Capítulo 47

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Mi cabeza había estado dando vueltas todo el día. No podía dejar de pensar en todos los problemas que tenía y no había solucionado ninguno.

No sabía nada de Cámaro, ni de Harry, mucho menos de Zachary y eso era lo que más me preocupaba. Sentía como si alguien me estuviera alejando de resolver el caso, una fuerza extraña o algo así.

Mi papá vino por mí a la oficina para llevarme a cenar pero ni siquiera con su presencia logré sentirme tranquila. Mientras íbamos en el auto sentía un malestar que me ponía los bellos de punta.

—¿Te molesta si llego a algún lugar antes? —le pregunté mientras íbamos por la avenida principal.

—Claro que no, ¿a dónde quieres ir? —me respondió en tono animado.

—A la cafetería "La noche estrellada", —le pedí —esta aquí a unas cuantas cuadras.

El asintió en silencio y siguió mis instrucciones de ir hacia la derecha para llegar a la cafetería. Nos detuvimos y desabroche mi cinturón de seguridad.

—Esta cerrado, hija —me dijo algo obvio. Ya eran casi las doce de la madrugada y era obvio que la cafetería iba a estar cerrada, por eso vine, no quería ver a Harry.

—No importa, tengo que hacer algo —le dije —¿Puedes esperar por mí en la otra cuadra?

Su ceño se frunció en confusión y sabía que ya sospechaba que algo no andaba bien, pero no quería involucrarlo. Terminó asintiendo y cuando me bajé del auto, el avanzó hasta dar vuelta a la izquierda y perderse en una calle.

Casi había olvidado que era un nuevo día y eso significa un nuevo problema.

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté atónita al ver a una figura conocida acercarse a paso lento.

—Te pregunto lo mismo —mi madre sonrió.

Había venido aquí pues me preocupa no tener ninguna noticia de Zachary y en este lugar fue la última vez que lo vi, tal vez dejó algún tipo de rastro. Las cortinas de metal ya estaban abajo y el letrero con el nombre del local era la única luz en la calle.

—Vine a ver a alguien —le mentí a mi madre.

Había aparecido de la nada, ni siquiera había escuchado sus tacones contra el suelo o su automóvil estacionarse.

—¿A alguien a estas horas de la noche? —preguntó en un tono condescendiente.

Llevaba el cabello suelto, algo que se me hizo extraño pues jamás lo usaba así. Llevaba un atuendo totalmente diferente al que estaba acostumbrada a verla, unos jeans y una blusa suelta la vestían, además calzaba unos tacones dorados que sólo se usaban en verano.

—No es asunto tuyo —le respondí. —¿Qué haces tú aquí?

—No es asunto tuyo —contraataco.

Nos quedamos en silencio y me pregunté si me había estado siguiendo.

—¿Dónde has estado?, me enteré que te fuiste de la casa —me cruze de brazos, adaptando una posición segura.

—Tampoco es de tu incumbencia —me respondió.

Apenas notaba lo joven que se veía con su nueva vestimenta, ni siquiera parecía mi madre pero no olvidaba que solamente nos separaban diesinueve años de edad.

—¿Me estabas siguiendo? —le pregunté mirando a ambos lados de la calle y espere que no haya visto a mi padre.

—Sí, —respondió sin algún toque de vergüenza —me enteré que Zachary murió.

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