Capítulo 12.

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Harry.

Para la mañana del fin de semana me sentía fatal. Había olvidado tomar las pastillas para controlar la ansiedad y ya me habían pasado dos ataques de pánico, y creó que iba por él tercero...

Mi pecho se infló en busca de aire y cuando lo obtuvo mi corazón dejó de sentirse presionado pero cuando volvi a aspirar aire, este no entro.

Me puse de pie caminando hasta la ventana para abrirla, mis dedos se cerraron sobre el marco y agradecí al sentir él aire fresco en mi cara. Respire una y otra vez hasta que aspire él aire por mi nariz y pudo salir por mi boca.

Mi teléfono se escuchó desde la sala pero no quería responder. Me quede quieto en la ventana, observando hacia la calle transitada y sintiendo el Sol recién salido quemar en mi piel. Cuando él aparato dejó de timbrar, caminé hasta el cuarto de baño y abri él agua caliente de la ducha.

Salí una vez más a mi cuarto para tomar ropa del armario y cuando estaba por entrar a la ducha, me teléfono volvió a sonar. Rodé los ojos pero hice caso omiso de nuevo, me dedique a quitarme la ropa y aventarla al cesto de ropa sucia, me meti a la ducha y abri él agua fría para que se templara.

Cuando termine, salí y me seque para después vestirme con unos jeans negros y una camisa a botones arrugada. Ni siquiera me preocupe en peinarme o usar loción, necesitaba distraerme y sabía que solo lo iba a conseguir si salía al aire libre.

Antes de cerrar la puerta visualice mi aparato telefónico sobre él sofá y me debatí entre llevarlo conmigo o dejarlo aqui, al final no pude evitaralo y camine hasta él para desbloquearlo y ver quien me había llamado.

"Cuando leas esto me llamas, por cierto, la paga ya esta depositada"

Era un mensaje de Zachary, quien también era el responsable de las dos llamadas pérdidas. Suspire y planee mi camino en mi mente: iría a la pastelería y compraria una gran dona, después, caminaría hasta él banco y sacaría mi paga de la quincena. Así de fácil.

~•~
Anelisse.

Al día siguiente me desperté temprano para poder ir al banco a cobrar él cheque y comprar él boleto de ida y de regreso a Los Ángeles.

Él Sol recién había salido cuando salí de mi casa, me abrí paso entre la pradera hasta llegar al camino que me llevaba a la ciudad. Lamentable llevaba zapatillas y mis pies empezaban a sudar... Asco.

Cuando llegué a la ciudad, apreté mi pequeña bolsa que llevaba colgada de un hombro contra mí, ahí adentro estaba mi cheque de cinco grandes y por nada del mundo iba a dejar que me lo arrebataran.

Caminé unas cuantas calles y me sorprendió ver que transitaban muchos carros por las calles y gente por la banqueta. Pase por una heladería, una tienda de joyas y una pastelería antes de llegar a mi destino.

Él banco estaba medio lleno, había al menos seis personas sentadas en las sillas esperando su turno.

—¿La puedo ayudar en algo señorita? —una chica vestida formalmente me preguntó.

—Sí, yo quiero cobrar un cheque —dije en voz baja para que la demás gente no supiera que estaba a punto de recibir una gran cantidad monetaria.

—Oh bueno, puede tomar un turno y esperar a que la llamen —apenas me daba cuenta que estaba a un lado de una pequeña maquina, ella escribió unos cuantos números y claves antes de que saliera un papelito con el turno A04.

La Noche Estrellada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora