Capítulo 35

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Estaba en un hospital. Lo sabía porque apenas abrí los ojos el color blanco pálido de la habitación me dejó ciega, el olor a medicamentos y alcohol desinfectante estaba por todas partes y me dolía demasiado la cabeza. Parpade un par de veces para acostumbrarme a la luz de la habitación, y cuando lo hice me di cuenta de que no estaba sola. En un sillón de tres cuerpos estaban Zachary, Harry y el detective Cámaro completamente dormidos... ¿Qué demonios hacía aquí Zachary?

Mire las agujas en mis antebrazos y me asusté, pues me daban un miedo terrible las inyecciones. La máquina a mi lado empezó a pitar más rápido y me hizo caer en cuenta de todos los cables que estaban conectados a mí pecho, tenía frío pues la bata de hospital que llevaba puesta era tan delgada que me sentía desnunda.

—¿Anelisse? —una voz conocida hizo que mirará hacia el sillón color naranja, y era Zachary quién se había despertado.

—¿Por qué estoy aquí? —mi voz sonaba irreconocible, la garganta me quemaba y necesitaba con urgencia un vaso de agua.

—No te asustes, llamaré a un doctor, ¿de acuerdo? —él se veía tan pálido como un fantasma que me daban ganas de decirle que volviera a descansar, pero no me dio tiempo porque salió corriendo hasta la salida de la habitación y el sonido de la puerta cerrarse despertó a los demás.

—Anelisse... —la voz de Harry hizo que algo dentro de mí se calentará, y se puso de pie de inmediato para acariciarme el rostro. Su mano estaba tibia —¿Cómo te sientes?

—Yo no sé porqué estoy aquí, ¿qué demonios hago aquí? —le confesé y pregunté desesperada, pues en verdad no sabía que demonios había pasado. Estaba tan pérdida que empecé a marearme, entonces hice puños la sábana y cerré los ojos para evitar ver cómo la habitación me daba vueltas.

—No hagas esfuerzos, el doctor no tardará en estar aquí —escuché la voz de Cámaro.

Y de inmediato un médico con bata blanca apareció en el umbral de la puerta con un ejército de enfermeras detrás de él. Les pidió a los chicos que se retiraran y a duras penas lo hicieron, él doctor me hizo preguntas mientras me obligaba a ver directo a una luz que iba de un lado a otro frente a mis ojos. Le confesé que estaba muy mareada y me dijo que había sido porque la anestesia estaba saliendo de mí sistema.

—¿Por qué estoy aquí? —hice la misma pregunta por tercera vez, pero esta vez sí me respondieron.

—Un chico te atacó en plena avenida, al parecer uso un objeto filoso pero no lo suficiente para hacerte tanto daño pues apenas te hizo una pequeña herida en el abdomen —las palabras del doctor me hicieron recordar las escenas que estaba olvidando.

Michelle siguiendome, él sobre mí y después la punzada en el abdomen. Recordaba que me desvanecí en plena calle y que la última imagen que tengo de Michelle era esposado y llorando... ¿Por qué lo había hecho?. Aún recuerdo sus palabras pidiéndome perdón por lo que iba a hacer, y recuerdo que su voz había sido apenas audible pero aquellas palabras no dejaban de pasar por mí mente, incluso parecía como si el realmente no lo quería hacer. Como si no quisiera lastimarme.

—Señorita Anelisse, necesito que me diga si los tres chicos que estaban en la habitación son su familia pues todos dijeron que eran sus hermanos —la voz del doctor me sacó de mis pensamientos, y me sentí confundida por lo que me decía hasta que caí en cuenta de las reglas de los hospitales: solo familiares pueden ver al paciente.

—Sí, ellos son mis primros-hermanos—asentí no tan convencida y traté de verme lo más creíble que pude —¿En qué hospital estoy?

—Sean Louis, al norte del centro de la ciudad...

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