Capítulo 18.

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Allá, a los lejos, estaba mi madre esperándome con los brazos abiertos. A su lado estaba mi abuela, que aunque estaba más atrás casi en él jardín, igual me esperaba con una sonrisa.

-¡Harry, mi pequeño hijo! -gritó sosteniéndome con fuerza entre sus brazos. -¡Te extrañe demasiado!

-Yo también lo hice, mamá -pase mi mano por su cabello canoso y la apreté con fuerza, sin querer soltarla.

Me dio un beso en la mejilla antes de soltarme y dejarme caminar hasta la entrada de la casa. Todo estaba bastante igual, todo era tal y como recordaba la última vez que vine a la casa de mis padres.

-¡Vaya, pero miren que tenemos aquí! -la odiosa pero adorable voz de mi hermana me hizo girar y ahí estaba ella, con su enorme panza de seis meses de embarazo.

-Pero mira cuanto has crecido -bromee y ella me dio un golpe en la cabeza, como pudimos nos abrazamos y trate de no aplastar su pequeña barriga.

Ella se había casado hace dos años con Denzel Shei -un jugador de fútbol americano- y ahora estaban esperando un hijo, un varón al parecer. Mi hermana es seis años mayor que yo y me sorprendió saber que se iba a casar tan joven pero tampoco era una mala idea. Ella y Denzel se aman y saben que no van a encontrar estabilidad en mejores brazos que los de ellos mismos.

-¿Y tu esposo? -pregunté acomodando mis maletas en una esquina para que no estorbaran en medio de la sala.

-Trabajando, se la pasa horas y horas en el campo, -hizo un puchero, sobando con ambas manos su barriga -pero prometió estar para la cena de hoy, tiene muchas ganas de platicar contigo.

Me guiño un ojo antes de desaparecer en la cocina, suspire antes de dejarme caer en él sillón con pesadez. Hoy era él cumpleaños numero cincuenta y cinco de mi padre. Mi madre quiere que todos sus hijos estén presentes y me pidió que reservara un par de días para quedarme aquí, en Nederland.

Mi padre y yo no éramos tan unidos, el y Thomas siempre habían sido bastante cerrados en su mundo de caza o algo que tenga que ver con militares. Mi padre era un hombre de guerra, ha viajado a Afganistan más veces que las que puedo contar con una mano, gracias al destino siempre que se va, vuelve.

Thomas era mi hermano mayor, con treinta y dos años cumplía la profesión de médico neurocirujano y, obviamente, era el orgullo de mis dos padres. Nora es la hija de en medio, la única chica entre tantos chicos. Ella siempre se intereso por las artes y la naturaleza pero jamás estudio una de las dos carreras, mi padre le dijo que él arte no hace dinero y que la naturaleza algún dia se iba a extinguir. Nora se graduó de médico psiquiátrico con honores y después de que termino la carrera ella se comprometió, después se casó y ahora estamos aquí, esperando al primer sobrino.

Y luego estaba yo, el hijo menor, el último en todo. Era un arquitecto pero jamás he conseguido trabajo en alguna obra o una planta, mejor dicho, jamás he buscado ese tipo de trabajos. Me siento cómodo y feliz trabajando en la cafetería, sin embargo sé perfectamente que mi sueldo sería mucho mejor si ejerciera lo que estudié.

-Harry... -me puse de pie con un rebote y me gire. Mi hermano Thomas me sonrió bajando las escaleras trotando. -¿Como estas, hermano?

-Mucho mejor -nos dimos un abrazo de hombres, de esos que te dan una palmada en la espalda y después un choque de manos.

Thomas y yo, por tener una gran diferencia de edad, no concidiamos en casi nada. Él tenia otro interés, mientras yo leía revistas de videojuegos, él leía el periódico todas las mañanas. Si, nos queríamos, pero nada me aferraba a él más que la sangre y nuestra niñez juntos.

-¿Cómo vas con tu tratamiento?, ¿todo bien? -su pregunta me incómodo, me incómodo bastante a decir verdad.

No me gustaba que mi hermano me viera como una rata de laboratorio. No quería que hiciera una larga investigación sobre como encontrar la cura de la pérdida de la memoria. No alzheimer, pérdida de memoria.

-Bien, tomó los medicamentos y todo eso... -el todo eso se refería a los ejercicios mentales. Ver la foto de mi madre todos los días, tener 'post it' por todos lados. Son ejercicios que mueven a mi mente.

-Que bien, me alegró -nos sentamos en él sillón y él se recargó en sus rodillas.

Suspire incómodo, me removí en el sofá y mire el televisor apagado. Mi hermano junto sus manos de forma pensativa.

-Y... ¿cómo es la vida de soltero? -preguntó y me dieron ganas de reír, era ilógico que me preguntara a mí cuando él también era un solterón.

-Digamos que bien...

-¿Alguna conquista? -esto parecía una plática con mi padre.

-No, de echo no hay nadie -a mi mente voló aquella chica pálida de cabello rojizo castaño.

No había hablado con Anelisse hace dos semanas y, según Raquel, ella partió hace unos días hacia Los Ángeles.

Recordaba la última vez que la había visto ella me había dicho que necesitaba viajar para ver a sus abuelos, así que supuse que su vuelo se debía a eso.

-Esa cara me dice que sí hay una chica -parpadee un par de veces para salir de mis pensamientos. Ahora no solo estaba Thomas, sino también Nora sentada a mi lado. -¿Cómo se llama?

Me preguntó. Así que había escuchado toda nuestra conversación.

-No hay nadie -dije incómodo, quería irme. No quería que mis hermanos supieran de Anelisse cuando ella no es nada más que una amiga.

Nora se río y Thomas puso su mano sobre mi hombro así que me gire a verlo.

-Bueno, cuando haya un alguien me gustaría mucho saberlo -su mirada me hizo saber que sea quien sea la persona que esta pasando pasado por mi mente, el quería saber. Supe que ninguno de los dos se iba a quedar con las ganas de saber si hay alguien en mi vida.

Y sabia que no me querían presionar, pensé que era tan poco el tiempo que pasábamos juntos que sentían que no sabían nada de mí. Pensé que ellos solo querían sentir parte de mí vida a pesar de la diferencia de edad y el poco tiempo que pasábamos juntos.

-Se llama Anelisse, -dije en voz alta -es solo una amiga. Ella es hermana de un amigo y de vez en cuando la veo en el trabajo...

Nora se quedó callada. Thomas alejó su mano de mi hombro y pude ver como su manzana subía y bajaba mientras tragaba saliva.

-Ella es complicada. De vez en cuando pienso que ella es mi alguien -decirlo en voz alta se sentía extraño. Confesarlo en voz alta se sentía mas raro que decirlo en mi mente. -Pero otras vez pienso que ella no quiere nada, ni amistad ni nada... Esconde tantos secretos.

-¿En donde esta ella? -preguntó Nora.

-En estos momentos esta en Los Ángeles, vive en Victoria pero es más complicado de lo que se escucha -dije para hacerles saber que realmente todo era mucho más complicado.

-Te gusta -habló Thomas. No era una pregunta, era una afirmación.

-¿Qué...

-Ella te gusta -dijo Nora. Una sonrisa creció en su rostro e involuntariamente llevó sus manos a su vientre -Ella realmente te gusta...

-Oigan, yo no dije eso -me levante del sofá tratando de calmar la situación. -Yo solo les dije su nombre...

-¡Niños vengan a tomarse una foto con la abuela! -mi mamá apareció y me pregunte si tal vez ella escuchó toda o alguna parte de nuestra conversación. Las madres escuchan a traves de las paredes.

-¡Mamá, Harry no puede quedarse tantos días!, el tiene que regresar mañana mismo a Victoria -dijo Nora, saltando del sofá con las manos en las mejillas tratando de dramatizar la escena.

-¿De qué hablas, hija? -mi mamá me miró y yo no sabía que decir...

-¡El tiene novia mamá! -maldicion. -Necesita verla y confesarle su amor...

La Noche Estrellada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora