Salí corriendo de la casa cerrando la puerta detrás de mí, puse mi gorra de lana sobre mi cabeza para evitar que la gente viera mi cabello despeinado y también para cubrir mis orejas del frío. Corrí un par de calles más antes de llegar a la primer parada de autobuses.
Había una chica sola sentada en la parada, sus manos cubiertas por guantes de lana estaban alrededor de un ramo de flores coloridas. Sonreí en mis adentros al ver que llevaba un gorro idéntico al que yo traía puesto. Le eché una ojeada a mí reloj de mano y mi fruncí él ceño pero no le tome tanta importancia a la hora. Tal vez no era él único con asuntos pendientes a las cinco de la mañana.
Él autobús se asomó a lo lejos y me preparé para hacerle la parada; escuche como la chica se puso de pie y supuse que ella también tomaría él autobús. Cuando él camión se detuvo enfrente de mí, subí y saludé al chofer con un "Buenos días" él cual me correspondió con gusto. Detrás de mí escuché los pasos de la chica subir y meter él dinero en la máquina de pago.
Me senté en los asientos de atrás mientras que la chica se sentó en él primer asiento, justo detrás del chofer. Suspire limpiando la ventana ya que estaba empañada del calor de adentro y él frío de afuera, la ciudad apenas estaba despertando y no me molestaba salir tan temprano a la calle. Era todo lo contrario, me encantaba sentir él cereno en mi rostro todos los sábados de todas las semanas a la misma hora.
Él camino estuvo lleno de paradas pero totalmente silencioso, la gente que subía venía sola y lo agradecí. Me gustaba escuchar mis propios pensamientos.
Cuando me di cuenta ya había llegado a mi destino, me puse de pie y esperé a que las puertas del autobús se abrieran para bajar. Él viento de pronto me azotó la cara y aseguré él gorro a mí cabeza para que no saliera volando, caminé un par de cuadras antes de llegar al conocido local que me había acogido durante tres años.
La estructura se veía totalmente nueva, las ventanas relucían y él color café hacia sentir él local mas acogedor. Abrí las puertas y la famosa campana sonó, la chistosa cara de Heiden se asomó por la cocina pero no me tomó importancia; Raquel salió por las puertas del baño y me sonrió antes de seguir su camino al lava manos.
—Hey, bro —el famoso saludó de Zachary me hizo girar sobre mis talones, su mano buscó la mía y la golpeó con brusquedad antes de darme un abrazo, igual de tosco, como siempre.
—¿Cómo éstas, Zac? —saludé correspondiendo su saludo fraternal.
—Pensé que vendrías mas tarde, ya sabes, hoy viene la chica nueva de turno día —me dijo pasando su mandil café por su cuello.
—Quería venir mas temprano para poder tener más horas de comida. Necesito ir a visitar a mi abuelo —me encogí de hombros restándole importancia.
Zachary era él "jefe" del local desde que empecé a trabajar aquí. Su padre falleció repentinamente y al ser mayor de edad las herencias de su padre pasaron rápidamente a él; entre esas herencias estaba la cafetería "La noche estrellada" llamada así por estar abierta las veinticuatro horas del día.
Caminó hasta el mostrador para quedar detrás de él y buscar un trapo para limpiar las mesas, como todas la mañanas antes de abrir las puertas al público.
—¿A qué hora te... —fue interrumpido por la campana de entrada. Su mirada voló hacia un punto detrás de mí y su ceño se fruncio; me di vuelta para poder ver a la persona que acababa de entrar al local.
Era la chica del autobús, solo que ahora ya no tenía guantes y su gorro había desaparecido. Ahora podía apreciar que su cabello no era del todo oscuro, sus puntas tenían un color rojizo intenso.
—¿Qué estas haciendo aquí? Debes de llegar dentro dos horas —la voz de Zachary me sacó de mis pensamientos. Me costo trabajo saber que no me hablaba a mí, le hablaba a la chica.
—Vengo a decirte que no me presentaré. Te lo dije ayer y te lo digo ahora: No me encanedare a éste restaurante —su voz no era terciopelo, era firme y segura pero seguía teniendo ese toque chillón.
Zachary giro a verme y cuando se dio cuenta que estaba escuchando su conversación, tomó a la chica castaña del antebrazo y la arrastró fuera del local. Estaban discutiendo, ambos gritaban en un tono bastante alto y casi podía distinguir sus palabras, pero Raquel me hablo.
—Es la nueva chica —dijo y él contraste entre su voz y la de la chica era grande.
Raquel era afeminada en muchos sentidos. Mucho maquillaje en él rostro, labias rojo vino, perfume de fresas y anillos en todos sus dedos. Era joven, muy joven.
—¿Cómo lo sabes? —pregunté dejando de ver hacia afuera para ver a mi compañera de trabajo.
—Zachary la entrevistó personalmente. Al parece se conocen desde hace mucho tiempo —miró sus uñas rojas por un momento antes de volver a verme —creó que son hermanos...
—¿Hermanos?, Zachary es hijo único, su padre le dejó todos sus vienés a él —volví la vista hacia ellos tratando de buscar algún parecido, pero no lo había.
Zachary era alto pero no tanto, ancho y rubio con ojos color ámbar oscuro. La chica era castaña—rojiza, alta y casi tanto como Zachary pero fuera de eso no había ningún parecido, ni uno solo.
—O tal vez son novios, no lo sé. Zachary nunca entrevista a los nuevos integrantes y solo con ella lo hizo —siguió hablando mi compañera de trabajo, se dio media vuelta y me dejó solo entre las mesas.
La chica aún llevaba él ramo de flores en sus manos y estaba de brazos cruzados escuchando a Zachary, su mirada giró un poco y nuestras miradas conectaron un segundo.
Ahora lo sabia. Sus ojos sí eran como lo de Zachary. Tal vez —solo tal vez— sí eran hermanos.
—Tu empleado nos esta viendo raro —dije frunciendo él ceño. Él chico de cabello largo no me quitaba la mirada de encima y me ponía incómoda, muy incómoda. A pesar de que él estaba del otro lado del ventanal lo sentía escarbar en mi mente.
—Él es así, y es mi amigo. No lo llames empleado...
—¿Así que ahora eres amigo de tus empleados?, vaya, Zachary. Al parecer puedes mantener una amistad normal con todos menos conmigo —dije volviendo la vista a Zachary.
—Esto tú te lo buscaste —su dedo índice me señalo —Juraste a tu madre que me ayudarías con esto, es hora de que madures Anelisse. Deja de soñar con que puedes ayudar a todo él mundo porque no puedes...
—Cierra esa maldita boca, esto no tiene nada que ver conmigo. No dejaré de trabajar en rehabilitación solo por un capricho de mi madre —sus puños se apretaron y sabia que estaba a punto de salirse de control, pero yo no le tenia miedo.
—Ni siquiera es un empleo de verdad. ¡Estas loca si crees que dejaras esta carga sobre mis hombros, esto también es tú culpa...
—¡Dejame vivir mi vida! —sus manos tomaron mi ramo de flores y lo arrancaron de mis manos. Lo partieron en dos antes de lanzarlo en mi cara.
—¡Eres una niña inmadura que sueña con salvar a los demás porque no pudiste salvar a Henry! —la vena de su cuello sobresalía y estaba segura que si no se calmaba, su vena iba a reventar y terminaría llena de sangre.
—Me debes cinco dólares —dije señalando en ramo en él piso —Y me debes también una jodida vida normal...
Golpee su hombro pasándolo de largo siguiendo mi camino. Todo era su maldita culpa. Todo era la culpa de su maldita madre... Todo era nuestra culpa.
Si tan solo hubiéramos evitado que Henry muriera, esto no estuviese pasando.
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La Noche Estrellada
FanfictionCuando la vida de Anelisse da un giro inesperado al enterarse del más grande secreto de su madre se da cuenta que entre más busca más encuentra secretos. Anelisse tendrá que luchar por mantener una vida normal a pesar de todas las circunstancias que...