Capítulo extra 2.1

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CAPÍTULO EXTRA 

Jota la vio a través de la ventana abierta. Se la quedó mirando y no pudo evitar encontrarse sonriendo como un tonto. Eran más de las dos de la mañana y él no había podido reprimir las ganas de ir a buscarla. ¿Qué clase de loca estaría leyendo a esa hora? ¿De verdad era lo que leía tan interesante para que no se diese cuenta de que la estaban observando? Jota cogió aire con fuerza y lo soltó lentamente. Su habitación estaba en el segundo piso y las cortinas corridas dejaban ver una habitación con las paredes pintadas en un color malva muy suave. Una chica de cabello castaño estaba sentada justo en frente de la ventana, mirando el paisaje que se abría ante ella de vez en cuando, solo cuando se distraía del libro que estaba leyendo y que tenía dejado caer en un escritorio marrón. Una tenue luz de noche la iluminaba y Jota no pudo evitar sonreír de nuevo cuando vio que algo que estaba leyendo hizo que Eva sonriese. ¿Qué era capaz de hacer que esa chica sonriese? Esa chica tan...rara. ¿Era rara acaso un insulto?. El chico se metió las manos en los bolsillos y siguió observándola. Probablemente esa fuese la última noche que podría volver a verla, al menos, si lo de mañana salía bien. Si no salía bien, ojalá no volviese a verla nunca más.

El chico la vio levantarse y alargar el brazo hacia algún lugar de la pared. Llevaba un pijama en color blanco con estrellas azules que a Jota le recordó a ese tipo de pijama que usaría una mujer mayor, no una chica joven como ella. A pesar de eso, se quedó observando como hacía cada movimiento, interesado por lo que fuese que ella estaba buscando. Cuando vio que era ladeó los labios con una media sonrisa. Eva había buscado una gomilla y se estaba haciendo un recogido desenfadado, el típico que cualquier mujer podría hacerse en unos segundos sin preocuparse en absoluto de como quedase. Perfecto, pensó Jota. No la había visto nunca con el pelo recogido, pero no pudo evitar observar como sus finas facciones lo parecían aún más con aquel peinado. Se acercó un poco más a ella, pero la chica seguía sumida en su libro, y al acercarse, lo único que hacía era perder visión de lo que sucedía en el interior de aquella ventana.

Jota se mojó los labios, recordándose que había venido a verla, y a que ella lo viese a él. Algo recíproco. Cogió una pequeña fruta redonda que había caído de un árbol y la apretó contra su mano. Era dura, pero no lo suficiente como para hacerle daño si se la lanzaba. Volvió a verla pasar una página, y no se lo pensó dos veces.

La fruta chocó contra su escritorio y Eva se quedó unos instantes asimilando aquello. Jota la vio mirando hacia atrás, pensando que alguien del interior de su cuarto se la había lanzado. Aunque estuviese totalmente sola en aquel lugar.

Jota se agachó y cogió otra pequeña fruta. Sonrió victorioso cuando esta volvió a caer en el escritorio. Sin lugar a dudas, se sentía sumamente orgulloso de su puntería. Tanto, que cuando Eva posó sus ojos verdes en los de él, lo encontró sonriendo. La chica abrió la boca de par en par e hizo ademán de cerrar la ventana, pero había algo dentro de ella que le impidió hacerlo. Y lo supo, supo que era él a pesar de que apenas había luz. Cogió aire y tembló casi imperceptiblemente. Acababa de reconocerlo. ¿Cómo se llamaba? Jjjj, jjjj...¿Juan? No, no era Juan, era algo con una jota, espera...Jota...¡Jota! Ese era su nombre. O su mote.

Eva se quedó paralizada. No sabía que hacía esa clase de chico en su barrio. Tragó saliva, sopesando la situación algo incómoda, pero una parte de ella, la mas oculta de todas, la que jamás saldría a la luz, se alegró de volver a verlo.

Eva sacó la cabeza por la ventana, tan sólo para verlo mejor. Llevaba unos vaqueros y un jersey de invierno en burdeos con una chaqueta en camel. La chica no podría imaginarse que él se había arreglado sólo por verla. Él que tenía una relación eterna con las camisetas y las sudaderas, se había puesto un jersey pensando en ella. Jota le dijo algo en ese momento, pero ella no fue capaz de escucharlo.

-No grites.-le pidió, indicándole con la mano que esperase y desapareciendo en alguna parte de su habitación.

Jota hizo lo que le pidió y se quedó allí, esperando durante unos minutos que le parecieron demasiado tiempo. ¿Qué iba a decirle? ¿Qué dominios hacía espiándola en su propia casa?

Cuando la vio salir de su casa y cerrar la puerta tras de sí, con una chaqueta gorda y el pijama debajo, fue como si toda su preocupación se fuese de golpe.

-¿Qué diablos haces aquí? ¿Desde cuándo me estás mirando? ¿Sabes que eso es acoso?

Paró de hacer preguntas cuando vio su sonrisa, calmada y tranquila. Ese diente doblado le parecía aún mas adorable a la luz de la luna. A penas había farolas por su zona, así que estaban casi en penumbra.

-Demasiadas preguntas ¿no crees?

Su voz era amistosa, pero había un atisbo de diversión en ella. Eva apretó los labios. No entendía nada.

-Empieza a darme las respuestas.-pidió.- O volveré a meterme en mi casa y llamaré a la policía.

Jota abrió los ojos de par en par. No estaba ahí para causar problemas ni para tenerlos con nadie. Él nunca buscaba problemas, ese no era su carácter. Aunque algunas veces se divirtiese con ellos, y obedeciese a David sin queja alguna, él era un chico pacífico hasta que no le quedaba mas remedio que ser todo lo contrario.

-No, no hagas eso por favor.-instó.-

Eva se le quedó mirando. No había sido una orden, había súplica en sus palabras. La chica se abrazó a si misma cuando una ráfaga de viento la alcanzó. Sintió como el moño que se había hecho en el pelo se movió al mismo tiempo que la fuerte brisa le calaba los huesos. Ni tan siquiera se había mirado en el espejo antes de salir. No lo necesitaba para pelearse con nadie, pero cuando Jota se acercó un poco más a ella, deseó haberse mirado. No llevaba nada de maquillaje, absolutamente nada. Y sabía que tenía ojeras.

Él, en cambio, tenia los ojos verdes rodeados por unas espesas pestañas que le hacían perder el hilo de todo cuando pestañeaba. Y su cabello pelirrojo a la luz de la luna era capaz de hipnotizarla.

-¿Qué haces aquí?- repitió, tratando de recuperarse del físico de aquel joven.

-He venido porque quería verte.

Ella elevó la barbilla y achicó los ojos.

-¿Para qué? -espetó.-

-Tenía ganas de que alguien se pusiese a la defensiva solo con mi presencia.-contestó, de una forma amigable y tan graciosa que Eva volvió a reír sin pretenderlo.

Aquella frase en otros labios habría sonado prepotente y presuntuosa, pero en los de él, tenía el efecto contrario. Era su forma de hablar lo que le daba esa buena energía que siempre poseía, a pesar del lugar de donde venía. El mismo mundo del que David trataba de escapar.

-No estoy a la defensiva por tu presencia.

Eso sería admitir que la otra persona tenía poder sobre ella, y él no lo tenía. Al menos eso era lo que Eva trataba de creer. Aunque aquellos ojos verdes la hubiesen seguido desde que salió de aquel callejón la última vez que lo vio.

-¿Entonces?

Ella elevó una ceja. ¿Qué demonios le estaba proponiendo?

-¿Entonces qué?

El seguía sonriendo.

-¿Te apetece una charla conmigo? Podemos hablar de lo que tú quieras.

Hola preciosas!!! En nada os subo este maratón de tres capítulos extra. Espero que os gusten. Un abrazo enormisisisisisimo y gracias por leer. 

IG: anara vermon

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CIUDAD DE BARRO© |TERMINADA| (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora