Es increíble cómo las cosas suceden de un instante para otro, en un día había perdido todo lo que nunca imaginé que perdería, la tristeza nunca había sido más reconfortante y las lágrimas y las noches frías nunca antes habían sido tanto mis mejores...
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Los días y las noches pasan lentamente. El tiempo me está matando poco a poco. Todo parece ser tan diferente para mí. Despierto en la mañana deseando abrir los ojos y encontrarme en mi habitación en Nueva Jersey, darme la vuelta y encontrar a Gerard durmiendo a mi lado... Dios, cuánto deseo eso. Deseo salir al pasillo y ver a Mikey saliendo de su habitación sonriéndome como saludo, deseo ir a la escuela como solía hacer y reír con Janet, deseo caminar en la calle con mis amigos, deseo volver a sonreír como antes, deseo sentirme mejor. Pero eso no va a pasar, todo está tan lejos de mí y es algo tan inalcanzable que me sigue lastimando tanto.
En cambio, lo único que tengo son mañanas deprimentes, desayunos solitarios y cansadas clases en la nueva escuela a la que asisto. Mis tíos hicieron todo esto por mí y están constantemente analizando mi reacción a cada cosa nueva que llega a mí, tratando de hacerme lo más feliz que pueden. Sin embargo, aunque trate de complacerlos no puedo hacerlo, no puedo sentirme feliz.
Esto es lo que tengo ahora, tengo una nueva y extraña familia, tengo una nueva pequeña habitación, tengo un nuevo recorrido hacia la escuela, tengo nuevos y rebeldes compañeros de clases y la vida aquí es tan diferente a Nueva Jersey. Y aun así no puedo dejar de pensar en todo lo que se quedó atrás.
Volteo a ver a la gran ventana de mi habitación que tiene vista al patio trasero de la casa y limpio mis lágrimas mientras me doy cuenta que el sol ya poco a poco se va ocultando. Aparto el cabello de mi rostro y de pronto escucho un ruido proveniente de la puerta del cuarto. Muevo mi vista inmediatamente hacia ese lugar y suelto un ligero respingo cuando veo a Dean recargado y cruzando los brazos en la pared a un lado de la puerta que ahora está abierta.
—¿Q-Qué haces aquí? —le pregunto mientras me incorporo en la cama y lo miro con el ceño fruncido.
Él se mantiene callado un segundo, tan solo mirándome fijamente con esos penetrantes ojos verdes, aunque tiempo después baja los brazos y suelta un suspiro.
—Lo siento, no quería asustarte —murmura mientras comienza a caminar hacia mí en la cama.
Yo bajo la cabeza tratando de que él no logre ver mis ojos rojos y llorosos.
—¿Desde cuánto tiempo llevas viéndome ahí? —le pregunto con seriedad y todavía sin mirarlo.
—Lo suficiente para darme cuenta que no estás bien —responde tratando de conectar sus ojos con los míos, pero yo evito su mirada.
—Estoy bien, solo estoy algo cansada... Ser la nueva en el último año de clases es agotador —le respondo como excusa y él toma asiento a un lado de mí en el borde de la cama.
—¿Fue por lo que te dijo Heather? ¿Por eso estás llorando? —me pregunta y yo sorbo por la nariz.
Volteo la mirada a la ventana y pierdo mi vista en los suaves colores del cielo que cada vez se van haciendo más oscuros conforme van pasando los minutos.
