CIUDAD DE BARRO© |TERMINADA| (2)

Capítulo 86

Pedro trató de respirar al ver lo que le estaban haciendo a David. Ese hombre rubio tenía las manos en su cuello y apretaba con tanta fuerza al muchacho que ya estaba rojo. Increíblemente tenso y sintiendo cómo las manos le sudaban por el nerviosismo, vio como el hombre no se alejaba de David y se sintió con la necesidad de gritar y pedir que lo dejasen. Por mucho que él quisiese que ese chico acabase muerto, por mucho que se hubiese arrepentido de no disparar cuando lo vio en el suelo cubriendo con su propio cuerpo a ese chico rubio, al verlo en aquella situación, deseó poder protegerlo. Cuando por fin encontró su voz para hablar, observó aliviado como Maek dejaba de estrangular al chico.

David cogió una gran bocanada de aire y trató de calmarse. Sentía como el corazón se le había acelerado y ralentizado al mismo tiempo en la sensación mas extraña que había sentido en toda su vida. Por una fracción de segundo antes de que Maek lo soltase había sido capaz de ver a su madre y su sonrisa, como si estuviese reviviendo un recuerdo que le parecía hermoso. Sobrecogido y tosiendo porque aunque Maek hubiese apartado sus manos de él aún sentía que se ahogaba, dirigió una mirada algo húmeda a su jefe. Odiaba llorar pero al sentir como le faltaba la respiración se le habían llenado los ojos de lágrimas sin pretenderlo. Tratando de volver a su apariencia de dureza fulminó con la mirada a Maek quien le hizo una señal a Sean para que lo liberase. El chico sabía que los otros tres hombres de confianza que habían acompañado a Maek estaban justo detrás de él sin necesidad de girarse. Sabía que lo peor aún estaba por llegar y todo su cuerpo respondía con unas inaguantables ganas de salir corriendo. Aún así, se mantuvo totalmente quieto y se dio cuenta de que todos lo imitaban, a la espera de que Maek hablase.

-Bien Cobra, a partir de ahora no voy a permitirte ni un solo fallo mas. Si vuelves a fallar, me quedaré con tu mano derecha y me aseguraré de que te torturen hasta la muerte. ¿Lo has entendido muchacho?

David asintió, pero esperaba una segunda parte de lo que Maek estaba diciéndole.

-Lo entiendo Maek.-dijo como pudo sintiendo ardor en la garganta al hablar.

El rubio chasqueó la lengua y se pasó una mano por la barbilla, algo intranquilo de pronto.

-No puedo dejarte volver tal cual con los demás, sin castigarte de una forma en la que nadie mas se atreva a desobedecerme.

David no lo había desobedecido al fingir que obedecía órdenes de Baref, pero aún así, se mantuvo callado. Pedro escuchaba anonadado cada palabra. ¿Es que acaso no había castigado ya lo suficiente al chico? No sabía cómo ni cuándo, pero había dejado de ver a un asesino en David. El hombre de cabello oscuro contuvo el aliento mirando al joven. Parecía alguien decidido incluso en una situación como aquella. Aquel hombre acababa de amenazarlo con cortarle una mano y con torturarlo, le había dado una auténtica paliza y lo había estrangulado, y ese chico seguía ahí de pie como si no hubiese pasado absolutamente nada.

Por unos instantes Pedro se preguntó qué clase de vida habría llevado ese joven si veía normal todo lo que acababan de hacerle. Miró sus propias manos y se dio cuenta de que estaba temblando. Incluso le faltaba poco para orinarse encima. Si le habían hecho eso a ese chico, ¿qué no le harían a él? Por un momento se le cayó el mundo encima cuando comprendió que debió haber escuchado a David e irse antes de que los suyos llegasen a comisaría. Si es que de verdad podía considerarlos los suyos.