Capítulo 73

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Llegaron al lugar donde habían quedado puntuales. Ni un minuto antes ni uno después. David había hecho algo de tiempo en una calle alejada para no llegar antes. No había nadie en las calles un domingo a las dos de la mañana. La nave antigua a la que iban se encontraba en una urbanización casi inhabitada. Además, estaba con todas las luces apagadas y sólo los iluminaba una tenue farola que de vez en cuando se apagaba y se volvía a encender rápidamente. David aparcó y le hizo una señal a Cat y a Jota para que se quedasen allí y se ocuparan de un adormilado Alex. Ninguno de ellos tenía que salir del coche. Tan sólo él y Marco. David abrió la puerta con una extraña aprehensión en el pecho, pero obligándose a hacer de tripas corazón trató de ignorarla.

La noche lo recibió fría y con una suave brisa helada recorriendo la calle. Lo normal era quedar en algún almacén abandonado o en algún lugar con poca visibilidad, y allí era dónde se encontraban. En concreto, en esa nave en la que tantas otras veces había hecho interrogatorios. Un sitio totalmente solitario pero del que podría sacar a los suyos con facilidad si algo se complicaba.

El chico había convencido a Relf de que el intercambio fuese allí tras decirle que era en ese lugar donde realizaban muchos de ellos y jamás había tenido ningún problema porque era una zona tan tranquila que la policía ni tan siquiera patrullaba por allí nunca. Cuando cerró la puerta del coche, elevó la barbilla marcando territorio y se encontró con la mirada de Relf. A su lado, Marco lo imitó. Los otros tres chicos siguieron sentados en el coche ajenos a miradas indiscretas.

La apariencia de Relf hizo que Marco sintiese como le fallaban las piernas. Relf era un hombre decidido, de cabello oscuro y ojos del mismo color. Iba vestido de negro, al igual que el primer día que lo vieron. A su lado, con ropa del mismo color que él y camuflándose un poco entre la oscuridad había cuatro hombres franqueándolo. Y algo más lejos pero con las armas a la vista había otras cuatro personas.

David reconoció a dos de ellos como hombres que estaban en la habitación del piso el día que se reunieron. Uno de ellos seguía con la mirada llena de odio y ese tipo de mirada no les pasó desapercibida a ninguno de los jóvenes. El hecho de saber que tal vez alguno de ellos fuese El Zorro lograba desconcertar tanto a David que cuando se acercaron al grupo de hombres fue Relf el que hablo en primer lugar, adelantándose.

-Llegáis tarde.

Tratando de dominar la situación y alejando el miedo a que El Zorro estuviese allí en alguna parte, el chico trató de centrarse en la conversación. No le había contado a nadie que había visto a El Zorro con anterioridad, así que gracias a eso a Marco tan sólo le sudaba la piel a pesar de todo el frío que hacía. Si hubiese sabido que cabía la posibilidad de que El Zorro estuviese ahí, Marco se habría desmayado. David era capaz de oler el miedo de su compañero, así que trató de centrar toda la atención en él.

-Hemos llegado exactamente a la hora que acordamos.-le dijo David, con tanta seguridad y tan altivo que hasta Marco tuvo que mirarlo impresionado.

¡Joder, por satanás, cuánto lo admiraba! David tenía una mirada de suficiencia y despreocupación en el rostro y su postura corporal era la de una persona totalmente tranquilo y que dominaba la situación.

-Bien muchacho.-Relf pareció aceptar lo que David le dijo.-Enséñame qué tienes para mi.

CIUDAD DE BARRO© |TERMINADA| (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora