Capítulo 53

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David comenzó a andar mas deprisa cuando Verónica tiró con mas brusquedad de su mano. Él se dio cuenta de que no quería mojarse y apresuró el paso, levantándola en peso con un solo brazo para que no pisase barro y soltándola donde comenzaba la escalera, a cubiertos de la lluvia.

Un camarero al que David reconoció como el estudiante de derecho, algo entrado en carnes y muy alto, castaño de cabello y ojos oscuros, vestido de negro con el uniforme de aquel restaurante, les abrió la puerta. Verónica miró a David por el rabillo del ojo. Tenía el pelo algo despeinado pero su aspecto seguía siendo tan atractivo e imponente como siempre. Verónica se percató de cómo los dos jóvenes miraron a David, temerosos. David era esa clase de persona capaz de despertar respeto en los demás con su sola presencia, aunque ni tan siquiera lo conociesen. La chica sintió como él hacía un poco de presión con su mano aún sobre la suya y cogía la chaqueta con la que ella había salido de su casa, ayudándola a quitársela.

Una parte de Verónica se preguntaba que había hecho ella para merecer esa clase de amor en el que la otra persona la cuidase tanto. En el que ambos se cuidasen. No obstante, ¿había otro tipo de amor en el que no hubiese respeto, protección mutua y cariño? Ella tenía muy claro que no, que en ese caso no se trataría de amor, sino de algo parecido, pero nunca tan mágico ni tan puro, como si fuesen sus instintos primarios los que hiciesen que ambos se sintiesen así y se cuidasen así.

El restaurante era amplio y de color blanco con mesas en marrón. Tenía macetas con flores en todas partes y era algo rústico para el gusto de ella. No obstante, había una chimenea en el fondo de la estancia que le encantó.

-Me habría gustado reservar algo mas moderno, pero no estaba seguro de que esas zonas fuesen seguras.

Ella tenía los ojos brillosos y el rostro encendido.

-¿Cómo has tenido tiempo para preparar todo esto?-le preguntó.

David respiró con fuerza y la acercó a la mesa mas próxima a la chimenea. Las llamas se movían suavemente y desprendían un chasquido que daba al ambiente un aspecto aún mas acogedor.

-Cuando alguien quiere algo, saca tiempo.-gesticuló la última palabra tratando de hacer énfasis en ella.

Tiempo. Ambos sabían que si lo de la noche siguiente no salía bien aquella sería su última noche juntos. Una punzada de dolor que Verónica reconoció como miedo y angustia le invadió el pecho. Esa horrible sensación se mezcló con la culpa por lo que había pasado con Rubén, pero ¿realmente quería contárselo? Lo de Rubén no iba a volver a pasar, nunca. Nunca mas. Lo tenía muy claro. Fue un error abrirle la boca y dejarle paso. Verónica vio como David estaba despreocupado, en calma, como cuando un alma se siente a gusto con otra. ¿De verdad iba a estropear aquella perfecta expresión en su rostro? Él la miró con intensidad justo en ese momento en el que ambos se sentaron en la mesa.

-¿Estás preocupada por lo de mañana?

Ella asintió, sin mediar palabra y mirándolo fijamente. La chica desearía poder decirle que aquello no era lo único que le preocupaba, al igual que él desearía ser capaz de decirle que había estado con El Zorro en la reunión con Relf, porque algo le hacía descartar la reunión con Don Giovín, y que le ardía la sangre al pensar que había estado en la misma estancia de alguien capaz de crear tanto dolor y sufrimiento y no ser capaz de reconocerlo. Sin embargo ninguno de los dos quería preocupar al otro.

-No se cuantas veces van a ser necesarias que te diga que no va a ocurrir nada malo mañana.

David habló como si de verdad creyese en esas palabras, pero ella sabía que el día de mañana también lo tenía preocupado a él. Por si fuese poco todo lo que tenía encima, el chico ahora debía de centrarse en buscar un modo de poner a salvo a Alex, aprovechando lo de la próxima noche. Algo dentro de él le hacía no querer dejar las cosas como estaban y pasar del destino del otro joven. Tal vez fuese que necesitaba reorganizar su karma haciendo buenas acciones, tal vez fuese que estaba dejando salir lo bondadoso de su corazón que tanto tiempo se había esmerado en enterrar, puede que fuese una mezcla de ambas cosas, pero al centrarse durante un instante en la idea de ayudar a otra persona, se sintió aún mejor.

CIUDAD DE BARRO© |TERMINADA| (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora