Capítulo 81

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Habían trascurrido al menos unas dos horas desde que estaba allí en aquella celda fría. Un policía lo había trasladado a una de las celdas que había en la misma comisaría, como si supusiese un peligro tenerlo en cualquier otro lugar. David estaba sentado en un asiento frío de metal. El brazo llevaba ya tiempo escociéndole y algo le decía que iba a pasárselo genial cuando tuviese que desinfectarlo de nuevo. Estaba tan deseoso de salir de aquel lugar y de saber algo que había comenzado a hablarse a si mismo con ironía en su cabeza.

A su lado había un hombre de unos cincuenta años que no le quitaba la vista de encima pero que agachaba la cabeza cuando David lo buscaba con la mirada. Sin lugar a dudas, aquel hombre sabía quien era. A ninguno de los dos se le escapaba que el chico no iba a amanecer en aquella celda. Tal vez por eso el hombre no paraba de mover los pies y dar golpes en el suelo con el zapato, crispando los nervios de David.

Tratando de ignorar aquel sonido repetitivo, el chico vio como Hugo se acercaba a la celda. David se levantó al ver que su mirada lo buscaba, inquisitivo. Probablemente a estas alturas Maek ya supiese que estaba en la cárcel y fuese a buscarlo.

-¿Todo bien muchacho? ¿Quieres cenar algo?

David y el hombre de la celda se percataron de que sólo se dirigía al joven y de que había un matiz de miedo en su frase. Hugo temía que David le dijese algo a Maek sobre que él no hubiese estado atento a uno de sus hombres y que Maek fuese a por el como venganza. Pobre, si supiese que Maek tan sólo miraba por su propio interés no le daría tanto miedo lo que pensase David.

El joven de ojos grises, aprovechándose de la situación y cansado de escuchar cómo le crujían las tripas a su compañero de pies inquietos se limitó a negar con la cabeza.

-Tráeme dos hamburguesas con patatas y una coca-cola.-ordenó con una voz que trataba de ser molesta y autoritaria al mismo tiempo.

Sin que hiciese falta que el chico dijese nada mas, Hugo salió a toda prisa de aquel lugar. David volvió a sentarse y miró directamente a los ojos del otro hombre segundos antes de que él agachase la cabeza. Era extraño. Aquel hombre tenía unas pintas que echarían para atrás a toda persona con dos dedos de frente. No porque estuviese cubierto de tatuajes, que no deberían ser motivo de discriminación siempre que no se tratasen de tatuajes excesivamente violentos, sino porque era un hombre que aparentaba ser peligroso. Tal vez por eso a David le hiciese tanta gracia que no fuese capaz de mirarlo a los ojos. ¡A saber que había escuchado de él para no atreverse ni a mirarlo!

-¿Sabes quien soy?-le preguntó David autoritario y haciéndose ver.

Era consciente de que tenía la manga de la camiseta cubierta de sangre por la herida que, cada vez estaba mas convencido, Sanchez había curado mal.

-Claro que lo sé-respondió el hombre con voz ronca.

David siguió inquiriéndole con la mirada. No sabía cómo era que alguien no lo juzgase por todos los rumores y verdades que se contaban de él.

-Eres Cobra.

David cogió aire y lo ignoró. Estiró ambas piernas en el asiento y se dejó caer hacia atrás, cual alto era. Estaba cansado y estaba harto de todo.

No habían pasado mas de quince minutos cuando Hugo volvió con lo que David le había pedido. Ambos ignoraron a los policías que lo miraron a su paso, aunque el hecho de que iba asustado era visible para todos. Pedro volvió a entrar en el campo visual de David cuando el jefe de policía se acercó a él con la comida que el chico había pedido. David la cogió de buena gana y esperó que Hugo se marchase. Luego, tomó una hamburguesa, un paquete pequeño con patatas y una cocacola, y le tendió el resto al hombre que lo acompañaba en la celda. Como si no esperase ese gesto de él, el hombre de los tatuajes se sorprendió y tardó unos instantes en aceptar la comida que David le tendía.

-Gracias Cobra.-le dijo el hombre.

-¿Cómo te llamas?-preguntó David.

-Lolo.-le respondió el hombre.

David asintió y trató de entablar conversación con él para no volverse loco pensando en Jorge y en los demás.

-¿Por qué estás aquí?-le preguntó David.

El hombre se encogió de hombros y negó con la cabeza. No quería hablar del tema, pero sabía quien era ese joven y bajo ningún concepto quería enfadarlo.

-Robé en una tienda comida para mi familia.

David se sintió furioso de pronto.

-¿Estás aquí por eso?

Miedito me da vuestra reacción en los próximos capítulos. El domingo más. Un abrazo grande! Gracias de nuevo por leer esta historia entre todas las que hay en wattpad y por vuestros mensajes, comentarios, votos y todo el apoyo. Sois increíbles. Besos!!!

IG: itssarahmey

CIUDAD DE BARRO© |TERMINADA| (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora