Tres toquidos después, la puerta blanca de madera se abrió y Harry aparecio en el umbral de la puerta, vestía una camisa de vestir blanca con los tres primeros botones desabrochados. Tuve que retener el aliento para no jadear cuando la tinta oscura se asomó por su pecho, dos palomas negras estaban tatuadas cerca de la clavícula.
—Hola —su voz hizo que alejara la mirada de su torso semi-descubierto y lo viera a la cara. Una sonrisa me recibió y se la devolví.
—Buenas noches —saludé. Se alejo de la entrada para darme el paso a su departamento y di unos pasos dentro, el olor de su fragancia hizo que cerrara los ojos de lo bien que olía.
La puerta se cerro detrás de mí y caminé hasta el sofá para sentarme, alise mi pantalón y metí mechones de cabello rebelde detrás de mis orejas solo para relajarme y perder el tiempo.
—Te sienta bien ese uniforme —escuchar algo así, algo tan íntimo y coqueto, vienendo de un Harry vestido formalmente con sus tatuajes a la vista... Hizo que tragara saliva ruidosamente.
No conteste pero me reí, encogiéndome en mi lugar cubriendo mi boca con una mano. Me reía de nervios.
¿Cómo alguien tan hermoso física y emocionalmente, como Harry, pudo llegar a mí vida?
—¿Tienes hambre? —preguntó acomodándose en el sillón de un solo cuerpo.
—Demasiada —dije, y esque no había comido nada desde el almuerzo.
—Bueno, ¿por qué no me ayudas a poner la mesa? —me ofreció poniéndose de pie, caminé detrás de el hasta la cocina y me sorprendió de sobremanera el orden que había.
Harry me señalo donde estaban los platos, vasos y cubiertos. El tomo dos manteles de tela y los puso sobre la mesa frente las únicas dos sillas, puse todo lo que debía estar en la mesa y Harry, algo tímido, me dijo que me sentará.
—¿Qué es ese plato tan misterio que preparaste? —dije viendo la pequeña caserola de comida que había sobre la estufa.
—Te confesare algo —dijo, mientras traía la caserola hasta la mesa. —Es comida echa por mi madre...
—¡Harry! —dije entre risas. Así que "prepare un nuevo plato" no era precisamente lo que yo me había imaginando. —¿Cuándo lo hizo?
—Ella vino por la tarde, se llevo a Thomas a casa y aprovechó para prepararme esto... —dejo de hablar mientras servía la comida en los platos de cerámica —Y, si te soy honesto, no tengo idea de que preparó.
—¿Thomas ya se fue? —pregunte por curiosidad.
—Sí, le prometió a mi padre ayudarle con un el gimnasio del que es socio —vaya, al parecer la familia de Harry estaba en un nivel económico bastante mayor que el mío. Me recordé a mí misma la vestimenta que usaba y me dio vergüenza pensar que dirían los padres si me vieran vestida así...
—Vaya, ¿un gimnasio? —pregunté, encogiéndome en mi lugar.
—Sí, entré el y mis otros tíos decidieron ponerlo. A mí no me llama la atención nada de eso, prefiero estar callado mientras observó todo ese movimiento raro —se encogió de hombros caminando hasta la nevera y tomar dos latas de coca-cola —¿Tomas refresco?
—Sí —el asintió y dejó las latas sobre la mesa. Se sentó en la silla que estaba frente a mí y me pregunte que seguía ahora. ¿Bendecir la mesa?, ¿empezar a comer?, ¿preguntarle como fue su día?...
—No te quedes ahí. El plato esta delicioso, pruebalo —su tono burlón no sirvió para ocultar sus nervios.
Tomé el tenedor y tomé un pedazo de lo que parecía ser lasaña, o tal vez pastel de carne. Cuando puse el pedazo de comida en mi boca cerré los ojos del placer porque, joder, el sabor era delicioso.
—Esto esta delicioso, Harry —dije aún con la boca llena. —Malditasea, esta sabroso.
Harry se río pero tampoco dejó de comer, tomé un pedazo de bolillo y lo partí a la mitad para poder comerlo.
—¿Cómo has estado? —preguntó el rizado, sirviendo el refresco en la lata en su vaso de vidrio.
—No me quejo, he tenido mejores días —me encogí de hombros restándole importancia al asunto que había pasado hace apenas unos días. —¿Y tú?
—Bien, de echo es una de las mejores semanas que he tenido —sonreí por aquello. Al menos alguien la había estado pasado bien estos días.
Seguimos comiendo en silencio y en un momento dado, aquel silencio se convirtió cómodo y hasta dulce. No me incomodaba en lo absoluto, era todo lo contrario, me hizo sentir mucho más cómoda.
—¿Quieres más? —preguntó cuando vio mi plato vacío, asentí en silencio y me sonroje porque sentía que había comido demasiado rápido.
—Por favor, pero esta vez yo me sirvo —dije dejando la servilleta sobre la mesa para ponerme de pie y llevar mi plato hasta la cacerola.
—Sabes, estuve hablando con Zachary ayer y me subio de puesto. Ahora seré el jefe de la cafetería mientras el se va —me quedé quieta. Tenía la cuchara llena de comida que estaba lista para caer en el plato cuando Harry me hablo.
—¿A-a sí? —dije, dejando la cuchara de donde la había tomado porque derrepente, el apetito había desaparecido. —¿Te dijo por cuanto tiempo se iba a ir?, ¿cuándo se irá?
—Dijo que se iría el sábado por la mañana y no regresaría hasta dentro de un año...
El plato se resbaló de mis manos y cayó sobre la mesada, afortunadamente no se rompió pero sí hizo un ruido estruendoso.
—L-lo siento yo recogeré todo este desastre —dije, cuando la poca comida que quedaba en mi plato se regó hasta el piso.
—No te preocupes, yo lo haré —dijo Harry poniéndose de pie listo para agacharse al suelo pero antes de que lo hiciera, lo detuve tomándolo del brazo.
—No, Harry, enserio dejame hacerlo a mí —dije con el ceño fruncido.
El estaba apuntó de renegar cuando me gire para tomar una servilleta y agacharme al suelo para limpiar los restos de comida que resbalaron hasta el piso. Harry desapareció de mi vista y pasaron unos segundos cuando regreso con el trapeador en la mano, me lo extendió y lo tomé para borrar las manchas de su piso de azulejo.
—¿Quieres más comida? —me preguntó, volviendo a tomar mi plato ya vacío.
—No, gracias —dije tajante, porque de la nada ya no me sentaba cómoda. Aquella dulzura en el ambiente había desaparecido por completo.
Después de dejar el trapeador en una esquina, Harry se sentó en su silla con pesadez y yo también lo hice. Cuando el termino su comida senti su mirada pesada sobre mí y me moví incómoda en la silla.
—Escucha, Anelisse, mi intención no era incomodarte con todo esto...
—No lo hiciste, Harry, es solo qué yo... —guardé silencio. —Es solo qué... —me volví a cayar.
—¿Solo que qué, Anelisse?, dímelo —Harry me ordenó. Suspire arrastrando las manos por mi cabello solo para distraerme del temblor en ellas.
—Solo que yo vine aquí para distraerme no para hablar de esos temas que me han estado torturando desde ese día. Me alegro de que Zachary te haya ascendido de puesto pero me asusta su partida. Estoy asustada hasta el cuello —balbuce las palabras —Todos los años que he vivido aquí jamás he estado sola, ¿cómo demonios le voy a hacer para, de un día para otro, subsistir sola? Ni siquiera tengo un empleo estable...
Cubrí mi rostro con ambas manos porque me daba vergüenza que me vieran en este estado, especialmente Harry. La silla de madera se arrastró y sentí los brazos de Harry jalarme hasta arriba para ponerme se pie, y así lo hice, me jalo hasta su pecho y ahí me quedé.
Deje de cubrir mi rostro para arrastrar mis brazos hasta abrazarlo por la cintura y el por mis hombros. Así nos quedamos por un rato, sosteniéndome de él porque no tenía a nadie más de quien hacerlo.
ESTÁS LEYENDO
La Noche Estrellada
FanfictieCuando la vida de Anelisse da un giro inesperado al enterarse del más grande secreto de su madre se da cuenta que entre más busca más encuentra secretos. Anelisse tendrá que luchar por mantener una vida normal a pesar de todas las circunstancias que...