese poco, la chica para intentar no caerse había agarrado los pantalones de David y estos habían caído en el suelo junto a ella.

Ambos intercambiaron una mirada mitad de deseo por la posición en la que habían quedado y mitad de preocupación por el estado de ella.

-¿Estás bien?-preguntó David al tiempo que ella trataba de levantarse con ese traje que de pronto al chico no le parecía una buena elección.

-Sí, no me he hecho daño, solo ha sido que la tela se enroscó, estoy bien...oh...

Verónica abrió los ojos de par en par cuando vio como los dos camareros entraban por la puerta mientras la música aún sonaba. David siguió el rastro de su mirada hasta llegar a ellos y se miró rápidamente los pantalones bajados. Llevaba unos calzoncillos negros que se veían a medias por la camisa blanca que lo cubría. Sus fuertes piernas estaban desnudas y expuestas ante Verónica, que seguía arrodillada y trataba de levantarse con ese traje largo y enroscado sin tener mucho éxito. Estaba segura de que los chicos habían pensado que estaba haciéndole un favor sexual a David, y en ese momento se mordió los labios tan fuerte que se hizo un pequeño corte. La chica notó como se le encendían las mejillas al ver el rostro de ambos jóvenes. Desvió la vista hacia David, que a diferencia de ella que se moría de la vergüenza, parecía disfrutar de la situación al tiempo que se subía los pantalones y le tendía una mano.

-Que pena que solo lo pareciese.-le dijo en un susurro haciendo que todo el cuerpo de ella respondiese con calor.

-Serás...-se quejó ella, angustiada porque en una situación como esa él se divirtiese haciendo que sus hormonas estallasen.

-¿Estáis mirando algo?-preguntó David intimidando a los otros jóvenes que se veía de lejos que no sabían como actuar.

-No.-dijeron al unísono.

-Bien.-respondió David sabiendo que una dura mirada de él bastaba para que esos dos no hiciesen ningún comentario al respecto.

No porque a él le importase ese hecho, sino porque sabía que Verónica en ese momento se moría de vergüenza por la situación y porque no quería que esa emoción durase mas de la cuenta en ella. El chico sintió como Verónica tenia sus ojos puestos en él, pero no fue capaz de darse cuenta de que lo miraba como si estuviese mirando a alguien a quien respetaba profundamente. Una pena que ella no supiese que causaba exactamente el mismo efecto en él. El respeto es la base de todo, al fin y al cabo, ¿por qué no iba a ser también la base del amor además de la confianza?

Los dos chicos salieron del salón tan pronto como entraron.

-Esto ha sido surrealista.-dijo ella y le dio un codazo suave al recordar lo que él le había susurrado en ese momento.

-¡Ay!-se quejó él en broma porque era imposible que un golpe tan suave le hiciese daño.

Ella puso los ojos en blanco y se relamió los labios. Aún sabían a la tarta de tres chocolates que habían tomado de postre.

-¿Nos vamos de aquí?-le preguntó David besando su mejilla con ternura.

Ella respondió con un no tan rotundo que David separó los labios de su frente para mirarla con interés.

-No.-repitió.- Te has gastado mucho dinero en reservar este lugar, así que pienso quedarme hasta que...

-Deja de pensar en el dinero.-la interrumpió él sabiendo que le preocupaba mostrarse como una desagradecida.-Veo en tus ojos que después de lo que acaba de pasar estás incómoda.

Verónica contuvo el aliento.

-Eso no quiere decir que quiera irme, y mucho menos si estamos juntos. No voy a darle a nadie el poder de que me vaya de un lugar por él.-le aseguró ella.

David la miró con cariño, sabiendo que Verónica era esa clase de chica dulce pero con pensamientos muy maduros.

-Tengo algo mejor que esto preparado.-le dijo, cogiéndola en peso como los recién casados y dirigiéndose hacia la puerta.- No quiero que la novia mas bonita del mundo se vuelva a caer con este traje.

Ella se quejó al principio y no paraba de decir que podía caminar perfectamente sola con ese vestido, que tan sólo había sido una pequeña torpeza porque no estaba acostumbrada a ese tipo de vestidos pero que no quería quitárselo. David elevó la cabeza sin escucharla pensando que él le quitaría ese vestido en cualquier momento encantado.

La soltó en la entrada y se quitó la chaqueta de su propio traje de hombre para colocársela por la espalda a ella. Verónica se dejó llevar esta vez cuando volvió a cogerla en brazos y le echó la otra chaqueta mas fina que ella misma había llevado al entrar en aquel restaurante por encima, para que no cogiese frío.

-¿Estás loco? Vas a coger una pulmonía.-le dijo cuando salieron fuera y él abrió la puerta del coche.

-Soy duro de roer.-dijo con seguridad al tiempo que la metía dentro del coche y el fuerte viento movía su cabello.

Hola chicas!!! Gracias por darle vida a mis personajes. Sois geniales!!! Un abrazo y en cuanto que pueda sigo actualizando. Besos!!!! <3

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CIUDAD DE BARRO© |TERMINADA| (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora