Es increíble cómo las cosas suceden de un instante para otro, en un día había perdido todo lo que nunca imaginé que perdería, la tristeza nunca había sido más reconfortante y las lágrimas y las noches frías nunca antes habían sido tanto mis mejores...
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Escucho la puerta de la casa abriéndose pero no abro los ojos, al contrario, me doy la vuelta en mi lugar y me acomodo mucho mejor para seguir durmiendo plácidamente. Pasan unos segundos y estoy por volver a caer en un profundo sueño cuando de pronto escucho a alguien hablar.
—¿Qué diablos está pasando aquí?
Abro los ojos inmediatamente y miro a mi alrededor el lugar. Volteo nuevamente la mirada y veo con bastante sorpresa y confusión a Gerard recostado a un lado de mí sobre el sofá abrazándome como si fuera un oso de peluche y durmiendo profundamente. Vuelvo la mirada hacia la puerta de la sala y abro bien los ojos tratando de averiguar si realmente es el señor Way el que está parado delante del marco de la puerta o si sólo es que sigo soñando.
—¡Gerard Arthur Way Lee! —exclama de pronto su padre y todos se van despertando rápidamente.
Mikey abre lentamente los ojos mientras se incorpora en el sofá de al lado mientras que Ray y Frank se remueven en el suelo donde estaban durmiendo, alrededor de todos los cojines de los sofás.
—¡¿Qué diablos pasó aquí?! —grita de nuevo furioso el señor Way y todos terminan de despertar en un instante.
Gerard y yo nos incorporamos en el sofá en el que ambos estábamos durmiendo muy juntos y él frota sus ojos con sus manos también sin poder creer que el señor Way esté delante de nosotros en la casa a esta hora.
—¿Papá? —pregunta confundido Mikey.
—¿Qué haces aquí? —pregunta también Gerard con voz ronca.
—¿Cómo que qué hago aquí? ¡Esta es mi casa! —contesta el señor Way molesto y comienza a caminar rápidamente hacia nosotros.
Frank y Ray inmediatamente se levantan del suelo donde dormían y se acercan a Mikey.
—Lo siento señor Way, lo que pasa es que... —Habla Frank, pero el señor Way lo interrumpe.
—Quiero que me lo expliquen mis hijos, no tú —espeta con dureza, y Mikey inmediatamente se levanta del sofá para responder a su padre.
—Es que...
—No Mikey, no tienes que explicarle nada —interrumpe de repente Gerard enfadado.
—¿De qué estás hablando, Gerard? ¡Esta es mi casa!... ¡¿Por qué tus amigos los drogadictos están durmiendo sobre mi alfombra mientras ustedes duermen sobre el sofá?!
—¿Por qué no habías vuelto a la casa desde hace semanas? —contesta Gerard con otra pregunta, lo cual me desconcierta bastante.
—Gerard, este no es mi día así que no me querrás ver molesto. Y contéstame... ¿Por qué demonios están todos así? —vuelve a preguntar el señor Way hablando ya con bastante frustración.
—Señor Way, la verdad es que ayer estábamos...
—No hables Ray, no tienes nada que explicarle —lo interrumpe Gerard nuevamente muy serio.
