Capítulo 82

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—No, no, no, tengo que ir con él, por favor, tienen que esperar, lo que pasó

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—No, no, no, tengo que ir con él, por favor, tienen que esperar, lo que pasó... —La señora Donna me interrumpe.

—Gerard se va a encargar de lo que pasó, tú tienes que empacar tus cosas ya, tus tíos van a venir desde el hotel en el que se hospedaron en 15 minutos y tienes que estar lista para que se vayan al aeropuerto —apremia la señora Donna mientras saca algunas maletas de mi armario.

Mis ojos deben estar rojos e hinchados, al igual que mi nariz. Mi llanto y mi preocupación no se han esfumado en ningún momento después de que llegó la ambulancia y se llevó a Sarah a penas con vida. Gerard se fue con Jamia en la ambulancia y me dijo que yo debía quedarme, y que esperaba poder ir a despedirme al aeropuerto cuando tuviera noticias de la salud y bienestar de Sarah. Yo he tenido que aceptar, claro, lo que acaba de suceder es mucho más grave que lo que sucede conmigo.

La señora Donna pone repentinamente una maleta delante de mí en la cama en la que estoy sentada y me saca abruptamente de mis pensamientos. La abre de inmediato y frunce el ceño cuando mira algo dentro de ésta.

—¿Qué diablos es ésto? —pregunta completamente confundida y saca un pequeño papel de la maleta.

Es el dibujo que Gerard me hizo.

Mi corazón comienza a palpitar desenfrenado en mi pecho y un repentino impulso me hace querer arrebatarle el papel de las manos a la señora Donna, sin embargo ella da un paso hacia atrás alejándose de mí y me mira como si no pudiera dar crédito del dibujo.

—¿Es que acaso todos los adolescentes son así de estúpidos? ¡Olvídate de una buena vez de Gerard, Hayley! —exclama irritada, y mis ojos se abren de par en par cuando veo que comienza a romper en mil pedazos el dibujo.

Mi llanto aparece nuevamente, sí, lloro como una niña a la que le han destrozado sus juguetes favoritos. Mi corazón no puede estar más roto, mis ojos ya no pueden derramar más lágrimas y la situación no puede ser más dolorosa... No, sí es posible.

—¡Deja de llorar y comienza a empacar ya, Hayley! —vuelve a gritar enfadada la señora Donna y se da la vuelta para sacar toda mi ropa y lanzarla a mi cama.

—¿P-Por qué... Por qué es así conmigo? ¿E-En serio me odia por amar a su hijo?... ¿Es eso? Porque no puedo evitarlo, señora Donna... Me enamoré completamente de su hijo, de su personalidad, de la forma en que sonríe, la forma en que habla, de la forma en que me ama. Me enamoré de él, señora Donna, me enamoré de él. Y usted tiene razón... ¿Cómo demonios me pude enamorar de él? No lo sé, solo sé que todo esto me está matando, porque usted no sabe lo mucho que me va a doler no verlo a mi lado todas las mañanas, no escucharlo cantar en la ducha, no abrazarlo y estar con él... ¡Usted no tiene ni idea de cuánto me está desgarrando por dentro la idea de estar separada de él! —exclamo siendo completamente sincera y sin dejar de sollozar a cada momento—. Y lo sé, sé que usted piensa que el amor juvenil solo es un sueño, pero no es así. Quiero pasar mi vida con él, quiero compartir mis dichas y mis tristezas con Gerard, quiero acompañarlo cuando me necesite, quiero hacerlo reír cuando se sienta decaído, quiero festejar con él sus alegrías... Lo quiero, señora Donna, lo quiero. Y el saber que eso no será posible...

My Beautiful Nightmare (Gerard Way)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora