La Noche Estrellada

Capítulo 8.

—Lamento haberlos asustado, chicos —la voz del señor me sacó de mis pensamientos y lo mire a los ojos.

Llevaba un rifle en una mano y una bolsa con estampado militar en la otra. El señor Edward se dedicaba a la caza.

—No sabíamos que este era terreno de caza. Fue un descuido de ambos, no se preocupe —dijo mi hermanastro restandole demasiada importancia al asunto.

Ambos sabíamos que este no era terreno de caza. Ambos sabíamos que no hay venados en los bosques de Victoria y mucho menos, hay gente que los mata.

—Bueno, nos veremos por ahí —dijo el señor despidiéndose con una mano.
Zachary arrancó la camioneta y seguimos nuestro camino.

Por alguna razón, no podía dejar de escuchar los disparos del rifle en mi cabeza. No podía dejar de pensar en el cuerpo del animal tendido en el suelo.

No podía dejar de pensar, en la noche cuando él padre de Zachary fue asesinado en la recámara de mí cuarto.

—¿Estás bien? —preguntó Zachary, mirándome de reojo.

—No podré dormir en varios días —confesé, parpadeando sintiendo mi cara más adormecida, toqué el golpe con las yemas de mi dedos y sentí la hinchazón que se había empezado a hacer.

—¿Qué le dirás a tú madre?, —cambio las luces del auto y volvió a hablar —Sobre el golpe...

—No lo sé, que tuve una pelea en él bar o algo así. Aunque honestamente no creo que pregunté que me sucedió —y era verdad.

Mi madre salía tanto de la casa que teníamos muy poco tiempo para hablar y para vernos a pesar de que la mayor parte del tiempo yo estaba en casa o en él hospital.

—Respecto a Harry... —me gire a escucharlo y él suspiró —No sabe nada sobre mi padre, él ni siquiera sabe que tengo una madrastra y una hermanastra. Nadie sabe nada sobre eso...

Asentí en silencio.

A pesar de que Zachary y yo teníamos la misma edad, él tenía mucho más amigos que yo y eso significa guardar el secreto de más personas. Yo solo tengo a Axel y él sabe parte de los sucedido aquella noche hace cuatro años.

—No aceptaré trabajar en la cafetería, pero cuando te haga falta personal puedo ir a ayudarte —dije con la vista puesta en la ventana.

—¿Cuando tomaste esa decisión?

—La acabo de tomar así que no seas un patán y agradeceme —dije con sarcasmo.

A pesar de que la cafetería era sólo de Zachary, mi madre me estaba obligando a dejar mi trabajo en él hospital para dedicarme tiempo completo a ayudarle a mi hermanastro en él local. Dice que es importante mantener él negocio en pie, además, quiere que Zachary y yo mejoremos nuestra relación.

—¿Y tú novia?, ¿que no iba a ir contigo? —pregunté.

—Hable con ella por teléfono y la llevaré mañana a almorzar —asentí en silencio y a lo lejos pude visualizar la casa levantarse entre los árboles.

—Mañana ire al hospital entonces la casa estara sola, si quieres puedes traerla a casa y no sé, hacerle el desayuno tú solo. Eso sería un lindo detalle —no tenía idea de donde había salido aquel consejo y apenas salió de mi boca, me arrepentí.

Casi había olvidado con quien estaba hablando.

Él silencio calló sobre nosotros y él no hizo nada por romperlo.

Cuando estacionó la camioneta enfrente de la casa me apresure a bajar para tener que evitar la mala cara de Zachary. Para evitar que los recuerdos de aquella noche me atormentaran más de lo que ya lo hacian.

Abrí la puerta y la dejé así para que mi hermanastro entrara. Seguí mi camino hasta mi habitación y cuando estuve enfrente de la puerta me detuve.

—Anelisse —mi mano se congeló en el picaporte de la puerta rosa y no sabía si girarme a verlo o simplemente quedarme congelada como una cobarde.  —Gracias por él consejo

Miré sobre mi hombro y ahí estaba, en él pie de la escalera con los brazos cruzados. Casi pude verlo con carisma, como si nada hubiera pasado años atrás.

Casi pude vernos como hermanos. Casi.

—No hay de qué —conteste antes de abrir mi puerta y escurrirme dentro de mi habitación. Cerré la puerta dandole una última mirada a Zachary.

Me pregunte hace cuantos años él y yo no habíamos mantenido una conversación como esta. Como ese pequeño lazo de amigos que recién se había empezado a formar fue roto por nuestros padres, al enterarnos de que eran amantes y estaban dispuestos a escapar lejos juntos. Que estaban dispuestos a dejarnos aquí para que ellos pudieran ser felices.

Todo aquel plan se fue por la borda cuando apenas unos meses después de que hicieran público su romance, asesinaron al padre de Zachary una noche normal. Una noche como cualquier otra, y a pesar de que ese día habíamos cenado los cuatro en la casa de Zachary, el cuerpo del señor Henry apareció en mi habitación de mi casa en Denver.

Toda aquella farsa que nuestros padres habían tratado de hacer realidad, desapareció en un cerrar y abrir de ojos. Toda aquella confianza entre Zachary y yo se fue por él caño porque ninguno de los dos estuvo presente durante el asesinato de Henry así que desde ese día eramos sospechosos para los policías.

Zachary y yo juramos guardar él secreto sobre lo que hicimos aquella noche, juramos ocultarlo de la policía y de mi madre. Apenas unos meses después mi madre compró esta casa donde vivimos ahora y así él secreto quedo más oculto.

Pero desde aquel día cada vez que veo a Zachary a los ojos no puedo evitar ver todo lo que paso ese día. Aquello que me persigue todas las noches desde ese día... La culpa.