Capítulo 21.

8 1 0
                                    

El carro olía a fragancia de bebé y me pregunte que tan mayor era la hermana de Harry para, quizás, tener un bebé. Cuando suspire y me deje caer en el asiento del copiloto Harry me dedicó una mirada de reojo, como si estuviera preguntándose a él mismo qué demonios hacia yo aquí.

Todo estaba en silencio entre nosotros pero el hermano de Harry, Thomas, no parecía realmente incómodo. Era como si todo esto fuera un chiste para él, casi podía jurar que una sonrisa estaba creciendo en sus labios.

—¿Alguien te esta esperando en tu casa?, —me preguntó Harry, con la vista fija en la carretera —digo, ¿alguien sabe que regresas hoy?

—Sólo Zachary —me encogí de hombros y otra vez volvimos a estar en silencio.

La música de la radio era ajena para mí, casi podía jurar que estaba en el mínimo volumen. Harry aceleró y me di cuenta que estaba perdido en sus pensamientos, era como si no estuviera conduciendo, él simplemente estaba ahí sentado con las manos puestas sobre él volante.

—Harry, ¿podrías parar en una tienda de autoservicio? —la voz de Thomas hizo que ambos giráramos a verlo con cara de fastidio. —Me estoy muriendo de hambre. —Mentiroso. El había acabado con su cena y mí cena en el avión, era como si todo esto fuera un complot para dejarnos solos a su hermano y a mí.

—Regreso en un momento —dijo Thomas antes de bajar del automóvil. —¿Quieren algo, chicos?

—No —dijimos al unísono, Thomas se río antes de cerrar la puerta y caminar hasta la entrada del 7-eleven[7].

Harry apagó el coche y hasta ese momento me di cuenta que la radio si era de mucha ayuda. Era demasiado incómodo escuchar nuestras respiraciones y cada movimiento que hacíamos.

—¿Cómo esta tu abuela? —me preguntó.

—En unas semanas tiene que ir a consultar con el doctor y ahí le harán los estudios —contesté recordando que había dejado casi todo mi efectivo con mis abuelos. Además del dinero prestado de Zachary, yo no tenía mas que unos cuantos dólares en mi bolsillo.

—Que bien, me alegro —no sonaba falso pero tampoco sentía que le importará. Lo mire por un momento para saber que le pasaba o al menos, descifrarlo.

Lucía cansado, agitado y a la vez aletargado. Tal vez tenía sueño por ser pasadas las doce de la madrugada o tal vez tenía problemas que no me incumbían a mí.

Abrí la boca para preguntarle como había estado esta semana pero me calle cuando vi como arrastraba sus manos por toda su cara en un gesto cansado. Desvíe la mirada diciendome a mi misma que no tenía derecho alguno a preguntarle algo cuando yo jamás le he dicho algo sobre mí.

Trague saliva nerviosa. De repente me sentí nerviosa y arrepentida por el enfrentamiento que tuvimos la última vez que nos vimos, me arrepentí de haberlo dejado ir de esa manera en su auto y no haber echo nada para cambiar las cosas al día siguiente de la pelea.

—Harry, yo lamento lo de la última vez que nos vimos. —comencé a hablar con seguridad —No debí haberte dicho esas cosas o dejar que te fueras de esa manera.

—Tú tenías tus razones para decir todo eso, Anelisse...

—No las tenía, Harry —lo interrumpí —Enserio que no tenía ni una sola razón para dejar que te fueras y, realmente, mi intencion no era que creyeras que no confió en ti porque... Porque es todo lo contrario, Harry.

Un nudo se instaló en mi garganta.

—Anelisse, ¿estás bien? —su voz hizo que mi corazón se estrugara y lo gire a ver. Su ceño estaba fruncido con la mirada esperanzada de que yo dijera algo.

—Harry yo no confió en nadie más que en ti —dije al fin. —Yo no llevó una buena relación con mi madre desde que se volvió amante del padre de Zachary, por eso él y yo somos hermanastros. Él no es nada mío y mi madre cada que puede hace y deshace conmigo...

—Anelisse...

—Ya no aguantó estar un minuto más en casa con ella porque me obliga a guardar secretos, me obliga a callarme en un chistar y lo peor de todo es que yo le hago caso —hice puños mis manos recordando la última vez que discutimos y ella me golpeó. La vez que la amenace con irme de la casa si volvió a ponerme una mano encima —No quería irme de la casa de mis abuelos porque sabía que al regresar a Victoria, el infierno que es mi vida volvería a empezar.

Cuando deje de hablar, nadie hizo o dijo algo. Me di cuenta de lo que había confesado y que ya no iba a ver vuelta atrás porque acaba de confesar que mi madre alguna vez fue llamada "amante".

—Yo te iba pedir disculpas, te juzgue sin saber que lo que ocultabas era más pesado de lo que me pude imaginar —al fin habló y me sentí alviada por un momento.

—Eso no es todo...

—Lo sé pero no te voy a presionar. —se acomodó en el asiento de tal manera que me mirara de frente —Estas semanas que estuve sin hablarte me hicieron pensar que, por mas que confiara en una persona, hay cosas que no se pueden decir de un día a otro.

Asentí con la cabeza y me abrace a mi misma en un intento de volverme a sentir segura, de volverme a sentir en casa recordándome que estaba con Harry y no con mi madre ni con Zachary.

—Todas esas cosas que no te puedo decir, son por tu seguridad, Harry. Te contaré hasta donde puedo pero no hoy —dije porque era verdad. Si yo le decía la verdad de lo que paso esa noche que mataron a Henry la policía lo culparía por ocultar información y eso es lo que menos quiero.

—Esta bien. Confió en ti —aquellas palabras me hicieron sentir cálida, mis mejillas y mis orejas me delataron cuando se coloraron y no había nada que me cubriera cuando Harry estaba a centímetros de mí.

Soltó una carcajada mientras pellizcaba mi mejilla y le di un golpe leve en la mano para que me dejara en paz, cuando en realidad lo único que quería era que no se alejara de mí. Hizo ademán de llorar y me reí tan fuerte que tuve que tapar mi boca para evitar hacer el ridículo.

La puerta del asiento trasero se escuchó ser abierta y ambos giramos de inmediato para ver quien había sido. Un Thomas con las manos vacías estaba sentado en el asiento con una sonrisa marcada en la cara.

—¿No compraste nada? —pregunté confundida.

—No, no había algo que llamará mi atención —y ahí me di cuenta que efectivamente, él había planeado todo eso para dejarnos solos a su hermano y a mí.

Me encogí de hombros restándole importancia y me estire hasta alcanzar el botón de la radio para cambiarle y subirle la canción que estaba sonando. Por un momento olvide que en menos de una hora llegaría a mi casa y enfrentaría a mi madre, por un momento me senti segura y llena de vida.

Por un pequeñito momento pensé que quizás, solo quizás, mi vida no esta arruinada del todo.

7-Eleven: Tienda de autoservicio abierta las 24 horas del día.

La Noche Estrellada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora