Capítulo 44

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—¿Podrías repetir lo que acabas de decir? —la voz del rubio me sacó de mis pensamientos, levante la vista del suelo y me acomodé en el asiento de cuero.

—Voy a retirar los cargos...

—¿Qué te hizo cambiar de opinión? —me interrumpió mientras abría la pequeña puerta de madera que me encerraba en mi lugar. Estaba sentada a un lado de donde, se supone, se sienta el juez del caso.

Cámaro me había llamado para ensayar las preguntas que me hará el día del juicio de Michelle, pero apenas habíamos llevado un par de preguntas cuando se lo confesé y ahora ya no había vuelta atrás.

—No creo que sea necesario meterlo a la cárcel, pienso que fueron sus problemas con las drogas lo que lo hicieron actuar así —me encongí de hombros. No sabía si estaba haciendo lo correcto pero sé que ya no hay vuelta atrás.

Lo estaba haciendo por Zachary.

—Michell aún tiene cargos por posesión de drogas, Anelisse. Terminará en la cárcel lo quieras o no —su voz se escucho enojada pero no me importó.

—Lo sé, y tal vez eso no lo puedo borrar pero no voy a hacer que este más tiempo detrás de las rejas...

—¿Estás haciendo esto porque te sientes culpable? —me interrumpió con una mirada de exasperación.

—No lo sé, —confesé —pero ya tomé mi decisión. Por favor has tu trabajo y retira los cargos.

Me fui de la sala sin volver a mirar atrás y camine hasta la salida del lugar, pero de pronto una mano detuvo mi paso.

—¿Sabes algo que no me estés diciendo? —el policía estaba enfrente de mí, mirándome de una manera que no supe descifrar.

—Ya deja de preguntarme eso —me zafé de su agarre con fuerza pues era la segunda vez que me hacía la misma pregunta.

—Anelisse, es un crimen mentir delante de un juez, ¿lo sabías?

—¿Me estás amenazando? —di un paso hacia su dirección en una acción para retarlo.

—Tómalo como quieras.

Di un paso hacia atrás y asentí en silencio, entendiendo la situación. Creo que había olvidado que me enfrentaba a un oficial de policía y, a pesar de que tuviéramos una amistad, Cámaro siempre va a poner su trabajo primero.

—Hágale saber al abogado que no me presentaré para ningún asunto que tenga que ver con Michell, no mientras ese asunto sea para meterlo detrás de las rejas, —me ajuste el abrigo al cuerpo —Y llamé solo cuando sea necesario... Oficial Cámaro.

Su mandíbula se apretó con coraje y no me despedí cuando me di media vuelta y salí del lugar. El aire me azotó la cara y apreté más mi abrigo, la temperatura había bajado repentinamente y eso no me gustaba pues mi Mustang no tenía calefacción así que siempre iba a sufrir frió a pesar de estar dentro de mi auto.

Encendí el motor y emprendí mi camino a mi nuevo trabajo. Ayer mi jefe me dio el día pues "mi situación era muy fuerte" según sus palabras, me dijo que perder a un familiar era algo de lo que uno jamás se recupera, y tal vez tenía razón. Zachary no me había llamado desde la última vez que lo vi y aquello me ponía de nervios, pues algo de mí me decía que era mejor estar juntos para contra atacar a quién sea que lo quiere culpar de matar a su propio padre.

Mi celular vibró en mi bolsillo pero no me moleste en contestar pues ya estaba por llegar al trabajo y me acaba de dar cuenta que ya era tarde, mi turno empazaba a las nueve y ya casi eran las diez. Estacione mi auto y me bajé casi corriendo de él, pase mi bolso por mi hombro y trote hasta llegar al ascensor, pulse el botón que marcaba el piso cinco y la caja de metal se empezó a mover.

La Noche Estrellada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora