Capítulo 18

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Verónica se dejó llevar. Todo era más fácil cuando se trataba de David. Se había puesto unas leggins negras y ajustadas de deporte, junto con una camiseta ancha de mangas cortas. Luego una sudadera encima y el chubasquero. No había parado de llover aquella tarde desde que comenzó cuando se reunió con sus amigas y con Rubén. Se miró unos instantes en el espejo de su cuarto. Le habría encantado tener ese tipo de sujetador deportivo que tanto usaban las chicas que iban al gimnasio, pero una parte de ella sabía que no se sentiría cómoda usando algo así. Ella no era tan atrevida vistiendo como las otras chicas, y tampoco sabía que ponerse ni como vestirse la mayor parte del tiempo. Le habría encantado ser una de esas chicas que siempre estaban perfectas, tanto vestidas como maquilladas, pero ella no era así y jamás lo sería. Una parte de ella, la más insegura de todas, se seguía preguntando qué había visto David en ella, con la gran cantidad de chicas increíblemente guapas y aparentemente perfectas que había por todas partes.

-Eres perfecta.-le susurró él, acercándose a ella por detrás y rodeándole la cintura con los brazos, como si hubiese adivinado sus pensamientos.- Eres increíblemente real, y eso no es algo que cambie con los años.

Ella no pudo reprimir una sonrisa. Dicen que cuando encuentras a la persona correcta, esta ayuda a que tus inseguridades parezcan mas pequeñas e insignificantes. Contempló a la pareja que le devolvía la mirada en el espejo y no pudo evitar mirar a David a través del cristal. Se le marcaban un poco los hombros al tenerla abrazada desde atrás. Se giro hacia él y sintió como pasaba una mano por su cabello con ternura. Era tan intimidante y tierno al mismo tiempo que Verónica sintió que flotaba en el aire.

-¿Cómo piensas sacarme de aquí?

Él se irguió, y Verónica supo que no iba a gustarle la respuesta.

-De la misma forma en la que he entrado.-y antes de que a ella le diese tiempo de preguntar, añadió.- Por la casa de tus vecinos.

Ella abrió los ojos y la boca de par en par.

-¿Has entrado a mi casa por la casa de mis vecinos? ¿Cómo?

David sonrío, le seguía encantando que ella se sorprendiese por ese tipo de cosas que para él era algo totalmente normal en comparación con otras cosas que había tenido que hacer cuando captaba a chicas.

-Tienen una ventana pequeña que da a la calle y por la que se cabe perfectamente.-explicó él.-

Verónica negó con la cabeza, y lo observó con una mirada gatuna.

-¿Cuándo vas a aprender a usar las puertas, David Ferraro?

David le contagió la sonrisa, tan seguro de sí mismo y tan imponente que haría temblar a todo aquel que lo mirase.

-El día que pierda todo mi romanticismo.

Ella le dio un suave golpe en su musculado pecho y luego dejó que la agarrase y la besase. Nada importaba cuando estaban juntos. Ni que sus padres estuviesen en la habitación de al lado.

-¿Qué he de hacer para que mis padres no se den cuenta?

En el semblante de David se dibujó un brillo de suficiencia, como si ella no supiese nada de la vida.

-Estarás aquí cuando se despierten, y por si acaso, vas a escribir una nota diciendo que vas a salir a correr y que no tardarás en llegar.

Ella puso los ojos en blanco. El reloj de su móvil marcaba las doce y dos minutos del sábado. Era imposible que sus padres se creyesen que iba a levantarse temprano y a irse a correr, pero ese no era el único fallo que ella le veía al plan.

CIUDAD DE BARRO© |TERMINADA| (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora