Capítulo 10.

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La gente empezó a llegar hasta pasadas las diez de la noche. La mayoría habían sido pedidos para llevar, en especial café y donas.

Un gran grupo de amigos llegó y cada uno pidió una malteada doble así que Harry me enseño como prepararlas, porque como la gente seguía llegando no podíamos dejar la caja sola, así que el cobraba mientras yo preparaba las órdenes.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó asomando su cabeza por la puerta de la cocina. Su cabello rizado estaba atado en una pequeñisíma coleta y lo hacía ver más grande, más maduro.

—Solo necesito más cerezas —me encogí de hombros mientras acomodaba dos malteadas de fresa en una charola negra.

Él asintió entrando por completo rodeando la mesa de metal donde yo me encontraba, mientras, él se estiro sobre un refrigerador para alcanzar un frasco gigante lleno de cerezas.
Cuando lo tuve en mis manos le agradecí y lo destape para que las malteadas quedaran listas. Con cuidado de no estropear las malteadas puse una cereza en la punta de cada una.

—¿Quieres llevar la órden a la mesa? —no había notado que Harry seguía aquí hasta que escuché su voz.

Miré la charola y lo pensé dos veces. Yo no había llevado ninguna órden a alguna mesa y eso me ponía nerviosa.

—¿Y si lo echo a perder? —pregunté aún mirando las malteadas.

—Voy a estar siempre detrás de ti, cuidandote —su voz sonó más ronca de lo normal y me gire a verlo.

Me dedicó una sonrisa y camino hasta la salida pasandome de largo. Antes de salir su cabeza se volteó un poco y me miró sobre su hombro.

—¿Vienes? —el tono retador que uso hizo que cualquier sentimiento de nerviosismo se evaporará. Su ceja se levantó con arrogancia y el simple echó de creerce malo me hizo reír, porque Harry derrochaba amabilidad y carisma.

Tomé la charola y camine detrás de él, ambos salimos al mismo tiempo y me señalo con la mirada la mesa donde debía dejar la orden. Era una pareja joven y no pude evitar pensar que esta era su primera cita.

—Buenas noches —los salude con una sonrisa y ambos se voltearon a verme. Ambos susurraron un "hola" y alejaron sus codos de la mesa para poder poner las malteadas ahí.

—Disculpa, ¿puedes traerme un par de donas? —la voz del muchacho me llamó y lo mire a la cara.

De alguna u otra manera se me hacia conocido. Esas cejas pobladas ya las había visto antes y no pude evitar quedarme viéndolo más tiempo de lo debido puesto que yo sabía que él y yo ya nos habíamos visto antes.

—S-sí, en un momento se las traigo —parpadee un par de veces antes de girarme casi corriendo en dirección a la cocina. Me daba vergüenza saber que la chica me había visto ver a su novio como una tonta.

Cuando entré a la cocina Harry entro detrás de mí, sigiloso como siempre.

—¿Quieres que yo lleve la orden? —preguntó el rizado, recargo sus manos en la mesa de aluminio, relajado.

—Estoy bien, yo puedo llevarla —dije y me sorprendió no dudar.

Él asintió en silencio y me sorprendió saber que Harry era muy callado. O muy tímido...

Cuando tuve él plato entre mis manos con las donas sobre el, me dispuse a salir a entregar la orden mientras que Harry atendía a una señora en la caja registradora, a lo que llegue a escuchar estaba pidiendo algo para llevar.

Di unos cuantos pasos hacia la mesa cuando él chico de pelo castaño me miro como yo lo había echo hace unos minutos. Sus ojos me seguían pareciendo conocidos pero no me detuve y seguí caminando a la mesa.

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