Capítulo 70

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Violeta aparcó el coche en el parking del supermercado y Verónica salió de un salto. La chica sintió algo de frío al abrir la puerta, pero no le importó. Rápidamente abrió la puerta de Víctor, que aún tenía el seguro puesto por si le daba por abrir la puerta mientras conducían. Porque Víctor era un niño que como cualquier otro a veces era un poco travieso, pero la mayor parte del tiempo obedecía a sus mayores. El niño salió del coche y miró a Verónica con sus grandes ojos negros y le sonrió.

Ella le devolvió la sonrisa y le cogió la manita. Había alguna que otra vez que se peleaban y que acababan enfadados el uno con el otro, pero hacía ya tiempo que eso no pasaba, y dado el carácter dulce y calmado de Verónica, eran pocas veces en las que su hermano se enfadaba con ella. El resto del tiempo, no podían vivir el uno sin el otro.

-Vamos-los apremió Violeta cerrando el coche con la llave.

Verónica se percató del tono de su madre. Era el que tenía siempre que salía desde que ocurrió lo de su padre, como si no le gustase estar fuera de casa y quisiese volver a ella para proteger a su familia. Verónica desvió la mirada de la mujer pelirroja de cabellera por los hombros y se centró en la mano de su hermano que agarraba la suya. Siempre le había transmitido tranquilidad el tacto de su piel. Desde que era un bebé y su manita agarró uno de sus dedos con fuerza por primera vez.

Violeta no sabía que su actitud lograba enfadar a Verónica. La chica no la entendía del todo. Era como si se sintiese insegura en la calle y estuviese desarrollando algún tipo de patología, como a esas personas a las que les dan miedo los espacios abiertos. La chica pensaba que tener miedo a estar fuera de casa era algo absurdo en su caso, ya que había sido dentro de las paredes de su hogar donde habían intentado asesinar a su padre.

Por un momento recordó la facilidad con la que David y con la que su vecino habían entrado en su piso y la idea le pareció aún más absurda.

Entraron en un ascensor que daba al supermercado y salieron de la planta baja. Víctor se separó de Verónica para buscar el botón, ya que le encantaba ser él quien lo pulsase y miró de mala gana a un hombre que se le adelantó. Aquello le hizo algo de gracia a Verónica, sobre todo cuando Víctor le dirigió una mirada acusatoria al hombre que el susodicho no entendió. Con los mofletes llenos de aire el niño volvió a acercarse a su hermana pero en esta ocasión no le dio la mano.

-A la vuelta me aseguraré de que seas tú quien pulse el botón.-le susurró Verónica agachándose y colocándose a su lado, al tiempo que le daba un beso en la mejilla.

-Entonces ya tengo ganas de volver.-le dijo él vaciando los cachetes de aire y sonriendo.

¡Qué fácil era hacerlo feliz y qué feliz la hacía él a ella! Cada vez que le daba vueltas al tema de cómo Rubén había usado a su hermano la hacía cabrearse, pero una parte de ella, la mas comprensiva de todas y la que trataba de ir siempre mas allá para entender y empatizar con las personas, sabía que Rubén lo había hecho porque estaba locamente enamorado de ella. Y también sabía que había buscado la forma de besarla de un modo u otro por la necesidad que tenía de saber si tenía alguna oportunidad con ella.

CIUDAD DE BARRO© |TERMINADA| (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora