Capítulo 15.

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Harry estaba sentado en él sofá, con las piernas dobladas y los codos recargados en ellas. Su mirada era inexpresiva, como si su mente se hubiera puesto en blanco preparándose para escucharme y yo no podía hablar, no podía abrir la boca para decir alguna palabra porque no tenía el suficiente coraje. Era una cobarde.

—¿Estas bien, Anelisse? —preguntó. Yo no asentí pero tampoco lo negué.

Trague saliva para animorar mi nerviosismo.

—Harry, yo... —hablé pero me detuve casi al instante. —Y-yo...

Mi teléfono vibró dentro de mí bolso. Di un brinco del susto y rápidamente abri el cierre escarvando entre tanto papeleo para encontrar mi teléfono. Cuando lo encontré, lo saqué y el nombre de Zachary estaba reflejado en la pantalla.

No quería contestar, no quería atenderlo porque sabía que si lo hacía toda aquella iniciativa de animorar la carga sobre mis hombros, se iba a esfumar. La llamada término y suspire de alivio, el teléfono aun no se bloqueaba cuando volvió a sonar.

Esta vez, me arme de valor y sin mirar a Harry, contesté.

—¿Diga? —pregunté.

—¿Dónde estas? —su voz demandante me hizo saber que había problemas.

—En el centro comercial —mentí. —¿Sucede algo?

—Necesito que vengas lo más pronto posible a la casa, —suspiró antes de volver a hablar —Hay unos detectives que quieren hablar con nosotros, al parecer... Volvieron a abrir el caso de mi padre en Denver.

La sangré se drenó de mi cuerpo y cerré los ojos con fuerza. Sentí mi pulso acelerarse, mi corazón quería salir volando de mi pecho y quería llorar.

—¿Q-qué? —pregunté en un susurro y cuando el aire me abandonó, sentí que ya no volvió a entrar.

—Anelisse, tranquilizate por favor —me pidió pero incluso a horas de distancia, pude escuchar su voz temblar —Solo ven a casa, no es nada nuevo sólo tienes que decir lo que paso esa noche...

Él celular se resbaló de mi mano y me puse de pie, desesperada, inquieta y sin poder respirar.

Quería salir, quería aire, quería respirar.

Alguien me sostuvo de los hombros, reteniéndome en mi lugar. Sentí mi bolso caer al suelo pero no me preocupe, quien sea que me estaba sosteniendo me estaba obligando a quedarme de pie.

—Respira, Anelisse —era Harry. Casi olvidaba que él estaba aquí conmigo, que yo estaba en su casa. —Vamos, respira conmigo.

Traté de hacerle caso pero no podía, no podía hacer otra cosa más que sollozar en silencio. Negué con la cabeza y mis manos se aferraron a su camisa, apretando la tela en mi puño.

Sus manos subieron hasta mis mejillas, obligándome a mirarlo a los ojos. Él estaba hablando pero yo no escucha otra cosa más que mi pulso acelerado, mis pulmones gritaban de dolor y yo también quería hacerlo.

No sé en que momento me acercó a él, o en que momento ya no vi más los sillones de la sala. Puso algo en mi boca y lo apretó, un humo frío voló hasta mi garganta y supe que era un inhalador.

—¡Respira, Anelisse! —gritó y esta vez, pude hacerlo.

Dos disparos más y alejó el medicamento de mí. Me abrazó y dejé que mi cabeza descansará en él hueco de su cuello, dejé que lo primero que oliera mi nariz fuera su perfume. Me sentía agotada y aletargada, como si no hubiese podido respirar en días. Como si hubiera corrido un maratón en solo dos minutos.

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