Capítulo 28

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-¡Explícame como demonios se te ocurre salir sola a correr sin decirnos nada a nadie! ¡Podría haberte pasado algo! ¡Ahora no es como antes, ahora hay una mafia que puede que sepa que sigo vivo! ¡¿En qué diablos pensabas?!

Pedro obvió el hecho que sus compañeros no viesen salir a su hija a hacer deporte. Jamás se le podría ni tan siquiera pasar por la imaginación el hecho de que su hija hubiese pasado la noche entrenando con David y haciendo alguna que otra cosilla mas.

-Papá sigo viva. No ha pasado nada.-contestaba con tranquilidad Verónica mientras le quitaba hierro al asunto tras escuchar durante algo mas de media hora a su padre gritar.-

De hecho estaba tan sumamente agotada que podrían haberle dicho lo que fuese y ella se habría mantenido al margen. Tan sólo quería dormir un rato, aunque con su padre gritándole y su madre dando vueltas a su alrededor, preocupada porque su marido acabase de perder los nervios, lo veía muy difícil. Bostezó con una mano en la boca por cuarta vez en menos de tres minutos. Necesitaba dormir. No estaba en absoluto acostumbrada a trasnochar, y necesitaba rendir.

-¡No quiero que bajo ningún concepto vuelvas a salir de esta casa sin nuestro permiso! ¡¿Entendido?!

Que pesado, pensó Verónica. Cogió aire y lo soltó lentamente, aunque seguía totalmente tranquila de todo el sueño que tenía.

-Si señor, perdóname por querer ponerme en forma.-contestó irónica antes de tratar de meterse en su cuarto y tirarse en la cama.

Pedro la siguió y comenzó a hablarle a su madre en lugar de a ella, pero era un mensaje claramente dirigido hacia ella.

-¡Violeta! ¡Esta niña no se quiere enterar de nada!

Verónica cerró los ojos deseando que su padre se callase de una vez. Escuchó como su madre trataba de calmarlo y como se las apañaba para alejarlo del cuarto de Verónica. La chica aprovechó para cerrar su puerta y tratar de desconectar de todo lo que su padre aún estaba diciendo fuera de su habitación.

Su móvil vibró en ese momento y deseó que fuese David. Lo cogió sin poder reprimir esa sonrisa que se formó en sus labios, pero luego se convirtió en un gesto de disgusto. No era de David. Era de un número que no conocía. Lo abrió y se sorprendió al ver lo que ponía.

Hola Vero, soy Rubén, este es mi número de teléfono. Espero que no te importe que le haya pedido tu número a Eva. ¿Te apetece ir al cine esta tarde? Hay una película que estoy seguro de que va a encantarte. ¿Qué me dices?

Verónica se quedó dubitativa unos instantes. En realidad, le apetecía volver a ver a sus amigas, y si iban al cine podría poner la excusa de ir al baño y hablar con Eva sin que Rubén estuviese delante. Frunció los labios, si aún tuviese wifi y whatssap todo sería mas fácil, pero su padre se había asegurado de que se quedase sin ambas cosas y era incapaz de contactar con su amiga Eva de ninguna otra forma. Y por otro lado, según le había explicado su padre, sus conversaciones podían no ser privadas y cualquiera que trabajase para Maek y estuviese especializado en seguridad virtual podría verlas aunque hubiesen cambiado de número. No sabían el alcance real de esa banda y su padre seguía siendo un maniático protector que pensaba que en cualquier momento podrían descubrir que seguía con vida. Si es que no lo sabían ya. Tampoco podía quedar con Eva directamente porque necesitaba que Rubén la sacase de casa. Ya había tentado demasiado la suerte al volver sola y decir que había salido a correr.

Esta bien, me apetece mucho. ¿A qué hora puedes recogerme?

La respuesta no tardó en llegar. Verónica comenzó a preparar las cosas para darse una ducha y llevarse toda lo que quedaba de mañana durmiendo después de coger uno de los croissants que había visto en la encimera de la cocina.

Esta tarde a las cinco y media. La película empieza a las seis y diez.

Verónica escribió otro mensaje con la palabra ok, y luego salió de su habitación con todas las cosas para ducharse. Cuando lo hizo y se quitó el antojo del croissant se tiró en la cama y no tardó mucho tiempo en dormirse. Por suerte para ella, sus padres habían dejado la costumbre de quedarse encerrados en casa y habían ido a algún lugar con su hermano pequeño. Verónica había puesto la excusa de que tenía que estudiar para que no la obligasen a ir con ellos, y aún así su padre había accedido a dejarla sola con cierta aspereza. Precisamente por eso, la habían encerrado dentro de su casa, para que nadie pudiese entrar y para que ni ella misma pudiese salir. Verónica le había dirigido una mirada acusatoria cuando  vio las intenciones de su padre, pero la respuesta de su padre a su mirada y el hecho de que lo único que quería hacer era dormir hicieron que no comentase nada al respecto.

-Es por tu propio bien, cielo.-había dicho desde el otro lado de la puerta.

Verónica miró el reloj, eran las nueve cuando se había tirado en la cama y ya casi eran y media y no había sido capaz de dormir. Era como si su mente aún estuviese llena de energía después de las sesiones de defensa que David le había dedicado aquella noche. Aún sentía sus fuertes músculos apretándola contra su pecho mientras la abrazaba cada vez que algún movimiento le salía mal. Y sus labios chocando en los suyos cuando uno le salía bien. Se acordó del reflejo condicionado de Paulov y no pudo evitar asociarlo a lo que David había hecho con ella. No obstante, en su caso había recibido mas abrazos que besos, y ambos eran estímulos positivos. Sonrió sin poder evitarlo y se colocó bocabajo en la cama. Muchas veces que no podía dormir aquella postura la ayudaba. Su mente daba vueltas por diferentes temas, como qué ilusos eran sus padres si se creían que iba a estudiar para sacar notas en ese colegio de niñas pijas y profesoras creídas. Probablemente este trimestre suspendiera mas asignaturas de las que le gustaría, pero moría de ganas porque sus padres entendiesen que ese no era su lugar, y que si no la iban a dejar volver a su antiguo instituto, y en parte ella entendía que no podía volver, al menos la dejasen escoger un instituto normal lleno de personas que no discutiesen por ver que diseñador de ropa era mejor. Poco a poco, sintió como los ojos se le fueron cerrando y cayó en los brazos de Morfeo hasta que sus padres regresaron a la hora del almuerzo.

Se incorporó en la cama aún algo adormecida y cogió el libro que había colocado cerca para fingir que estudiaba. Se peinó el flequillo con la mano y escuchó a sus padres hablar en la entrada. Los pasos acelerados de su hermano Víctor llegaron a su habitación, donde llamó a la puerta y entró corriendo.

-¡Hola Vero!- exclamó contento por ver a su hermana.

Verónica lo abrazó y le dio un beso en la frente.

-Hola, enano.-respondió mientras él se dejaba caer en su pecho y la abrazaba.

-¿Es muy difícil lo que has estudiado hoy?

La chica tragó saliva. No tenía ni la mas remota idea ni de lo que iba el tema que estaban dando en clase de... se fijó en la portada del libro que había cogido al azar, matemáticas.

-Solo un poco, pero estoy segura de que cuando tengas mi edad te parecerán muy fáciles con lo listo que eres.

Víctor la miró con ojos brillosos y alegres. Verónica le estaba motivando a estudiar aunque ella misma se negase a hacerlo. Se sintió un poco estúpida durante una fracción de segundo, pero era su hermano pequeño y sólo quería lo mejor para él.

-Seguro que apruebas el examen Vero.-le dijo mientras se levantaba de la cama y salía de la habitación.

Verónica se quedó quieta y respiró hondo. Tal vez sí que debiese de estudiar. Al fin y al cabo, ella era la referencia de Víctor, y él haría lo que viese en ella. Mierda, pensó, mientras se levantaba e imitaba a su hermano saliendo del cuarto para ir a almorzar al mismo tiempo que se planificó para estudiar un poco esa tarde antes de ir al cine. No podía decepcionar a su hermano si él creía que ella iba a aprobar. Qué fácil era hacerla cambiar de idea cuando se trataba de ese niño de seis años con ojos grandes y brillantes. 

¿Os gustó? En nada os subo otro. Un beso muy grande y gracias por leer!! <3 :) 

Instagram: itssarahmey

CIUDAD DE BARRO© |TERMINADA| (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora